La Loca Esa (novela Cristiana)

49. La Noche De Las Pañoletas Rojas (Parte 2)

ADVERTENCIA: Este capítulo va a ser de violación, sí, hijos míos, va a haber de violación, no muy explícita, la versión original iba a ser muy explícita y cruel, leanlo bajo su responsabilidad. Bendiciones.

Se podría decir que dicha situación era una especie de sorpresa pero a la vez era algo que muchos creyentes ya habían sospechado, pues hacía tiempo que ese mismo grupo sectario había atacado a distintos tipos de creyentes sin importar su religión, a ciencia cierta no se sabía cuáles eran las intenciones de Un Mundo Libre, lo único que se sabía era que querían sembrar el terror y el dolor en las personas, tampoco sabían qué era lo que tenían en contra de los grupos religiosos, no sólo eran los adventistas sino que también habían atacado varios grupos de católicos, musulmanes y cristianos, de hecho días anteriores habían atacado una iglesia de testigos de Jehová, ingresando gases lacrimógenos en los conductos de ventilación provocando una asfixia severa, afortunadamente nadie murió pero sí hubo varios heridos.
Pero ahora estaban allí, justo en lo que debió haber sido la finalización un hermoso campamento se había convertido en una pesadilla, algo que ni siquiera el humano más cruel podría decirle a su peor enemigo, un fin de semana que debió ser un momento espectacular para conectar con Dios y con sus emociones con sus talentos y sus sentimientos...o eso se esperaba, pero no era así, los gritos seguían sonando en cada habitación.

— ¡POR FAVOR, DETENTE! — suplicó Aidan, mientras las enormes manos de Günther empezaban a tocar su virginal piel.

 ¡Deja a mi hijo, enfermo! ¡ES SOLO UN NIÑO! — gritó Evangeline imponente, al ver como Günther levantaba la camisa de Aidan, empezando a besar su piel, comenzando a violarlo.

Aidan se estremecía con cada nuevo beso y se removía intentando liberarse, pero entre más movía sus manos, más la corbata apretaba sus muñecas. Sin previo aviso Günther tomó el rostro del niño y lo besó, Aidan abrió sus ojos impactado e intento separarse, pero Günther lo forzó y lo mantuvo en tan asqueroso beso.

— ¡Ya para! — rogó Aidan, cuando por fin pudo liberarse del beso.

Günther no dijo nada, sus manos bajaron a la cintura de Aidan y comenzando a bajar los pantalones del niño, Aidan intento apretar sus piernas e impedir que siguiera haciendo esa monstruosidad que estaba planeando hacerle, pero no pudo hacerlo, las manos de Günther volvieron a abrirlas con suma facilidad, Günther era un adulto de 23 años, lógicamente mucho más fuerte que un niño de 13.
Haza intentó lanzarse sobre Günther y detenerlo cuando los dedos del hombre empezaron a remover la ropa interior de su hermano, pero fue rápidamente sujetada por uno de los cuatro enmascarados que seguían a Günther, el enmascarado la sujetó con fuerza de los brazos y la lanzó sobre Katherina, Haza se puso de pie rápidamente, verificando no haber dañado demasiado a su hermana, pero se quedó quieta cuando escuchó los gritos de Evangeline suplicandole a Günther que se detuviera, Haza no quiso girar, no quería ver, no quería saber lo que le estaba haciendo a su hermanito.

— ¡Te lo ruego! ¡No le hagas nada! ¡Hazmelo a mí, pero a mi hijo no! — Günther observó en silencio el cuerpo semidesnudo de Aidan, completamente maravillado por la belleza del muchacho, Günther negó, ordenandole a uno de sus hombres que callará a Evangeline.

— No me gustan tan viejas — comentó Günther, separando las piernas de Aidan, el niño dejo de respirar al sentir algo en la punta de su entrada y miró al techo, completamente desesperado, Günther se colocó sobre él y miró a Aidan a los ojos —. Descuida, mi vida — dijo Günther, besando a Aidan —, al principio te dolera, pero luego se sentirá bien, lo prometo. 

— Por favor, no...— rogó Aidan llorando y mirando a los ojos a Günther — soy un niño, por favor — imploró.

La respuesta de Günther fue besarlo en la barbilla y penetrarlo.

Aidan no grito, no sollozo, solo permaneció con los ojos muy abiertos  y la boca abierta mientras sentía los movimientos rítmicos que Günther hacía al entrar y salir de él.

Evangeline grito histérica al ver lo que le hacía a su hijo, con fuerza intentó soltarse pero los hombres no la dejaron siquiera moverse.

 ¡ES SOLO UN NIÑO! — gritó Evangeline, pero eso a Günther ni le importaba, al contrario, le gustaba tener a alguien tan inocente como Aidan para él, además...estaba demasiado ocupado satisfaciendo su mayor deseo: tener a Aidan.

Haza bajo la mirada y observo debajo de la cama, sus ojos no subieron, no, ella no lo vio, pero el movimiento del colchón, los gemidos de Günther y las suplicás de Aidan para que parará le hicieron saber lo que pasaba. Haza no los miró, su vista estaba fija en Ada, quien permanecía asustada, todavía debajo de la cama, escuchándolo todo...viendo como toda la cama se estremecía ante tan cruel acto.

— ¡Por favor, para! — volvio a rogar Aidan — ¡Me duele! ¡DUELE MUCHÍSIMO! 

— Pronto...ah...pronto se sentirá bien, lo prometo — contestó Günther, gimiendo.

Y sin importar cuanto Aidan suplico, cuando Evangeline gritó...él no se detuvo, Günther no se detuvo hasta no eyacular dentro de su víctima.

— Necesito que todos sepan a quien le perteneces, Aidan — la voz ronca y agitada de Günther hizo a todos estremecer, sin decir ni una palabra enterró su rostro en el cuello del chico, antes de enterrar sus dientes en la carne del cuello, Aidan gritó adolorido, pero Günther con un beso lo forzó a callar, un beso con sangre —. Así todos sabrán a quien le perteneces, Aidan, siempre serás mío — murmuró, recostando su cabeza en el pecho del niño.

Al terminar Günther volvió a ponerse los pantalones, como si nada y con cuidado desató a Aidan, quien permanecía inmóvil, con los ojos llorosos y chupetones por todo el cuerpo, Günther lo vistió con delicadeza y al terminar de vestirlo lo recostó con muchísimo cuidado en la cama, le dio un beso en la frente y susurro un "Te amo" en el oído del niño que acababa de violar, tomó una de las mantas del suelo y lo cubrió, como si esperará a que duermiera y se sentó a su lado, sujetando la pequeña mano del niño, mirándolo con amor, como si lo que acabará de hacer fuera algo hermoso...pero no, lo que acababa de hacer era una abominación, una aberración.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.