La Luna Del Tiempo

Capítulo 1: Sin importar la distancia

En una noche en que la lluvia caía con insistencia y la oscuridad se hacía espesa como un manto impenetrable, ahí yacía yo, tendido sobre el césped empapado. Mi cuerpo estaba cubierto de sangre y lodo, mientras mis ojos contemplaban las nubes negras que dominaban el cielo.

De su interior parecían emerger pequeños fragmentos de rocas, llameantes y de variados colores, como si fueran estrellas fugaces atravesando el firmamento.

Ese misterioso instante de ignorancia y calma se desvaneció rápidamente, durando apenas unos segundos, antes de que una figura sin rostro se acercara, empuñando un látigo negro adornado con espinas afiladas. Luego, una voz femenina resonó, melosa y burlona.

—Te dije que esta pelea sin sentido tendría un solo final, contigo y tus amigos muertos, ¿recuerdas, Noah? — Aquella voz me resultaba extrañamente familiar; despertaba en mí un torbellino de dolor, tristeza y rabia.

De repente, todo se iluminó y a mi alrededor comenzaron a resonar voces que me llamaban con urgencia —Noah, Noah, volveremos por ella, ¡Noah!...

—¡NOAH, DESPIERTA!— Y así, como si todo hubiera sido un sueño, me encontré de nuevo en el salón de clase, con el profesor Ramírez plantado frente a mi pupitre, mirándome fijamente a los ojos. Su expresión dejaba claro que no estaba contento.

– Esta es la décimo quinta vez que te duermes en mi clase en lo que va del año Noah, ¡la DÉCIMO QUINTA! – gruñó el viejo mientras daba media vuelta para dirigirse a su escritorio.

—Perdón profesor, esta semana de exámenes me drenó la energía— contesté excusándome mientras me frotaba un ojo.

—Este año fui muy permisivo con tu actitud desinteresada, pero el próximo... no seré tan amable— comentó con aires de superioridad para posteriormente sentarse en su escritorio.

Segundos después, la campana sonó, lo que significaba que las clases del viernes y del año escolar habían terminado, dando comienzo a las vacaciones de verano. Emocionado, rápidamente comencé a guardar todo en la mochila para salir del salón. Mis padres regresarán hoy de su viaje y quería estar en casa cuando eso pasara.

Ya estaba levantándome del asiento cuando una chica rubia de ojos marrones de repente me toma de los hombros y me gira hacia ella, era Kasey, mi gran y querida mejor amiga, quien traía consigo una sonrisa incontenible y un poco espeluznante. Junto a ella estaba Daniel, nuestro amigo en común quién es el sereno del grupo, y es lo opuesto a Kasey y a mi en cuanto a energía, por lo que siempre que estamos juntos lo dejamos exhausto.

—NOAH mírame a los ojos, escucha— gritó Kasey sin ningún tipo de vergüenza y aún apretándome los hombros— ven a mi casa mañana a las dos de la tarde, los tres vamos a pensar en el ¡mejor! plan para ver la lluvia de estrellas este Domingo.

— Sí, yo ya tengo buenas ideas — comentó Daniel cuya voz se perdió en los gritos de Kasey.

— Bueno está bien, nos vemos –dije sin haber escuchado casi nada debido a mi emoción por llegar rápido a casa.

Me levanté con mi mochila, escapé del agarre de Kasey y salí rápidamente del salón, ignorándolos sin querer.

—Serás hij... —murmuró Kasey detrás de mí.

Kasey y Daniel se quedaron atrás, susurrando ideas, y luego se apresuraron a seguirme, permitiéndome escuchar un poco de sus planes. Nos dirigimos hacia la salida del colegio y, una vez fuera, Roger, el abusón de la clase, se nos acercó. Agarró a Daniel del brazo y, con ayuda de sus amigos Erik y Natasha, lo apartaron de nosotros con un empujón, acorralándolo sin importarles nuestra presencia.

Muy molestos, nos acercamos porque sabíamos lo que pretendían hacer, ya que no era la primera vez que lo acosaban para robarle dinero o golpearlo. Pero justo antes de que pudiesemos decir algo, Daniel nos miró e hizo señas con sus ojos para que nos alejáramos. No parecía estar bromeando, y sentí que, si no obedecíamos, se metería en un problema aún mayor con el trío de abusadores.

Tragándome la impotencia, me di media vuelta y me dirigí a la salida, no sin antes intercambiar una mirada con Kasey, quien entendió de inmediato y fue a alertar a un profesor sobre la situación.

Después de caminar unos minutos de regreso a casa, empecé a imaginar cómo sería reencontrarme con mis padres, quienes habían pasado varios meses fuera en uno de esos largos y constantes viajes de trabajo.

Emocionado ante la idea de verlos, decidí apresurarme y comencé a correr hacia mi hogar, pasando primero por la casa de Kasey y luego por la tienda de Molly's.

Justo cuando estaba a una vuelta de la esquina de mi calle, apareció de repente frente a mí una chica con cabello negro y enormes gafas redondas.

Antes de que pudiéramos reaccionar, chocamos de frente en una caída exagerada: caímos al suelo y, para mi sorpresa, ella terminó cayendo directamente sobre mí, creando una escena cliché que parecía sacada de una película de comedia romántica. Tras recoger sus gafas, ambos nos pusimos de pie de inmediato y avergonzados.

—¿Alex? ¡Perdona, no te vi! —dije al reconocerla.

—No te preocupes... —respondió mientras se colocaba las gafas—.En parte es culpa mía por estar... ¿N-Noah? —añadió, sonrojándose al colocarse sus gafas e identificarme.

Nos quedamos mirándonos en un silencio incómodo hasta que percibí que Alex sostenía una correa de perro en la mano, pero el animal no estaba cerca. Me puse nervioso y las palabras se me hicieron esquivas; quería decirle que su mascota se había escapado, pero me quedé en silencio, haciendo la situación aún más incómoda.

—...bueno, seguiré buscándo a...

—¡ALEX, TU MASCOTA! —exclamé en voz alta.

—¡¿DÓNDE?! —gritó, moviendo la cabeza en todas direcciones.

—Quiero decir, tu mascota se escapó —aclaré, mirándola fijamente a los ojos.

—Ah... —susurró casi imperceptiblemente—. No te preocupes, Luna se perdió hace rato; llevo casi toda la tarde buscándola sin éxito.




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