La Loca Esa (novela Cristiana)

34. Ella lo sabía

 "Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; El que cierra sus labios es entendido"

Proverbios 17, 28

Haza y Aidan entraron a la casa, Aidan estiro sus brazos, haciendo que sus huesos tronarán, Haza sonrío de forma burlesca

Haza y Aidan entraron a la casa, Aidan estiro sus brazos, haciendo que sus huesos tronarán, Haza intento sonreír de forma burlesca, pero era incapaz de hacerlo, aún se sentía abrumada por todo el dolor que estaban viviendo los O 'Riley.

— ¿Te vas a desarmar?

Aidan bajo la cabeza y negó, pero a diferencia de Haza él si pudo sonreír.

— No, solo que aparte de guapo estoy crocante. 

Haza extendió su mano hacía el rostro de Aidan, por un momento ella titubeo, la última que había intentado tocarlo de esa forma su hermano había terminado por retroceder asustado, "Ni siquiera puede tolerar que lo toque" pensó Haza, es normal que después de sufrir un abuso sexual Aidan se volviera reacio al contacto físico, incluso por parte de sus propios padres y hermanas, pero, para el alivio y la felicidad de Haza, lejos de incomodarse por el contacto físico terminó por acercar su cabeza a la mano de Haza, como un pequeño cachorro deseando ser acariciado y llenado de mimos. Haza peino un poco el cabello negro de su mellizo, pensando en cómo alguien podría dañar a su hermano, un niño de quince años, un niño inocente y dulce cuyo mayor pecado fue comer de más galletas en la navidad de años anteriores, simplemente era injusto, por donde fuera, era demasiado injusto.

— Guau, guau — dijo Aidan mientras Haza lo acariciaba.

— Muy buen chico — Haza pronto le siguió el juego, luego extendió su otra mano y le aplasto las mejillas, para tirar de el rostro de su hermano hasta el de ella, quedando a centímetros el uno del otro —. Eres un cachorro tan lindo que te voy a arrancar el rostro y me lo comeré con helado de fresa. 

Ambos se miraron en silencio, antes de empezar a reírse.

— Bien, ¿Y ahora qué hacemos? — preguntó Aidan separándose de Haza.

La muchacha se encogió de hombros, aún con una mueca similar a una sonrisa en el rostro, pero no era una sonrisa, era la clase de mueca que hace una persona para no llorar.

— ¿Qué tal si buscamos una película en esa página pirata? ¿Recuerdas cómo nos veíamos los estrenos de cine en aquella página? 

— Sí, lo recuerdo, luego íbamos a clase y les arruinábamos el final de las películas a nuestros compañeros que querían ir al cine.

— Lo sé, somos malos desde la cuna — ambos se rieron como dos niños pequeños, era como si el tiempo no hubiera pasado, como si aún tuvieran trece años, ojala esos dos años fueran una pesadilla, así Haza y Aidan podrían despertarse, y seguir siendo aquellos niños inocentes de aquél entonces —. Bueno hagamos eso, pero primero iré a cambiarme, no me gusta estar con vestidos elegantes en casa — Aidan asintió desajustándose el nudo de la corbata.

— Igual yo, no es por nada pero el pantalón me aprieta — Haza miro las piernas de su hermano.

— Obvio, con semejante culazo que tienes — Aidan abrió los ojos avergonzado y sonrojado, a diferencia de Haza él si se podía poner tan rojo como un tomate, Aidan se giró para ver su reflejo en el espejo.

— ¿Enserio lo tengo grande?

— Obvio, tu no creces en estatura, creces es de trasero.

Aidan negó con la cabeza.

— Bien, iré a cambiarme, yo hago las palomitas, ¿Vale? — Haza lo aceptó feliz.

— Las mías sin sabor a vainilla, ¿Vale? Luego yo elijo la película. 

Ambos asintieron conformes con su convenio, aunque luego Aidan se dio cuenta lo injusto que era que su hermana escogiera la película si él iba a hacer las palomitas.

— ¡Pequeña política! ¡Me engañaste! — Haza cerró la puerta de su habitación, riéndose y soltando las trenzas de su cabello.

— ¡Hicimos un trato! ¡Ya no puedes retractarte! — grito Haza para que su hermano la escuchara. 

La muchacha se dispuso a tomar una ducha rápida, el calor del día sumado al color negro de su vestido la hacían sentir como en un horno, pero justo cuando se iba a desvestir vio en su escritorio el diario de Katherina abierto, hacía mucho que no lo leía, cada página la hacía sentir muy confundida, demasiado. Haza intento luchar contra la tentación e ir a ducharse, luego bajar a pasar una tarde agradable con su hermano, pero no pudo, sus ojos estaban fijos en el cuaderno, Haza suspiró y rodó los ojos al darse cuenta de que no podría ducharse, mucho menos prestarle atención a la película sino leía aunque sea una página del diario.
Con la curiosidad como ganadora, Haza tomó el diario y se sentó de piernas cruzadas en su cama, sus dedos se deslizaron entre las finas páginas hasta llegar a una parte, la cual estaba escrita de forma apresurada y la hoja estaba manchada con lo que parecía era agua, con tinta corroída en ciertas partes, haciendo algunas partes difíciles de leer.

<<Hoy...hoy descubrí algo horrible, Günther no es tan bueno como yo creía, ahora dudo que él realmente me ame. 

Siempre creí que era afortunada de que mí novio, un hombre de veintitrés años, se llevará también con mis hermanos pequeños de trece años, rayos...incluso los cuida cuando mamá o papá no están en casa o tienen que salir, Dios...¿Cómo no me dí cuenta?>>

Haza se detuvo en la lectura, dándose cuenta de adónde iba aquel escrito. 

<<Tengo tres hermanos pequeños, Haza, Aidan y Ada, son...unos niños maravillosos, la gracia de Dios está en ellos, puedes ver la inocencia en sus ojos, la hermosura de la niñez...son unos niños maravillosos, son buenos, dulces e inocentes, nunca se comportan mal y son obedientes.




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