La Luna Del Cielo

NOCHES DE LUNA

Angela se había adelantado a su lugar de reunión nocturno, sus padres habian discutido sobre algún asunto delicado, y como siempre lo hacían en esos casos, se retiraron al fondo del terreno para que sus hijos no pudieran escucharlos. Angela cubrió a su hermanito Tomás y apagó la luz; abrió la ventana y se escabulló por ella, ya que sus padres podrían observarla salir por la puerta principal de la pequeña casa con piso de tierra de 2 habitaciones, una en la cual dormía con su hermano menor y la otra que utilizaban sus padres, en la que habitaban desde que Angela había nacido, 10 años atrás.

Angela Y David no podian recordar cuando habia comenzado su amistad, podian recordarse juntos desde muy pequeños; David era meses mayor que ella, en noviembre había cumplido 11 años. 2 años atrás habian tomado la costumbre de reunirse en esa pequeña loma, rodeado de arbustos de café en la que se recostaban en el frio suelo y observaban la luna y las estrellas que para ambos eran fascinantes. Angela miraba al horizonte, estaba tan concentrada en sus pensamientos que no observó cuando el chico se sentó a su lado, la luna estaba en su mayor esplendor, por ello Angela pudo observar la sonrisa de David cuando se sentó agitado a su lado. Angela pensó que había hecho una nueva travesura y escapaba de los resultados de esta nueva acción. --¿Que te pasa Angelina?- dijo muy sonriente; consciente que recibiría un golpe por lo dicho. La niña odiaba que le hablara por ese nombre; sin embargo fue adrede, ya que desde la distancia pudo observar la preocupación en el rostro de la niña. -Angelina tu abue...- dijo la niña, interrumpiendo la  frase para observar la revista que el niño tenia en las manos. -¿De donde sacaste eso?- dijo, cambiando completamente el tema. -Mi tio Oscar me la regaló- contestó. -Mira Angy estos carros! de lujo verdad!!! dijo. Ella lo observó; el niño estaba completamente entretenido observando las fotografias, a pesar de que la luz no era suficiente, parecía que él reconocía las figuras y las continuaba admirando. David era un chico de piel trigueña, cabello negro y rizado y ojos de un color verde intenso. Según se decía en el vecindario, el padre era un joven americano, que doña Rosa había conocido en la capital cuando trabajó en un hotel como recamarera; sin embargo doña Rosa no daba detalles al respecto, aseguraba que David era hijo de un campesino que había muerto cuando laboraba en una  finca en el corte de café en el altiplano y lamentablemente había estado en un cruce de balas entre la guerrilla y el ejercito; todo habia sucedido cuando ella aún estaba embarazada del chico. Doña Rosa había cuidado de su hijo con el apoyo de su hermano Oscar, quien lo amaba como a un hijo. 

-Algún día tendré autos así- Decía el chico haciendo ruido de automovil. Ella sonrió, sabía que su amigo era amante de los autos desde muy pequeño y su sueño era tener una empresa de venta de automoviles; no era muy bueno para los estudios, pero el tema de los números se le daba muy bien. Angela sonrió, en su corazón sabía que él podría lograr todo lo que se propusiera, era inteligente, astuto y con un corazón de oro. 

David interrumpió su felicidad por un segundo y observó a su amiga que parecía muy preocupada. -¿Que te pasa? dijo, mirandola a los ojos. -David, ¿has pensado que será de nosotros cuando seamos adultos?- Él lo habia pensado muchas veces pero quiso restarle importancia para bromear un rato. -Sí,lo he pensado, seré un hombre rico y muy apuesto-. Ella lo miró sorprendida, -eres mu vanidoso- dijo con rostro de desagrado. -Él sonrió-, -Y tú serás una flacucha desaliñada-. Dijo sonriendo. Ella lo observó con rostro de tristeza. David se sorprendió mucho. La niña siempre contestaba a sus puyas con otras; sabía que ella no se sentía ofendida fácilmente, además sabía que él bromeaba; sin embargo esta vez su reacción fue diferente y él se sintió aturdido. Ella dijo. -¿tú crees que cuando las parejas pelean es porque ya no se aman?- Él comprendió que algo sucedía con sus padres y quiso quitarle un poco de pena. -Creo que es normal que las parejas peleen un poco, pero no creo que no se amen, al contrario ¿ no crees?-. Ella lo miró interrogante y él continuó. -¿Tú mamá te ama?- Ella no comprendió la pregunta pero contestó -Claro que me ama-. y el prosigió  ¿y cuando te reprende te deja de amar?-. Ella contestó. -No, me reprende porque me ama-. Él sonrió, -¿viste?-. -¿Que tus padres discutan no significa que no se amen, sin embargo deben resolver sus problemas...o quien sabe? reprenderse mutuamente- Ella asintió. -Yo sufriría mucho si mi esposo me reprendiera-. Dijo mirando hacía el cielo. Él se sorprendió ante el comentario y tomando aire por la nariz dijo. -Yo nunca te reprendería-. Ella se sonrojó de inmediato ante las palabras de David; jamás había escuchado un comentario tal de aquel chico que siempre le hacia bromas y la enfurecia,  sin embargo siempre la cuidaba. -Tú no eres mi tipo- dijo, bromeando con él pero utilizando un tono serio. -Tampoco lo eres tú- contestó él sin inmutarse.-Pero...sino tienes con quien casarte cuando ya seas adulta por ser flacucha y desaliñada, yo podría casarme contigo.- Dijo, aunque estaba seguro de todo lo contrario, para él Angela era la niña más hermosa que había visto en su vida.  De nuevo las mejillas de la chica se pusieron rojas y sintió como la sangre subia hasta su frente. El chico estaba muy atrevido esa noche, pero ella no se ruborizaría, creía que él buscaba intimidarla, entonces contestó. -Prómetelo entonces-. Ahora las mejillas de otro se sonrojaron y la sangre subió hasta su frente. -Por la luna del cielo te lo prometo- dijo él mirándola fijamente a los ojos.




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