— Y ¿Cómo una chica texana, terminó en un club en Alemania?
De repente las risas se acabaron, me mira intrigada y piensa mucho antes de responder.
— Un día solo me cansé de todo, tomé una mochila con lo necesario y compré el primer boleto de avión que me llevara lejos.
Me quedo por un momento paralizado, parece que escucho a mi madre contar la historia de cómo terminó casada con papá. No es más que coincidencia, cada día los aviones se llenan con miles de mochileros con la idea de conocer el mundo.
— ¿Y el lugar más lejano era Alemania?
— No, en realidad era Honduras, el país de mis abuelos maternos. Mi Abuela me hablaba mucho sobre ese país, así que decidí conocerlo. Estuve unos meses ahí, viví un tiempo en un hermoso pueblo llamado Santa Lucia, me quedaba en unas pequeñas cabañas de montaña, ya sabes, clima frio, lluvioso, y un sol cálido cuando se disponía a salir. Había un pequeño parque frente a una laguna, en ciertas parte del lugar habían unos pequeños depósitos donde podías encontrar libros o dejarlos, para que los visitantes pudieran leer. El primer día que visité el parque, en el deposito encontré un único libro, estaba en ingles y en la primer pagina, alguien escribió "para cuándo todo este oscuro" lo sentí como una señal. Así que todas las mañanas por las calles pintorescas, paraba un lugar donde vendían un delicioso arte café, y postres, y luego me sentaba en una delas bancas del parque a leer o solamente a observar el paisaje. Soñaba con una casa que estaba al otro lado del lago, me imaginaba despertar cada mañana con esa hermosa vista. recuerdo que tomé muchas fotos de esa casa. Nunca había sentido tanta paz en mi vida como en esos días.
No sé si es por el alcohol, pero me conmueve bastante escucharla hablar sobre ese tiempo con tanta nostalgia.
— ¿ Como se llamaba el libro?
— The Bell Jar , lo devolví al deposito para que otra persona lo encontrara y lo leyera.
Ella suelta un suspiro , luego se sirve su cuarto vaso de vodka y continua hablando.
— Al final, me di cuenta que el pueblo era bastante visitados por turistas estadounidenses y que que el libro solo fue dejado por unos de estos turistas, quizás no existía tal coincidencia. Pero bueno... así, me encontré con otros mochileros hondureños que planeaban un viaje a sur américa, ellos me llamaban "Gringuita" es como le dicen a los estadounidenses. Me uní a ellos y en el camino se fueron uniendo mas mochileros de otros países. Estando en Colombia los planes cambiaron, conocimos a alguien que conocía a alguien que podía traernos a Europa a bajo costo, y bueno... es Europa.
Dice tranquilamente, levantando los hombros, entre más le pregunto sobre cómo llegó acá, más rápido se termina el trago.
— ¿Y qué pasó después?
— Conocí a chicas que trabajaban aquí. Me gustó la vida de ellas, siempre con los mejores vestidos, en los mejores lugares, con dinero para comprar lo que quisieran cuando quisieran. No se otro tipo de vida. Así que me quedé.
Me decepciono al escuchar eso, no parecía de las chicas que se dejaba llevar por lujos y cosas insignificantes, pero por alguna razón no le creo del todo. No sé si no quiero creerle o simplemente me está mintiendo.
— Y ahora tienes la vida soñada.
Comento con un poco sarcástico.
— ¿Y tú qué sabes?
Me reclama molesta, parece que alcohol hace que no pueda manejar sus emociones tan fácilmente, me cuestiono si ha sido suficiente por hoy, quizás ya está en el punto exacto de ebriedad para que suelte algo de información sin pensar tanto. Ella se me queda viendo, directamente a los ojos.
— Tienes los ojos azules más hermoso que haya visto. ¿Sabes?
— Si lo sé..., son iguales a los de mi madre.
Ella pone los ojos en blanco
— Maldito arrogante.
Eso me causa mucha gracia, creo que a mí también me está haciendo efecto el alcohol, o solo me agrada que no le de miedo decir lo que piensa. Ella comienza a tocarme los genitales con sus pies y yo la dejo. Con su mano sube su camisa y deja sus senos descubiertos, comienza a acariciarse desde ellos hasta su sexo, es un espectáculo muy bueno la verdad. La observo por unos segundos y es imposible no perder el control.
¡Maldita loca!
Pienso mientras me tiro encima de ella, quita mi camisa y desabrocha mi pantalón con una rapidez increíble. Y sin pensarlo dos veces, tomo sus bellas piernas y las coloco alrededor de mi espalda mientras entro en ella de una sola estocada empujándola contra el brazo del sofá, la tomo justo ahí, disfrutando de cada parte de ella hasta que escucho sus gemidos en mi oído y siento sus uñas arañando mi espalda. Nos quedamos quietos por un momento tratando de normalizar nuestras respiraciones, embelesado por el aroma que mi nariz absorbe de su cuello.
Esta vez ha sido diferente que la noche anterior. Ayer parecía más mecánico, sus movimientos eran como algo programado y siempre estaba demasiado alerta, pero hoy parece saber lo que quería, lo que estaba buscando. Como si hubiese hecho un gran descubrimiento. Escucho su voz que entra como un susurro en mi oído; "quiero más" Y eso es suficiente para mi cuerpo que vuelve a reaccionar inmediatamente que escucho esas dulces palabras. No lo pienso dos veces, la levanto del sofá y la inclinó en la cama, tengo una excelente vista de su hermoso trasero y su cintura. La tomo de las caderas y la pego a mí una y otra vez, mientras acaricio su espalda, acelero cada vez el ritmo porque simplemente estoy perdiendo el control. La veo estrujar las sábanas hasta quitarlas del colchón, mientras escucho unos leves gemidos salir de su boca y observo como arquea su espalda y tira su cabeza hacia atrás, dejándome ver sus labios entreabiertos. Y con ese espectáculo para mis ojos, me dejo ir apretando fuertemente de sus caderas contra mí, hasta que toda la sensación invade mi cuerpo y me da un alivio de placer intenso y absoluto. Me retiro y me tiro en la cama, ella se queda acostada boca abajo, levanta un poco la cabeza y me mira, con sus ojos cafés mas claros y mas brillantes, su rostro totalmente enrojecido, como otras partes de su cuerpo, me sonríe un poco y comienza a quedarse dormida.