La Luna Perdida

El Club

Emily

— Vas muy callada, ¿Te sucede algo?

Gina me mira con algo de preocupación.

— Ha estado así desde que a Mr. Sexy no se le ha visto por ningún lado.

Yo fulmino con la mirada a Sam y si es cierto que Sergio lleva días sin llegar a la oficina y aun que me da curiosidad saber el porque de su ausencia realmente no creo que sea el porqué de mi animo es simplemente uno de esos días en los que todo es malo, triste y gris.

— No tiene nada que ver con él, solo estoy decaída.

Aclaro. 

— Creo que es el premenstrual, yo odio esos días te sientes morir, nada tiene solución, lloras por todo, y luego puf... Tu ropa interior está manchada de rojo. ¡Maldita sea! Yo concuerdo con Gina pero mi periodo pasó hace una semana así que es simplemente uno de esos días de mi depresión.

— Que suerte tuve de haber nacido hombre, y creo que sus cambios abruptos de humor, sus crisis existenciales por sus hormonas locas es las razón por la que prefiero a los hombres. ¡No hay quien las aguante!

Eso nos causa gracia a ambas pero fingimos estar ofendidas mientras Sam se continúa quejando de lo fastidioso que es vivir con nosotras y nuestras hormonas locas. Luego de una parada en la panadería llegamos a casa finalmente a descansar, yo tomo una ducha caliente, envío unos mensajes a James saludando y me meto a la cama, no supe la respuesta del último mensaje porque me quedé dormida, hasta que una luz y ruidos en la habitación interrumpieron mi sueño. Sam y Gina están frente al espejo con la cara blanca, mientras hablan de los beneficios de las mascarillas de pepino y no sé que mas.

— ¿En serio no podían hacer eso en otro lugar? En la habitación de Sam por ejemplo.

Suelto un poco molesta, a mi no me importa compartir habitación con Gina pero a veces no conoce el respeto. Ella se gira aún y sonríe.

— Finalmente despertaste, ven levántate y date prisa, hoy iremos a bailar.

— Gina estás loca, ¿Qué hora es?

— Son casi las 9:30, el taxi pasará por nosotros a las 10, así que apresúrate.

He estado dormida desde las 6 de la tarde, y hubiese dormido más si no fuera por este par. Estoy a punto de negarme cuando Sam y Gina me callan y comienzan a levantarme de la cama, al parecer no dejarán que me quede o al menos no se darán por vencidos. Después de un par de minutos de súplicas y regaños decido que los acompañaré pero con la condición de que volveremos temprano.

— Ven, ponte esto, ¡Te quedará espectacular!

Ella me presta una falda a la cintura negra con estampados plateados, que forma una campana y termina en la mitad de mis muslos, con un crop top rojo cuello redondo y sin mangas, termina justo donde comienza la falda dejando ver solo una franja de la piel de mi cintura con el movimiento, escojo mis botines negros de tacón grueso que me encantan, el pelo en una coleta con mechones sueltos a los lados, unas arracadas medianas y un maquillaje sutil, solo arreglo mis cejas, pestañas, un poco de blush y humecto mis labios. Gina va impactaste con un vestido plateado corto abierto de ambos lados de su cadera, y con unos finos tirantes alrededor de su cuello dejando descubierta su espalda, su rizos al viento como siempre y su maquillaje perfecto. Yo me quedo paralizada por un momento, juraría que Sheryn está frente a mi.

— ¿ Que? ¿ Porqué me miras así?

Me devuelve la mirada preocupada. Yo invento otra cosa ya que lahe mareado con mis comparaciones con Sher. 

— ¿Vas a salir con ese vestido? Puedo ver que no llevas ropa interior.

— Obviamente Emm, con este vestido no se usa.

— Si pero...

Samuel me interrumpe claramente el vestido es idea suya.

— Esto es New York y vamos a un club super “fancy“ todas las chicas visten así, así que déjalo ya y vámonos que el taxi espera abajo.

No me desagrada el vestido de hecho a Gina la queda espectacular por sus curvas es solo que yo sé que tipo de personas frecuentan esos lugares por muy “fancy“ que sea y me da un poco de miedo que Gina deba pasar cosas incómodas. Quiero decírselo pero ella lo adivina, y susurra en mi oído.

— Tranquila Emm, estamos juntas y somos libres de andar por la vida como queramos. Recuérdalo siempre.

Me guiña un ojo y yo sé que tiene razón, en teoría nadie tiene el derecho de sobrepasarse y faltarnos al respeto independientemente de como vistamos y lo libre que nos sintamos, pero hay personas que no les interesa eso, ni siquiera tienen idea de lo que es respeto. Pero Gin es así testaruda y feliz sin idea de lo peligroso que el mundo puede llegar a ser. Llegamos a un Club llamado El Luxur, me quedo mirando el letrero por unos segundos cuando Gina hala mi brazo, Samuel ha conseguido que entremos sin hacer la fila, camino hacia adentro y luego de eso todo es un deja-vu. Este lugar es exactamente igual al Luxur de Berlin. Es como si hubiese regresado nuevamente, mi corazón comienza a doler, siento una opresión en el pecho, me falta la respiración, miro hacia todos lados, y todo parece como antes que hasta puedo verme sirviendo tragos, suelto la mano de Gina y camino hacia los baños, que sé exactamente donde están. Entro y agradezco que estén vacíos, me apoyo con ambas manos en el lavabo tratando de controlar mi respiración cuando Gina entra y me ayuda.

— Gin...

— Cálmate, no hables solo respira.

Yo respiro con ella no sé por cuanto tiempo hasta que logro calmarme y controlarme, hecho unas gotas de agua a mi cara y me quedo pensativa por unos instantes.

— Este lugar es igual al club.

Gina arregla mi cabello. 

— Quizás se te parece, el ambiente del lugar te hizo recordarlo.

— No Gina, es exactamente igual, incluso se llaman igual, todo está en el mismo lugar, los mismos colores, las ubicaciones de las mesas.

Ella suelta un suspiro. 

— Aquí el proxenetismo y la prostitución son legales, quizás el dueño del lugar conoció el de Berlín, le gustó y quiso tener uno igual, pero créeme que no son lo mismo.




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