La Loca Esa (novela Cristiana)

55. El niño y el monstruo

"Y le traían niños para que los tocara; y los discípulos los reprendieron. Pero cuando Jesús vio esto, se indignó y les dijo: Dejad que los niños vengan a mí; no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el reino de Dios. En verdad os digo: el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en sus brazos, los bendecía, poniendo las manos sobre ellos."

Marcos 10:13-16

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Günther creció creyendo que su único propósito en la vida era satisfacer sus propios deseos y que el mundo entero debía satisfacerlos.

En la secta, Un Mundo Libre, las personas están divididas por rangos, los "Señores" son el rengo masculino más alto después del "Sumo Señorío", el equivalente a líder de la secta, el título de Señor es hereditario únicamente a los hijos masculinos de la familia, dado el caso en que el hombre no sea capaz de producir algún hijo biológico varón con su esposa se le da la opción de o buscar una segunda mujer con la cual engendrar un hijo o directamente escoger al bebé de su agrado en una de las tantas granjas de producción humana que los sectarios poseían. Grimore era el lugar de donde sacaban a los bebés. Muchos pueblos tienen sus propias canciones que son de su propio folclore, en las distintas ciudades de la secta había una canción que cataban los niños cada vez que jugaban.

¡Las mujeres son del hombre y los hombres de los hombres! ¡Tralala!

¡En las montañas de Grimore! ¡Tralala! ¡Hay una mujer en una cama! ¡Tralala! ¡Hay un hombre atado de brazos y piernas! ¿Y qué harán? ¡Un bebé harán! ¡Tralala!

¡Las mujeres dan a los niños y los hombres dan su cuerpo!

¡Las mujeres se embarazan, los hombres son esclavos! ¿Por qué? ¡Porque asi los dioses lo decidieron! ¡Tralala!

Era una especie de secreto a voces, todo el mundo lo sabía, pero nadie hablaba de ello en realidad, los niños obtenidos de las granjas de Grimore crecían sin saber su verdadero origen, lo peor era para los hombres y las mujeres de Grimore, siempre eran personas jóvenes y claramente fértiles, buscaban adolescentes que hubieran escapado de sus hogares o iban de orfanato en orfanato buscando a quienes ya eran demasiado grandes para ser adoptados, a veces simplemente secuestraban a viajeros solitarios o a parejas, en ocasiones muy específicas un miembro de la secta quería una persona en particular para que engendrará o produjera a su bebé, por eso se investigaba a la persona y luego se secuestraba, esto mismo se aplicaba para quienes quisieran que su hijo tuviera ciertos rasgos muy específicos, se buscaba a una persona con dichas características y era llevada a la secta. Las mujeres eran forzadas a estar continuamente embarazadas y los hombres eran obligados a dejar sus semillas dentro de ellas, además de que la mayoría de hombres de Grimore terminaban siendo esclavizados con propósitos de satisfacción para hombres y mujeres de alto rango en la secta.

El padre de Günther, Wallace, realmente consideró aquella opción, a Grimore había llegado un nuevo esclavo masculino, un chico joven bastante atractivo, su apariencia era tan hermosa que muchas parejas de la secta ya habían apartado al menos 16 bebés que nacieran de su semilla, Wallace medito mucho aquello, el chico había sido un vagabundo sin hogar hasta que los ojos de los sectarios cayeron en él, ahora no era más que una maquina de hacer bebés, forzado a embarazar a tantas mujeres como fuera posible, además de tener que servir a algunos Señores de alto rango en la secta, quienes no dejaban de divertirse con el cuerpo del pobre joven. Wallace realmente estaba listo para apartar al bebé numero 17 — siempre y cuando fuera varón, de no ser así haría un intercambio con alguna pareja que quisiera una niña producida por el nuevo esclavo —, pero en última instancia Wallace se dio cuenta de que no podría amar a un hijo que no fuera sangre de su sangre, fue así como consiguió a una segunda mujer aparte de su esposa y por fin consiguió a tan ansiado varón.
Desde pequeño Günther fue criado con la idea de que al ser un Señor de nacimiento todos debían complacerlo, darle lo que quisiera y hacer lo que él quisiera, Günther nunca había experimentado el rechazo o la falta de cariño, cualquier cosa que su corazón deseara se le era dado.

O al menos así fue hasta que mataron a su madre.

Por su condición de esclava no se hizo nada más que una humilde ceremonia y un par de pésames por parte de miembros de la alta sociedad de la secta, todos estaban centrados en que Wallace era el verdadero objetivo y había logrado salvarse porque su concubina estuvo en el lugar, y el momento adecuado como para que los asesinos acabaran con ella y no con Wallace. La esposa legal de su padre fue un total monstruo con Günther, directamente lo ignoraba o hacía cosas para asustarlo, lo empujaba por las escaleras, "sin querer" cerraba las puertas en sus manos o lo dejaba en habitaciones oscuras sin comida ni agua por varios días seguidos. Günther siempre le contaba a su padre y cuando él confrontaba a su mujer ella siempre lo negaba, claro que eso no la salvaba de una brutal paliza la cual la dejaba medio muerta. Sus hermanas mayores no eran mejor que la esposa de su padre, eran chicas celosas y recelosas con él, decían cosas a sus espaldas o llamaban a su fallecida madre con sobrenombres como: "ramera", "prostituta" o "Una cualquiera"; las cosas se volvieron aun peores cuando finalmente la esposa de su padre quedó embaraza de nuevo, la mujer se pavoneaba orgullosa por la gran casa desfilando su enorme panza, solía decir con mucho orgullo que sería un varón, que lo sentía en su interior y aquél bebé sería el nuevo "Señor" de la familia.
Aquello hizo que Günther ideara un plan para deshacerse de la esposa de su padre y sus hermanas, el plan era bastante sencillo, sabía que la esposa de su padre se reunía todos los días con el apuesto y joven jardinero, para darle instrucciones sobre cómo cuidar sus flores favoritas, solo tuvo que rogarle a su padre que fueran a pasear al jardín y como todo consentidor que era Wallace fueron, al llegar se encontraron a ambas personas hablando en un rincón un poco apartado del jardín, en ese momento Günther solo tuvo que poner su mejor sonrisa de niño inocente y saltar mientras señalaba con su pequeño dedo magullado a la esposa de su padre y al jardinero, al instante Wallace se enojó, pero lo que dijo Günther fue lo que remato el destino de la esposa de su padre y sus hermanas.




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