La Luna de mi manada

Capitulo 24 -Calidez-

Narra Alex

Semanas después

El hospital es un lugar que he empezado a aborrecer en absoluto, quizá sea el aburrimiento de siempre ver los mismos pasillos o saber que es un lugar que evoca los peores sentimientos de los lobos: la tristeza, el dolor, la rabia, la ira, la melancolía, la soledad...la muerte. Lo unico que me mantiene aquí es mi pequeña, aún no ha abierto esos bellisímos ojos que tanto adoro, la incetidumbre de no saber que le va a pasar me tiene mal. Su amor es lo unico que me mantiene cuerdo y en pie para seguir adelante y no derrumbarme.

He de admitir que me encanta la idea de cuidar de ella, se que las enfermeras y el tal Abdel de encargan de eso pero yo me encargo de cosas como siempre cepillar su sedoso cabello, hablarle de mi día, leerle algún libro que tenga a la mano o simplemente tomar sus manos que se siguen sintiendo tan heladas como el hielo, eso me incomoda, cuando se lo dije a Abdel no me supo dar una respuesta concreta, me dijo que estaban haciendole exámenes que los ayudaran a deducir a que se debía este fenómeno, al principio de todo esto los padres de mi pequeña estuvieron aquí en estampida, como siempre los acompañaba la pelimorada y también estaba la mate de Dimitri, sentí un aroma diferente en ella, uno de cereza silvestre con gotas de rocío, ese no era el típico aroma de Zoe, así que un día que Dimitri se ofreció a acompañarme al hospital, se lo pregunté de una forma directa.

-Hey Dimitri...recuerdas el día en que me comentaste de que ya habías marcado a Zoe?

-Si...que hay con ello?- dijo distraido en su celular al parecer arreglando asuntos de la empresa de mi padre, sonreí y decidí tomarlo por sorpresa, miré al frente en el camino, y susurré.

-Parece que Zoe tiene un pequeño cachorro en espera...-La cara de Dimitri fue épica, su celular cayó al suelo mientras yo soltaba la carcajada, el me miró con cara de confundido, y yo lo mire aún burlandome de el.

-Estas loco...ella no puede...me lo habría dicho!!.

-Pues que mal mate eres entonces, se supone que si ya la marcaste entonces deberías sentir lo que ella- regañe de forma amistosa mientras continuaba riendome levemente, el me miró de mala manera y suspiró viendo por la ventana.

-Creo que tienes razón, Zoe ha estado actuando extraño desde hace unos dias, le dieron naúseas y luego me pidió que le llevara pizza de carne a su casa porque tenía demasiados antojos, como no me di cuenta antes? maldita sea?- dijo y yo lo mire divertido, no dije nada más mientras imaginaba a mi pequeña con su vientre abultado guardando en el, a nuestro cachorro, el fruto de nuestro amor. Al llegar, Nathan hablaba con Miroslava, al verme ambos saludaron respetuosamente y me dejaron ingresar.

Ahí seguia ella, tan hermosa, tan pura, tan mía...Sus ojitos aún continuaban cerrados y respiraba a travéz de un tanque de oxígeno, antes no lo tenía y eso me preocupaba, me senté en el mismo lugar de antes, observandola, amándola en este profundo y doloroso silencio, rogando por su perdón, porque no pude protegerla como lo había prometido, tomé su mano, seguía helada y eso me dolió en el fondo del alma, mi pequeña mate...mi futura esposa, el amor de mi vida, estaba postrada en esta cama intentando volver a la realidad... y yo...no podía hacer nada para ayudarla, un par de lágrimas bajaron por mis mejillas y recosté mi cabeza a su lado, cuidandola...al final no supe contener el sueño y me dormí a su lado.

Desperté a la madrugada con una caricia en mis cabellos, al principio creí que lo había soñado todo, pero al abrir mis ojos vi a mi pequeña sentada en la cama sonriendome con amor y ternura, su mano se sentía tibia y el color rojo se apoderaba de sus mejillas antes pálidas, lloré de felicidad y la abraze con fuerzas sintiendo como ella me correspondió de la misma forma, la había extrañado tanto todos estos dias a pesar de tenerla tan cerca, sus padres al entrar también se alegraron y corrieron a abrazarla, no solo había hecho falta en mi vida, sino en la vida de todos aquellos que la amaban incondicionalmente, hasta el tal Abdel olvidando su trabajo de doctor la abrazo fuertemente haciendo que Anses se pusiera celoso, estaba tan contento por poder ver esos bellisimos ojos una vez mas, al quedarnos solos tome su mano y la entrelazé con la mia sonriendo, la calidez de sus manos eran todo lo que necesitaba, necesitaba sentirla ahí conmigo, para saber que esto que estaba pasando era real y que no era un sueño, acarició mi mejilla y Anses ronroneó con suavidad, al sentirla ahí.

-Te extrañe tanto...

-Yo también...jamas vuelvas a irte...perdoname por no haberte protegido.

-Aquí me quedaré siempre,,,para amarte...porque yo te amo con la vida...- La miré con ojos llorosos y besé sus blancas manos.

 




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