La Luna Perdida

No se puede huir

Sergio

— Hey Nico, el Vino de tu familia es delicioso.

Gian prueba el cargamento recién llegado de la toscana, directamente de la botella.

— Vas a emborracharte antes del mediodía.

Este le importa un comino el comentario.

— Jerry, prepara unas botellas para la inauguración del ala nueva de la tienda, también tenemos una caja de champagne para el brindis.

Jerry está saboriando un poco de vino el cuál parece gustarle mucho también.

— Si señor. Me encanta el logo de su marca de vino.

Yo le sonrio, a mi también me gusta es una M con una V incrustada, bastante sencilla pero elegante. La nueva imagen del vino Maccini ahora Mandavier. Insistí en mantener el negocio del vino en memoria de mi madre, quien dedicó parte de su vida en este negocio. Me daría tristeza dejar que todo se pierda, aunque nuestra familia se haya ido a la mierda luego de que ella murió. Quizás sea una manera de mantener parte de lo que fuimos.

Envio a Jerry al edificio mientras reviso la bodega del fondo, como todas las propiedades Manccini hay una bodega oculta, detrás de uno de las grandes barricas, se encuentra una puerta del color de la pared, difícil de encontrarla a menos que sepas que está ahí. Gian y yo entramos después de asegurarnos que nadie nos ve.

— Con esto nos armaremos por si los Jakob aparecen a vengar al niño.

Yo miro hacia todos lados, son estantes tras estantes de armamento militar, parece que equiparemos a un ejército, y al fondo de la bodega una puerta de salida que va a dar a un callejón.

— ¿ Cuanta personas piensas contratar para este armamento?

Pregunto curioso.

— Los que sea necesario, estoy en eso pero debo ser cauteloso porque necesitamos la gente de mayor confianza, me he movido buscando personas que ya han trabajado con la familia antes. Y debo identificar los que pueden ser lideres leales, ya que son a los que colocaré en las vacantes que han dejado disponibles los Jakob.

— ¿Disponibles? Creo que ha sido más bien que les hemos arrebatado.

— ¡Como sea! Pero debo dejar a personas que puedan defender la plaza y no dejarselas arrebatar.

Entiendo, pero aún me sigo preguntando porqué los Jakob no han respondido. Gian me lee la mente porque agrega.

— No estarán callados para siempre y nosotros estamos listos para recibirlos.

Salimos del lugar hacia el segundo piso, Gian continua con la botella de vino en la mano, subo las escaleras del tercer piso, para llegar a mi oficina no sin antes hechar un vistazo al taller. Han pasado semanas desde la última vez que hablé con Emily y aun que decidí mantener la distancia, no puedo dejar de mirar hacia el taller aun que sea un momento en el día. La última vez que estuve cerca de ella compartimos el elevador. Lucía bella con un vestido rosa de cuello alto que resaltaba su curvilinea figura, que aún con la chaqueta de jean no podia pasar desapercibida. Yo no podia quitar mis ojos de ella ese día, incluso reconozco que sentí el impulso de rodear con mis manos su cintura y pegarla a mi para sentir su cuerpo junto al mio. De haber estado solos en ese elevador estoy seguro que no hubiese podido controlarme.

Ese mismo dia Jerry subió con su tablet para mostrarme que habia encontrado el vestido insignia para la pasarela. Cuando me mostró el diseño de Emily quedé tan impresionado, es increíble lo buena que se va convirtiendo cada vez más. Eso me confirma que ella encontró su lugar en el mundo, encontró algo que le apasiona y le hace feliz, ya no está perdida. Es por eso que aún que Jerry hablaba de lo costoso que podría salir, no dudé en aprobarlo y en dejar la misión a Gian de conseguir lo que necesitaba. Además es una excusa perfecta para inflar ciertos precios de confección para justificar ciertas entradas de dinero.

Ese día luego de aprobar el diseño salí de mi oficina después de Jerry solo para ver lo feliz y emocionada que estaba, en ese momento quise estar abajo para recibir uno de esos abrazos que le regalaba a sus amigos. Pero con verla desde aquí me conformo y me hace sentir bien, como en este momento,  me  emociona verla trabajar en su diseño con esa expresión de felicidad en su cara y esa sonrisa que suelta al maniquí al terminar una parte viendo como todo va tomando forma.

— Espero que ese vestido valga la pena, ¿ Tienes idea de lo difícil que es encontrar las crisalidas esas?

Gian se une para observarla trabajar.

— Tiene una gran mente.

— ¿Tu creés? ¡Está loca!

Yo asiento y sonrió. Sí está loca aunque reprima su locura por el miedo que le han dejado todos sus traumas del pasado. Pero es locura está ahí en su interior.

Gian mira su reloj y me hace un gesto para que nos movamos. Luego de buscar mi saco, salimos a toda prisa hacia el estacionamiento. Una vez en el auto conduzco con rumbo a Queens uno de los barrios controlados por los Manccini.

— Entraremos por la parte trasera de la bodega y te quedarás ahí, en el caso que las cosas se pongan feas da la señal a los hombres que estarán escondidos. Por ningún motivo te dejes ver.

Escucho a Gian atentamente y lo sigo, en el juego de los mafiosos yo soy la carta escondida. Ese es mi papel real según Paolo. Entramos y yo me quedo justo en el lugar donde Gian me me ha dicho. Él entra al gran salon sentadose en una silla rodeado de los hombres a los que ha contratado. En el lugar que yo estoy hay una pequeña rendija de ventilación donde puedo observa y escuchar bien lo que ocurre al otro lado. Los sonidos de personas entrando llenan todo el lugar y un hombre parecido a Vlad pero de mayor edad y con kilos de más aparece rodeado de sus hombres.

— Giancarlo Manccini, esperaba ver a Paolo.

Dice esté sentandose en la silla frente a Gian.

— Sabes perfectamente que tanto tu padre como el mio no pueden pisar suelo estadounidense, asi que debemos conformarnos con lo que hay.




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