Narra Alex
Estaba nervioso, a pesar de que desde pequeño mi padre me preparó para este día, la emoción me estaba carcomiendo la cabeza mientras observaba por la ventana como toda la manada se preparaba para este día, suponía que Dalisha también, mientras me bañaba pensaba en que mi pequeña posiblemente estuviese aún más nerviosa como yo era divertido pensar en ella corriendo de un lado para el otro tratando de mantenerse en control, una pequeña risa se me escapó de repente, al vestirme vi que mamá entró a mi habitación con una sonrisa radiante y una caja grande en sus manos.
-Cariño hoy es un gran día no lo crees?- Habia extrañado esa sonrisa durante los meses que habia transcurrido todo lo de los rogues, Connor se quedó a vivir en mi casa ya que había demostrado ser un excelente guerrero y querer bastante a Dalisha, cuando le pregunté a que se debía el afecto que le profesaba solo alzó sus hombros y me dijo casi con indiferencia.
-No lo se...quizas porque cuando la miras bien te dan ganas de protegerla...- Yo entendia esa sensación mejor que nadie así que no le dije nada más, volviendo a la realidad mamá dejo ese enorme paquete en mi cama y junto sus manos sobre su pecho mirándome con orgullo, para ella yo ya había crecido y hoy era el dia en que tomaría mi lugar como alpha de la manada.
-Alex...estoy tan orgullosa de tí, aunque tu siempre serás mi niñito- Se acercó a mi y junto su frente con la mía, aquel gesto me trajo tantos recuerdos de la niñez, mamá siempre lo hacía cuando era algún evento importante, incluso tiene una foto de cuando yo había nacido donde hace el mismo gesto conmigo, correspondí y besé su frente, me separé para cambiarme rapidamente ya que la coronación no se haría hasta más el atardecer, salí de mi casa pues estaba ansioso por traer a Dalisha conmigo, conducí observando como la manada también se preparaba para este evento, decoraban balcones con flores, cintas y más adornos, la alegría se sentía en el aire, al llegar a la casa de Dalisha sabía que no estaba muy lejos de la realidad ni siquiera toque la puerta cuando una muy apresurada Zoe me recibió.
-No deberias estar alistandote Alex?
-También es un placer verte de nuevo mamá primeriza...
-No me llames así!!! y bueno entra Dalisha esta...bueno ya lo veras por ti mismo- Ingresé a la sala donde en efecto tanto madre como hija estaban en medio de un caos de moda, vestidos y zapatos estaban tirados por todas partes, Nathan y su padre también estaban en medio de ese fuego cruzado recogiendo todo lo que estuviera caido, en verdad parecía un hormiguero en pleno desorden, no fue hasta que tosí fingidamente y todos se detuvieron un momento.
-A-Alex!!? No deberías estarte alistando para la coronación??- Mi pequeña tenía el cabello desarreglado mientras aún lucía su pijama puesta, su carita de soñolienta era lo mas tierno que había visto en mi vida, incluso sin maquillaje aún seguía siendo la mujer mas bella ante mis ojos.
-Si, debería estar alistandome pero al parecer hay alguien que necesita mas ayuda que yo.
-No para nada todo esta muy bien aqui- Su intento por convencerme sería inútil asi que me le acerqué y besé su frente con cuidado.
-Cariño se que estas nerviosa porque hoy es un dia importante, es por eso que vine a ayuarte...no porque yo crea que no puedes sola...- Ella se sonrojó y bajó la mirada asintiendo suavemente, así que la guié hasta el auto aún con pijama y todo, quiza en medio del nerviosismo y la confusión se olvidó de ponerse ropa informal, la voz de Zoe y la madre de Dalisha me hizo girar cuando deje a Dalisha ya dentro de él.
-Espera Alex!! Nosotras vamos contigo, estuvimos esperando por este día y queremos ayudar a que este preciosa- Voltee a ver a mi pequeña que trataba de arreglar su cabello y sonreí más para mi mismo, ella no necesitaba ayuda para verse hermosa, ya lo era desde antes, acepte que nos acompañaran y después conducí hasta mi hogar donde mi madre conversaba con su extravagante amigo Armand y su mate Odette, ambos eran diseñadores de modas y estilistas que había llamado para que ayudaran a Dalisha, me acerqué a ambos y los salude cordialmente.
-Y bien? donde esta la bella futura Luna?
-Aquí esta, es ella- Me hice a un lado para presentarla y ambos quedaron encantados con ella, se la llevaron a los pisos de arriba acompañados por Dalisha, Zoe y su madre, yo me quedé a solas con mi madre que también se maquillaba con colores suaves y ponia algunos rulos en su cabello.
El atardecer se acercaba mientras la manada entera se dirigía hacía el claro de luna con sus mejores galas, los niños iban vestidos de blanco y yo miraba por el gran ventanal como los pequeños faroles se iban encendiendo a medida que el sol descendia y le daba paso a nuestra brillante diosa, un pequeño carraspeo me hizo girarme para encontrarme con Armand quien estaba ansioso por enseñarme su obra, me dirigí a las escaleras donde Odette acompañaba a mi mate, definitivamente me estaba volviendo a enamorar de Dalisha como la primera vez que la ví en la universidad, su cabello estaba suelto y unos bellos rizos lo adornaban, el vestido azul záfiro le daba un toque encantador a su blanca piel y su maquillaje no era fuerte ni cargado, definitivamente la diosa luna me habia bendecido con una mae adorable y encantadora, tomé su mano suavemente y la besé en el dorso mientras ella se sonrojaba.
-Estas preparada...mi nueva Luna?
-Lo...estoy...- Asentí y salimos de casa hacía el claro de luna donde se haría la ceremonia, al llegar había bastante gente y Zoe buscaba con la mirada a Dimitri quien arrullaba a Dakari con suavidad para dormirlo, Connor también estaba ahí aflojandose el cuello de la camisa supongo que este tipo de eventos no van mucho con él, el consejo ya estaba preparado para dar inicio a lo cual guie a Dalisha al trono de la Luna, y yo me senté a su lado, se dio inicio a un silencio cómodo que era interrumpido nada más por el fluir del agua y de los grillos de alrededor, al final mi madre se acercó a Dalisha y acomodó en su cabello la peineta lunar, era una posesión que ya había pertenecido a la antigua mate de nuestros alphas pasados y ahora mi pequeña la lucía con orgullo, como mi padre no estaba ahí, mi abuela fue quien me otorgó en cambio un medallón de oro que antes había pertenecido a mis antepasados, después de aquel momento solemne la manada estalló en aullidos de alegría y respeto.