la luciérnaga a la que nunca se la apagó la luz

Capítulo 20

Me desperté con un fuerte dolor de cuello, me levanté descubriendo que estaba en el sofá de nuestro salón.

Mire a mi alrededor y descubrí a Sara y Hugo durmiendo en un colchón en el suelo y a Blanca echa una bolita en el sillón al lado del sofá alargado en el que yo estaba tumbada.

Enzo se había ido a casa, porque esta mañana tenía que hacer algo. No especificó el que.

No sabía ni qué hora era. Empecé a buscar mi móvil, y lo encontré tirado en el suelo justo donde cualquiera podría pisarlo. Lo recogí y descubrí que era la una de la tarde.

En ese momento la puerta de la entrada se abrió, pero con unas llaves. Fruncí el ceño ¿Quién mas tenia la llave que no fuésemos Blanca y yo?

Fui hasta la cocina ya que para llegar al salón necesitabas pasar por ella.

Y la verdad antes de verle entrar ya tenía una idea de quién era, porque ya había entrado de improvisto en le piso muchas veces.

-Hola.-Dijo mientras sacaba una manzana de la nevera.

-Diego.-

-Noa.-dijo mientras le pegaba un mordisco a la manzana.- ¿y esas ojeras? Pareces un mapache. -Rodé los ojos mientras sacaba la cafetera y me hacia un café.

-Hugo y Sara están en el salón.-Dije.

-Me da igual.-Chasqueó la lengua y aparto la mirada de mis ojos como si lo próximo que fuese a decir le costase horrores. Bufó y finalmente soltó un poco bruscamente.- ¿Estás bien? Ya sabes por lo de tu hermana muerta y todo eso.-Yo le miré fijamente por unos segundos, las maneras de decirlo no habían sido las mejores, pero sé que me lo estaba preguntando en serio.

-He estado mejor, gracias por preguntar.-Él sonrió.

-¿Qué hicisteis ayer? Ninguna ni tú ni Blanca me contestabais al teléfono esta mañana.-

-A Hugo se le ocurrió salir de fiesta a las dos de la mañana y hemos estado durmiendo, bueno tu hermana lo sigue haciendo.-

-Madre mía, ¿salisteis hasta las dos de la mañana? Qué locura-Dijo haciendo gestos exageradamente de sorpresa. Que no entiendo porque en un momento así y sabiendo que se estaba burlando de mí me reí.

Quizás era porque ahora le iba a cerrar la boca con lo que verdad había pasado.

-No es que llegásemos a las dos a casa si no que salimos de casa a esa hora.-Iba a contestar seguramente algo sarcástico, pero el timbre sonó. Los dos nos miramos, extrañados sin tener ni idea de quién podría ser.

Cuando abrí la puerta casi me da algo al ver quien estaba frente a mí.

-Enzo.-

-¿Cuándo te sorprende que alguien esté en un sitio dices su nombre como si fuese una ilusión?-Yo bufé ante lo que dijo, mientras él con toda la tranquilidad del mundo pegó un mordisco a la manzana que tenía en la mano.

-Cállate.-

-¿Diego?-Dijo confundido. -Creía que Sara y Hugo estaban aquí.-

-Y lo están pero dormidos.-

-¿Qué hace él aquí?-

-Deseo que llegue el día en el que alguien me diga la razón de esta enemistad.-Dije girándome para encontrarme con Hugo y Blanca ahí.

-Hola.-Dijo Blanca y fue hasta donde su hermano y le dio un abrazo.

Este le abrazo de vuelta algo confundido, como si no fuese normal que Blanca la abrazase de un momento a otro. Aunque ahora que lo pienso es verdad, no había visto a Blanca demostrar afecto con alguien, ni si quiera recuerdo más de un par de abrazos suyos y llevábamos conviviendo casi tres meses viéndonos casi todos los días.

Diego la apartó un poco de él para mirarla a la cara.

-Oye he venido a buscarte, mama quiere que vayas de compras con ella.-

-Pero…-

-Blanca.-Dijo en tono de reproche.

-Está bien déjame prepararme.-Y Blanca salió corriendo hacia su habitación.

Miré a mí alrededor y me quedé mirando a Diego extrañada. Así que esta era la verdadera razón por la que estaba aquí, parece que lo única cosa que le importaba era tener a su madre contenta. A costa de convencer a su hermana para un día de compras cuando no la apetece. Aprovechándose de que Blanca le quería un montón.

Al principio pensaba que Diego no merecía que su hermana le quisiese tanto, porque parecía que no era reciproco. Sin embargo según les fui conociendo a los dos, vi que Diego en realidad si quería mucho a su hermana y hacia lo que él creía que era mejor para ella. Aunque a veces se equivocase.

Salí de mi ensoñación y dije.

-Yo…Me voy a duchar.-Dije. Cuando pase por el salón vi que Sara estaba sentada en el colchón en el que habían dormido.

-Hey. ¿Qué haces ahí parada?-

-No quiero ver a Diego.-La miré analizándola, Diego había dicho que Sara había cortado solo por Hugo, y eso me parecía mal.

Por ello dudé en si ayudarla, pero  yo no estaba implicada en ese problema. Y todos cometemos errores.

-Si quieres puedes venir a mi cuarto te puedo dejar ropa.-Ella asintió y nos dirigimos a mi habitación.

Yo me metí al baño y abrí el grifo esperando a que el agua se calentase.

Una vez duchada y vestida en lo único que podía pensar era en que no se hubiese creado la tercera guerra mundial en mi salón.

Dos chicos que se odiaban en cuatro paredes, no creo que fuese muy bueno, sobre todo si hay un tercero el cual nunca sabes cómo va a reaccionar.

-¿Qué Noa a echo qué?-Suspiré antes de entrar al salón preparándome para el motivo por el que Hugo había gritado así.

-Noa, ¿te emborrachaste con él?-Dijo gesticulando con los brazos.-Pensaba que le odiabas tanto como yo, eres mi amiga.-

-No puedo odiar a alguien sin razón aparente.-

-Si hay una razón.-

-Ya, pero nadie me la quiere contar por lo tanto no puedo opinar.-

-Yo flipo primero me traiciona Sara y luego tu Noa.-Se cruzó de brazos.

-Ni Sara ni yo te hemos traicionado. Tenemos derecho a tomar nuestras propias decisiones Hugo.-

-Y eso que lo raro es que no se haya enfadado porque Enzo y Noa se acostasen.-

-Por decima vez, te he dicho que solo nos liamos.-Dije cansada de repetírselo.



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En el texto hay: misterio, amor de hermanas, amistad amigos

Editado: 20.04.2021

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