El frío envolvía todo a mi alrededor, como un manto invisible que se aferraba a mi piel. A pesar de que mis párpados permanecían cerrados, una débil luz se filtraba a través de ellos, creando un resplandor apenas perceptible en la penumbra.
—¿Cómo te llamas?
Abrí los ojos de inmediato, sorprendido por una hermosa voz femenina que acababa de perturbar el silencio que me envolvía.
Al dar un vistazo alrededor todo era diferente, me encontraba en una superficie grisácea en el fondo de un enorme agujero.
—¿Hola?— moví los labios pero ningún sonido salió de mi.
Tenía una extraña sensación en todo el cuerpo, me sentía mucho más liviano. Intenté levantarme y al hacerlo me di cuenta del porqué, la gravedad era más débil de lo habitual. —¿Dónde estoy?— pensé, confuso ante la extraña situación
—En mis recuerdos
—¡¿Quién dijo eso?! ¡¿Quién eres?!— pregunté a la voz que parecía provenir de todos lados y a la vez de ninguno. Pero nuevamente, no produje el más mínimo sonido.
—No hay necesidad de hablar, escucho todo lo que piensas— respondió con tranquilidad. —Ahora, yo hice primero esa pregunta ¿Cómo te llamas humano?
—¿Humano?... S–soy Noah— conteste en mi cabeza incrédulo ante la veracidad de sus palabras.
—hmm ¿Cómo te sientes, Noah?
—No lo sé, debí golpearme realmente duro... la luna— dije recordando la explosión.
Al mirar hacia arriba, quedé completamente asombrado por la escena que se desplegaba ante mis ojos. En lugar de observar la luna partida por la mitad y miles de rocas lloviendo desde lo alto, me encontré contemplando un paisaje absolutamente distinto y cautivador.
Ante mí se extendía una vista majestuosa de la Tierra en la distancia, su silueta azulada contrastando con el negro del cosmos. Las nubes blancas se arremolinaban suavemente sobre los continentes, mientras los océanos brillaban tenuemente bajo el resplandor del sol.
Mi mente se llenó de una mezcla de asombro y confusión mientras intentaba procesar este nuevo y desconcertante cielo que se alzaba sobre mí.
—¿Estoy en... la luna?
—Eso es correcto, pero como ya dije, esto es solo uno de mis recuerdos. No corres peligro alguno— comentó aquella voz con delicadeza. —Debemos discutir algo importante, Noah— añadió con más seriedad.
—No.. esto, no tiene sentido— negué ante la afirmación que la misteriosa voz me había proporcionado.
Intenté tomar un respiro para calmarme, pero en ese instante me di cuenta de que había estado aguantando la respiración todo este tiempo, y aún así, en ningún momento me faltó el aire.
—Nada de esto es real— pensé, convencido de que todo lo que estaba sucediendo era solo un sueño, un sueño muy realista.
Desesperado por encontrar una forma de despertar, me acerqué a la pared del cráter dando pequeños saltos. Al llegar, clavé mis uñas en la roca y, aprovechando la escasa gravedad en ese lugar, comencé a escalar mentalizado en no mirar hacia abajo.
—¿Dónde vas Noah?— preguntó completamente serena.
—Me alejo de ti— respondí lo más directo posible.
Después de minutos escalando logré salir del cráter.
Una vasta llanura se extendía ante mí, salpicada de rocas irregulares y profundos agujeros que rompían la uniformidad del terreno. Un frío cortante y penetrante se colaba por cada resquicio de mi ropa, entumeciendo mis músculos y dificultando cada movimiento.
Empecé a caminar sin rumbo, esperando despertar de ese horrible sueño, hasta que en algún punto, el frío se volvió tan extremo que mis dedos comenzaron a tornarse azules.
—Tengo que salir de aquí— me dije a mí mismo, impaciente por encontrar una salida al ver que ni siquiera ese doloroso frío era suficiente para despertarme del sueño.
Repentinamente, una luz cálida y acogedora iluminó todo a kilómetros de distancia, dándome el calor necesario para recuperarme.
Di media vuelta y frente a mí se encontraba una figura femenina de unos tres metros de altura, a quien al instante pude asociar con la voz del cráter. Esta se encontraba apenas levitando sobre el suelo con serenidad a escasos metros de mí.
Su piel, clara como el amanecer, irradiaba un aura celestial. Esta poseía un largo y hermoso cabello trenzado de colores dorado y plateado que emitía un resplandor propio de las estrellas, y unos ojos amarillos que reflejaban la tranquilidad de un atardecer.
Esa entidad vestía con pocas prendas metálicas doradas y plateadas, dejando al descubierto gran parte de su piel, la cual parecía fusionarse con la luz del sol reflejada en la superficie lunar.
—Nos estamos quedando sin tiempo Noah— comentó un poco impaciente
—¿Qué eres? ¿de qué estás hablando?
—Eso es lo que intento decirte— respondió amablemente y con una agradable sonrisa —a partir de hoy, tú y...
De repente, la mujer transformó su expresión tranquila en una de aguda alerta. Descendiendo suavemente del aire, abandonó su estado de levitación y empezó a avanzar hacia mí con pasos elegantes. Con cada pisada que daba sobre el suelo, un rastro de diminutas estrellas brillantes surgía detrás de ella, iluminando su camino con un resplandor etéreo.
—Perdón, nos hemos quedado sin tiempo— exclamó con pesar justo antes de que un violento terremoto retumbara por toda la superficie, derribándome sin piedad.
El suelo comenzó a desgarrarse, y un mosaico de grietas multicolores se expandía rápidamente desde el horizonte lunar, avanzando amenazantes hacia donde me encontraba.
—¡¿QUÉ ESTÁ SUCEDIENDO?!— grité con el corazón desbocado, atrapado en el suelo, incapaz de ponerme de pie por el miedo paralizante.
—La luna... este fue el instante en que se dividió— dijo con voz temblorosa.
—¡NO! ¡Eso fue solo un sueño, ESTO es un sueño!— grité aterrado por lo extremadamente real que estaba siendo todo.