Me desperté al día siguiente con un terrible dolor en el cuello. Me encontraba recostado en la bañera, sin ropa, sintiendo frío y más arrugado que una pasa. Lo primero que hice fue soltar una risita, porque, sinceramente, era una situación bastante absurda. Lo positivo de la situación era que el agua se había ido mientras dormía; si no, habría terminado con hipotermia y fallecido de la manera más tonta posible.
Segundos después, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Estaba seguro de que tenía que ver con mi sueño, pero no paraba de hacerme la misma pregunta: —¿qué estaba soñando?— reflexionaba en mi mente mientras me levantaba de la bañera.
Al salir, busqué una toalla para secarme y entrar en calor, pero para mi mala suerte no encontré ninguna. Miré la ropa sucia en el suelo y de inmediato supe qué hacer. Tomé las prendas y me envolví en ellas como si fueran harapos, procurando no pegarlas a mi piel para no ensuciarme de nuevo.
Me acerqué a la puerta y, después de asegurarme de que el pasillo estuviera vacío, salí apresuradamente del baño, dejando gotas de agua en mi camino. Mientras me dirigía hacia mi habitación con cierta urgencia, repetía en voz baja: "No te asomes, no te asomes, no te asomes".
Al llegar a la puerta de mi cuarto con una vestimenta un tanto reveladora, Bella estaba parada al pie de las escaleras y, con la cara rígida, dejó escapar un leve exabrupto al verme pasar a toda prisa con poca ropa, su rostro de perturbación lo decía todo.
—¡Buenos días!— exclamé antes de entrar rápidamente a mi habitación sintiéndome avergonzado.
Una vez dentro, cerré la puerta con llave y me dejé caer exhausto contra ella.
—Vaya forma de empezar el día— murmuré distraído en el recuerdo de su rostro como de haber visto un fantasma, hasta que recordé la llamada telefónica que había recibido de mis padres.
Me apresuré a ponerme la ropa y empecé a buscar mi teléfono que seguramente estaba en algún lugar entre las sábanas. Una vez que lo localicé, les envié mensajes de texto a mis padres al instante y les hice un montón de llamadas, todas sin éxito. Después de intentar comunicarme con ellos durante unos treinta minutos, finalmente desistí y me vi obligado a hacer lo que menos deseaba.
Esperar.
—Noah, ¿vas a bajar a desayunar con o sin ropa?— gritó Bell desde el primer piso, burlándose por lo del pasillo.
Caminé hasta la puerta de mi cuarto con el celular en mano y salí para desayunar.
—¡Con ropa!— respondí co nerviosismo
Al llegar a la mesa del comedor, vi a Bella conteniendo la risa mientras trataba de comer sin atragantarse.
—Deberías... deberías tomar un poco de sol— bromeó entre risitas cuando me senté a su lado.
—Por favor no empieces con–
Pero antes de que pudiera decir nada más, ella comenzó a reírse a carcajadas con un sonido similar al de un cerdo enfermo.
—FUE COMO VER UN BEBÉ CORRIENDO JAJAJAJA
—Creo que deberías tomar aire o te vas a ahogar con ese trozo de–
—JAAJAAJAAJAA
Cuando vi que se estaba tomando su tiempo para burlarse, decidí empezar a comer en silencio. Sin embargo, de vez en cuando su risa era tan contagiosa que me hacía soltar una mueca. Sus chistes no ayudaban en absoluto, y al final los dos acabamos llorando. Ella de tanto reír y yo aguantándome las ganas de hacerlo. Quién iba a imaginar que el desayuno resultaría en algo tan caótico.
Después de un rato, los dos terminamos de comer y Bella se fue a su habitación con una sonrisa en el rostro, mientras yo me quedé abajo en la sala listo para perder el tiempo jugando, esperando la hora acordada para ir a la casa de Kasey.
Después de jugar un buen rato, vi que ya eran las tres de la tarde en mi celular y seguía sin noticias de mis padres, lo cual me preocupaba, sobre todo después de cómo había sido nuestra última conversación.
—¿Debería llamarlos? No, probablemente están muy ocupados—seguía pensando una y otra vez mientras intentaba distraerme con lo que fuera.
Aunque me resultaba difícil no preocuparme mientras esperaba impaciente una respuesta.
—¿Y si le echo un vistazo a la oficina?— me pregunté, cediendo lentamente ante mi curiosidad por la situación de mis padres, aunque también sentía cierta inquietud y miedo por no saber nada.
Eso me hizo reflexionar que quizás esta era la primera vez que de verdad necesitaba conocer en detalle qué estaban haciendo realmente mis padres en su trabajo.
Los videojuegos finalmente no lograron mantener mi mente ocupada. Por lo que dejé el control a un lado y me puse de pie del sofá, decidido a buscar respuestas en esa habitación.
Lo único que podría causar un problema era Bella, cuya habitación estaba justo enfrente de la oficina. Si ella me veía entrar en la oficina privada de mis padres, seguramente me impediría salir con mis amigos hoy, pero no había tiempo para dudar sobre si era una buena idea o no.
Necesitaba respuestas, y estaba seguro de que las encontraría en algún lugar ahí dentro.
Con determinación y confianza, levanté la cabeza al salir de la habitación y subí las escaleras al piso superior. Me repetía mentalmente que, sin importar lo que descubriera, debía mantener el control y no demorarme más de lo necesario.
Al mirar hacia arriba, me detuve un instante frente a la puerta de Bella y me cuestioné si estaba exagerando mis preocupaciones y si valía la pena perderme la lluvia de estrellas solo para tranquilizar mis pensamientos. Reflexioné unos segundos antes de darme un ligero golpe en la mejilla para recobrar la confianza que tenía apenas unos momentos atrás.
Me dirigí hacia la puerta de la oficina y me quedé atónito al verla sin llave, algo poco común ya que siempre la cierran al salir de viaje. Aunque en realidad, con Bella trabajando para la misma empresa desde hace varios años y confiando plenamente en ella, lo hacían más bien por mí.