la luciérnaga a la que nunca se la apagó la luz

Capítulo 31

Después de ese día todo había ido a mejor.

Parecía que todo iba sobre ruedas, estábamos todos bien y juntos. Yo había perdonado a todos una vez estuve preparada psicológicamente, incluso Diego y Hugo se volvieron a soportar. No tenían una relación de amistad precisamente pero tenían conversaciones cordiales cuando les tocaba.

Ahora nos encontrábamos en un cementerio. Era la segunda vez en una semana que los cinco nos encontrábamos en uno. Enzo, Sara, Hugo, Bruno y yo nos encontrábamos delante de una tumba.

Pero esta era una tumba diferente a la que habíamos visitado hace un par de días.

Hace unos días Hugo me había advertido que se acercaban unos días difíciles para Enzo, y que siempre que estos días se acercaban él estaba un poco insoportable. Pero que no se lo tomase en cuenta.

Así que igual que los demás aguanté su mal humor y después de que contase vagamente lo que pasó nos dirigimos al cementerio.

Así que aquí estábamos dejando unos claveles en la tumba de sus padres. Dijo que era su flor favorita. Así que fue la flor que compramos.

-Mis padres trabajaban en una empresa.-Dijo con la mirada fijamente puesta en los claveles.-Ese día era mi cumpleaños se habían quedado un poco más para envolver mi regalo ya que yo los estaba esperando en mi casa con la mejor amiga de mi madre y su hijo. Sin embargo nunca llegaron. El edificio se incendio bloqueándoles todas las salidas murieron allí. Y yo me quede a cargo de la mejor amiga de mi madre, Gloria.-

-Así que Bruno siempre fue algo así como tu hermano, os criasteis juntos.-Comenté moviendo la mirada desde Bruno hacía Enzo repetidas veces observándoles.

En estos días que había vuelto a pasar tiempo con ellos, había descubierto el tipo de relación que tenían Enzo y Bruno.

Bruno picaba a Enzo cada vez que podía, y Enzo como siempre en su línea le ignoraba aunque a veces se le escapa alguna carcajada por las ocurrencias de Bruno. Parecía que estaban muy unidos.

También me enteré que Enzo no había vivido solo en su piso siempre, sino que antes vivían allí Bruno y él.

Todos nos quedamos en silencio unos minutos más mirando hacia las tumbas. Hasta que Hugo habló.

-Venga tío.-Dijo poniendo una mano en el hombro de Enzo.-Vamos a comer unas hamburguesas o algo.-Todos esperamos a la reacción de Enzo, que al principio no parecía nada convencido con lo que Hugo decía.

Pero después de unos segundos en silencio, finalmente asintió y los cinco nos dirigimos a una hamburguesería cercana. Y a pesar de que Enzo estaba mal, al final conseguimos levantarle un poco el ánimo.

Y ahora aquí estábamos.

Frente a la tumba de Lisa.

Yo por un momento pensé que no lloraría, pero ahora lágrimas caían de mis ojos sin parar. Y era consciente que mis intento de disimulados sollozos eran escuchados por las otras cuatro personas aquí presentes.

Acabé sentándome en el suelo, mirando fijamente hacia la tumba. Era consciente de que los demás me estaban mirando preocupados, pero aún estando llorando yo era la primera vez que veía algo que me recordase a mi hermana y me sentía bien.

Pero la tristeza y el sentimiento de nostalgia que me invadía siempre que la echaba de menos nunca se iban a ir y yo lo tenía presente.

Aún así entre lágrimas sonreí, noté como Bruno se sentaba a mi lado en la misma posición que yo.

Y se sintió bien estar todos aquí, recordando a mi hermana, porque era consciente de que cuando Lisa salía con Bruno y sus amigos, eran ellos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



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En el texto hay: misterio, amor de hermanas, amistad amigos

Editado: 20.04.2021

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