La Luna Perdida

Trato

Me levanté muy temprano después de recibir la información que necesitaba, si algo aprendí en el FBI es saber exactamente donde buscar. Pasamos con Gian gran parte de la semana arreglando lo que se podía de la situación Jakob, con un enfoque diferente porque sabemos que la muerte de el menor de esa familia no se va a quedar así, lo que si me tienen un poco preocupado es el silencio. Los Jakob están muy callados desde que se detuvo a Vladimir.

Llego al Hotel y paso directamente al elevador porque sé cuál es la habitación que debo visitar. Toco la puerta dos veces, Michael abre, lleva puesta una bata, aún es muy temprano, su cara sin expresión de sorpresa. Me hace señas para que entre y yo sigo adelante.

— Creí que teníamos un trato.

Le digo sin saludar. 

— Si lo tenemos.

Toma su taza de café mientras se sienta en un pequeño sofá, yo camino y me recuesto sobre una columna, mirando fijamente a Michael.

— Entonces ¿Porqué trajiste a Nathalie y la enviaste a amenazarme?

— Yo no traje a Nathalie y no la envié a ningún lado, la envié a tomar unas capacitaciones que le faltaban como requisitos para el ascenso, pero cuando regresó pidió su traslado hacia acá alegando que miraba mas oportunidades de crecer. Demasiado ambiciosa ¿no crees? Iba a tener un ascenso y lo dejó por oportunidades mas grandes.

Demasiado estúpida creo yo, no crecerá tan rápido aquí, tenia más oportunidad en Washington.

— Entonces ¿Me dices que lo que está haciendo lo hace por su cuenta?

— Ella me llamó cuando recién llegué, nos vimos en un restaurante, quería acceso a todo los archivos de Berlín, me dijo que tenia una pista de una red de tratas de blancas que opera aquí, ya sabes ese tema a las mujeres las sensibiliza. Me comentó que si lo lograba desmantelar aseguraba su carrera aquí en New York.

—¿ Y tú que haces aquí?

Suelta una pequeña sonrisa. 

— Temas políticos, no me mires así que sabes que a mi no me conviene, las elecciones están próximas, no me arriesgaría a un escándalo.

Espero que eso sea cierto, si no yo me aseguraré que tenga ese escandalo. 

— Necesito que me mantengas al tanto de los movimientos de Nathalie, no confío en el jefe del departamento de esta cuidad.

— No te preocupes, si gano el senado, no será jefe por mucho tiempo.

Michael deja su taza de café en la mesa de al lado y me sonríe nuevamente. 

— ¿ Que le hiciste a Nathalie para que esté detrás de ti?

— Nada.

Contesto cortando el tema ya que no me gusta que pregunten sobre mi vida privada. Michael comienza a reírse a carcajadas.

— No me jodas Sergio, eres todo un casanova, pero a la siguiente vez ten cuidado a quien desilusionas porque Nathalie, no te la va a dejar pasar así de fácil.

— Ya veremos.

Camino hacia la salida y decido ir a la oficina ya que no me he acercado a ella todos estos días, imagino el trabajo pendiente que debo tener. Mientras voy en el auto repaso mi agenda para tener por donde empezar. Al llegar entro al edificio y el personal administrativo del primer piso me saluda como siempre.Les contesto cortezmente pero antes de llegar al elevador Roxanne la jefa de recursos humanos me detiene. 

— Señor, buenos días. Que bueno que lo veo hoy. Jerry me envió una solicitud para contratar nuevo personal para el taller de zapatos, solo quería su autorización.

Lo había olvidado, Jerry me escribió para solicitar la autorización pero olvidé responder.

—Si, Roxanne, está bien.

Ella se gira inmediatamente para irse y yo subo al elevador, cuando llego al segundo piso todo está bastante ruidoso, personas corren de unos de los talleres a otro, suspiro y decido que tomaré un café antes de ver que pasa. Entro a la pequeña cafetería y veo los rizos de Gina atrás de la barra. Me muevo al lado de ella para servirme mi café pero esta se asusta.

—¡Dios Santo! Eres como un fantasma, no haces ruido al caminar.

Dice sosteniendo su pecho. 

—¡Buenos días Gina!

— Buenos días.

Me mira con una cara de pocos amigos, mientras termina de endulzar su café cuando termina de hacerlo desliza hacia mi el azúcar para que haga lo mismo pero yo niego con la cabeza.

— Sin azúcar, porque no me sorprende.

Me reclino en el mueble, mientras le doy un sorbo a mi café haciendo un poco incómodo que que ella pueda salir, lo nota y suspira exasperada. Me mira con su cara enojada y me causa un poco de gracia.

—¿ Eres un idiota sabes?

Pero que valor de niña. Pienso sin molestarme en lo absoluto.

— ¿Sabes que soy tu jefe verdad?

Le pregunto tratando de intimidarla con mi sembalbte serio pero a ella no parece importarle. 

— Si lo sé, eres mi jefe idiota.

Me esfuerzo para no reirme. 

— Sé que es normal que los jefes sean unos idiotas pero he pasado muy poco con ustedes como para haberme ganado ese nombre.

— Si, quizas, pero haces llorar a Emily, entonces es lo mismo.

En este momento ya no me hace gracia esta conversación. Ella nota el cambio de mi cara y continua hablando.

— No sé que le dijiste, pero pasó llorando todo el domingo en la habitación, lo cuál es un problema no solo porque yo duermo ahí también, si no porque desde que conozco a Emily he estado ayudándola a que salga de su depresión pero apareces tú y botas todo el trabajo. Tienes suerte que James no está aquí, porque te mataría.

Imagino que si.

— ¿Que te ha contado Emily?

Camino hacia el otro lado de la barra para tomar asiento en uno de los bancos y ella hace lo mismo. Me agrada que Gina sea bastante comunicativa y sin miedo a decir lo que piensa al parecer. Ella se sienta frente a mi, como si no comprendiera la pregunta, pero despues de unos segundos finalmente lo hace.

—  Ah.. sobre ustedes, todo, sé todo.

Lo dice con una mueca, enfatizando en la palabra todo, dándome a entender que sabe hasta los detalles mas íntimos. Suelto una carcajada, creo que por más serio que intente hablar con esta chica es, imposible.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.