Las mismas palabras salen de su boca que no quería dejarme, tan falsas, tan amargas y tan dolientes en mis heridas. Viendo como se deslizan poco a poco en lo profundo de mi sutura. Allí tenías la respuesta, mi sutura no sanó jamás, lo hizo la sangre corrió como un caudal rigoroso listo para volver a sentir la herida 🥀. Por más que me hiciera la fuerte no servía, yo ya estaba rota.
—Sabes, no tienes otras palabras que usar que esa excusa.
—Theia, deja de ser tan dura conmigo, yo también sufrí, no sabes lo que eh pasado todo este tiempo sin ti (me dijo él en mi oído).
—Claro, claro, y yo soy idiota.
—No seas así, solo déjalo estar (sus palabras eran tan duras y tan fáciles de decir que era lo que más odiaba de él).
—En todo este tiempo he estado solo, no he podido dormir nada desde que perdí tu rastro, desde que ya no te encontré y eso me tenía loco, me enloquecía.
Allí fue donde me di cuenta de que él no cambió, empeoró y que volvía hacer lo mismo, y entonces retrocedí porque ya sabía dónde decía peligro y esa era la señal. Se me quedó viendo como me alejaba de él.
—¿Qué pasa Theia? ¿Por qué te alejas? ¿En qué andas pensando?
—Tú, tú qué hiciste en todo este tiempo? —en tartamudeo le pregunté.
—Tranquila, tómalo con calma chiquita (me decía en voz baja, tan baja que daba miedo).
—Dímelo ya y deja el juego.
Su mirada me lo dijo todo, me lo dijo y en ese momento me derrumbé, todo era él, todo fue su culpa únicamente, por su enfermiza y estúpida enfermedad... adictiva, lo que sea.
—¿Por qué otra vez? ¿Por qué? *Mis ojos ardían y mi corazón latía tan fuerte que quería desbocarse de mi pecho y salir.
—Me dijiste que ya estabas bien, me dijiste que ya no eras así, que ya no podía salir, todo fue una mentira.
—Espera Theia, escucha, no es lo que crees.
*Me tomó de la cintura y me hizo que le mirara pero yo quería irme ya me faltaba el aire y sentía que me iba a desmayar.
—Tú me mentiste y vi aquello, lo vi. Tú me habías dicho que no pasó pero me mentiste, así que tuve que dejarlo ir.
—¡No! Dime que no, ¿por qué?
*Mis lágrimas no me dejaban hablar. El dolor se asomaba en mi pecho. Mi corazón palpitaba tan deprisa que no podía. Llevé mi mano al pecho para amordazar el dolor un poco.
—Tranquila Theia, tranquila —me abrazaba casi me tenía en sus brazos porque mi estado no me dejaba estar depie.
Veía sus hermosos ojos y aún no lo creía que él volviera a hacerlo. Y fue lo último que mi pensamiento me dejó en la mente porque luego todo fue negro lo que vi.
Desvaneció en mis brazos. Mi alma me dolió al tenerla mía pero con esos hermosos ojos cerrados no me gustaba eso. Tenía mucho miedo que algún día ella no los abriera más. Era mi mayor pesadilla... ella ya lo supo, no sabía yo que le pasaba , en todo esté tiempo la vi bien ...