La Loca Esa (novela Cristiana)

20. El príncipe de ojos azules.

"Y habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y sobre la tierra, angustia entre las naciones, perplejas a causa del rugido del mar y de las olas, desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las potencias de los cielos serán sacudidas."

Lucas 21:25 

Las luces del pasillo eran brillantes y casi dañinas para la vista, el olor a alcohol quirúrgico inundaba el lugar, algunos enfermeros y guardias de seguridad caminaban de un lado a otro, aparentemente un paciente había escapado y con ello dejó un...

Las luces del pasillo eran brillantes y casi dañinas para la vista, el olor a alcohol quirúrgico inundaba el lugar, algunos enfermeros y guardias de seguridad caminaban de un lado a otro, aparentemente un paciente había escapado y con ello dejó un centenar de heridos, por fortuna ninguna pérdida humana, pero sí causó muchas pérdidas monetarias: había roto las ventanas y magullado las paredes, habían salpicaduras de sangre por los pasillos, varias chapas de las puertas habían sido forzadas al igual que la puerta principal; un total de 7 pacientes, 1 enfermero, 3 psiquiatras y 4 guardias de seguridad habían resultado heridos aquella noche.

Cuando la noticia salió a la luz Haza quiso llamar a la madre de Harper para saber si sí era ella una de las pacientes heridas, pero sabía que no podía hacerlo, no después de lo de Celia...

Cory había sido lo suficientemente dulce como para ofrecerle llevarla hasta el psiquiátrico Schulz y traerla de vuelta, pues no tenía tiempo para buscar un autobús o transporte alguno. Ambos caminaban a prisas por el pasillo, deteniéndose cada vez que veían una mancha roja o alguna ventana rota, imaginándose lo peor. Haza ya podía ver a Harper, llena de heridas y moretones, pero no quería pensar en eso, debía tener fé, fé de que estaba bien, sana y salva.

— ¿Es aquí? — Cory señaló una puerta que tenía una placa con la inscripción "Harper Mollyns" en ella.

Haza asintió y el guardia de seguridad que los acompañaba abrió la puerta dejándolos entrar, Haza respiró aliviada al ver a Harper, estaba relativamente bien, seguía con las ojeras y una delgadez extrema pero aparentemente no fue herida por el paciente que escapó, esperaba encontrarla con moretones o el rostro destruido, pero no, estaba intacta. Haza le agradeció a Dios por cuidar de Harper del peligro. Harper se giró al verlos y les sonrió dulcemente, sentándose en la cama e indicándoles a Haza y Cory que hicieran lo mismo.

— ¿Cómo estás? — Haza se sentó en la cama, extendiendo su brazo y acariciando la espalda de Harper, lo hacía principalmente en busca de alguna herida, aún no creía que ella estuviera ilesa.

— Bien, mí mamá vino en la mañana, fue una noche aterradora — Harper se abrazó a sí misma, como si el mero recuerdo de la noche anterior fuera algo aterrador, sus ojos viajaron hasta Cory: desde el "incidente" Harper únicamente había convivido con el personal del psiquiátrico, su familia y algunos miembros de su comunidad, pero nunca había visto a Cory y lo que vio realmente le gusto; moreno, alto y con una vestimenta simplemente colorida, que parecía querer desafiar a la tristeza nata de aquel frío lugar.

Haza noto las miradas que ambos se lanzaban, provocando en ella una risita. Cory fue  quien dio el primer paso.

— Soy Cory, un gusto.

Harper se llevó un mechón rubio tras la oreja y acepto el apretón de manos de Cory.

— El gusto es mío, soy Harper — el guardia de seguridad abrió la puerta y los miró.

— Les quedan unos minutos de la visita.

Haza lo miró indignada, ¿Enserió iban a echarlos cuando lo único que hacían era consolar a su prima y amiga traumatizada?

— ¿Disculpe? Pero sí usualmente las visitas son de una hora.

El guardia de seguridad se veía cansado, un moretón verde adornaba el largo y ancho de su mejilla, Haza supuso que fue uno de los valientes guardias que intentó detener al paciente.

— Lo sé señorita, pero anoche un psicópata escapó, se deben reparar los daños e interrogar a los involucrados, así será hasta que haya normatividad y se logre traer al paciente de vuelta. Está en el último piso, sesión de negro, lo que significa que es un peligro para la sociedad. 

— Está bien — el guardia se fue y Haza se giró hacía Harper — ¿Sabes quién escapó?

Harper se encogió de hombros.

— Fue un chico, un tal Wolfgang Schilling escapó. Solo hable con él una vez, estuvimos en terapia grupal juntos. 

— ¿Wolfgang? Que nombre tan extraño — opinó Cory sin dejar de mirar a Harper.

Haza sonrió, no había visto a Harper interesada en un chico jamás, eso era bueno, porque Cory era alguien bueno, el único problema seria la diferencia de edad, debido a que Harper tenía 26 y Cory 17, aunque Harper no aparentaba la edad que tenia, aun asi Haza supo que no iban a estar juntos, no de forma romántica, no solo por la gran diferencia de edad, sino porque...por alguna razón no podía imaginarse a Harper enamorada. Harper era de esas chicas que frente a los adultos era casi como el santo grial pero cuando estaba sola era todo lo contrario, Haza había visto su verdadero ser en varias ocasiones, todo lo contrario a Cory, quien era sincero y gentil.

— Sí, es un nombre extraño — aceptó ella.

Silbidos entusiastas y un torrente de aplausos hicieron eco en los muros enyesados del coliseo, muchos estaban entusiasmados por el partido de fútbol, algunos gritaban y alzaban sus panderetas o trompetas demostrando su apoyo a cierto equipo




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