La Luna Perdida

Hogar

Emily

Hace más de un mes que regresé a casa, recuerdo haber bajado del avión un poco aturdida sin saber a donde debía caminar, entonces en medio de la multitud vi un rostro conocido, el rostro de mi hermano. Es curioso porque se veía muy distinto, casi irreconocible, como un completo extraño, pero una vez que nuestros ojos se encontraron supe que era él.

Me tiré en sus brazos y las lágrimas comenzaron a brotar, el pecho me dolía, parecía que los pedazos de mi corazón sangraban más en ese momento. Él no me soltó de su abrazo y acarició mi cabeza susurrándome que todo estará bien ahora, y yo probablemente sentí que así sería pero no podía dejar de llorar, es como si todas las emociones que estuve reprimiendo de repente invadieran todo en mi. Y para ser sincera me sigo sintiendo igual.

Ese día, no hubieron preguntas James, no indagó en que había pasado conmigo, solo me recibió con los brazos abiertos, me trajo a casa y ha dejado que tome mi tiempo para decidir que hacer con mi vida pero realmente no tengo ni la menor idea.

Todos los días es lo mismo me despierto cerca de las nueve de la mañana, a esa hora la casa está completamente vacía, James ya se ha ido al restaurante. Yo lavo mi cara y busco algo para desayunar, normalmente es cereal, no me gusta tanto la cocina. Luego del desayuno enciendo la tv de la sala y siempre busco un canal donde esten pasando algo agradable de ver pero no le presto la mínima atención porque mi cabeza siempre está en otro lugar; a veces recordando, a veces soñando, a veces solo en blanco.

Me acuesto en el sofá en posición fetal con las rodillas muy cerca de mi pecho, como si quisiera mantener los pedazos de mi alma juntos y se siente bien estar de esa manera, sin personas hablando, excepto por el sonido de la televisión que está bastante bajo, solo hay silencio, y eso es una de las mejores cosas de la vida. El silencio.

Cierro mis ojos intentando disfrutar de ese silencio, pero no sé cuando el silencio del mundo real se convierte en el silencio de mi sueño.

*Abro mis ojos y estoy en la habitación alfombrada de rojo, la cama, el sofá con estampando de animal print, todo está en su lugar. La tv está encendida pero no hay sonido alguno. La puerta se abre de golpe y Sheryn aparece; ella sonríe, camina hacia la cama donde estoy sentada, aturdida y coloca un vestido azul sobre ella.

— ¿Niña porqué esa cara?

Me pregunta aún sonriendo, yo estoy sorprendida de verla y quiero abrazarla pero no me muevo, no puedo hacerlo.

— Tú estás muerta.

Logro decir en apenas un susurro y ella comienza a reírse.

— Yo no estoy muerta Emm, vamos te mostraré algo.

Ella extiende su mano hacia mi, yo estoy a punto de tomarla*

Mis ojos se abren y todo está en oscuridad, de repente siento miedo, como si alguien estuviera aquí. Corro en busca del interruptor para encender la luz y no hay nadie solo estoy yo en la pequeña sala, el tv debió apagarse automáticamente al no detectar ningun tipo de interacción con el. Me acerco a la ventana corriendo un poco las cortinas, ya es de noche, otra vez dormí todo el día. No sé porque pero me siento tan cansada quiero dormir todo el tiempo.

Camino hacia las escaleras y antes de subir algo llama mi atención, en la pequeña mesa para cuatro del comedor una hoja de papel amenaza con volar por el viento, llego hacia ella y le coloco un servilletero encima, entonces leo su encabezado "Centro de tratamiento psicológico " Nombre del paciente : Emily Marie Carter escucho las llaves en la puerta principal, luego escucho a esta abrirse y cerrarse, unos pasos que cada vez se hacen mas cercanos y James esta enfrente de mi con cara de curiosidad.

— ¿Emily estás bien?

— ¿Vas a encerarme en un centro psicológico?

Grité molesta y con mucha rabia.

— Emily cálmate, hablemos.

— ¿Hablemos? ¿Qué quieres que hablemos? ¿Qué estuve encerrada por dos años en Berlín y ahora vas a encerrarme tu?

— Es que no sé que hacer, llevas mas de un mes que no sales de tu habitación, comes cereal todo el tiempo y vuelves a encerrarte, no quieres comer, no quieres salir, no hablas, solo lloras ¿Crees que no te escucho llorar todas las noches?

Realmente se ve cansado, pero yo también lo estoy.

— Si tuvieras idea de lo que pasé no querrías encerrarme.

Me siento herida, no lo esperaba de él.

— Sí lo sé, Emily pero no eres la única que estuvo encerrada yo estuve preso ¿recuerdas? Y cuando salí libre no estabas, y no tenia idea de donde buscar, pero hice todo lo que pude para salir adelante y necesito que hagas lo mismo.

No puedo verlo, siento mi corazón doler, me siento como cuando era niña y el me repetía que nuestros padres no volverían para que dejara de ver por la ventana, para que dejara de esperarlos. Tengo esa misma sensación de traición. No entiendo como lo hace, de hecho nunca lo he entendido, ¿Cómo puede seguir como si nada? ¿Por qué a el todo le resulta tan fácil? siempre ha tomado las cosas con calma, se adapta tan fácilmente a las situaciones en las que ha sido expuesto, es como si nada importara lo suficiente para él.

Decido no decir nada más y corro escaleras arriba hacia mi habitación cierro la puerta de un golpe y me tiro en la cama llorando sin parar, porque últimamente no puedo controlar el llanto ni el dolor en el pecho ni la sensación de que me falta el aire, apreto la almohada contra mi cara para acallar el sonido del llanto, en ocasiones mordiéndola y del cansancio que deja el sacar todo lo que llevo adentro me quedo dormida nuevamente...




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