La Luna Perdida

Cenizas

Nathalie y yo salimos de la cárcel casi corriendo, ella va detrás de mi sin decir una palabra hasta que llegamos al estacionamiento.

— ¿Qué fue lo que hablaron en esa llamada?

Yo no quiero detenerme, no quiero perder más tiempo. Me subo al auto, buscando el teléfono celular llamo a una persona de confianza que podría ayudarme a rastrear el número al que Jakob ha llamado.
Conduzco deprisa sin importarme nada, la parte buena es que la ciudad aún duerme y las calles están casi vacías, pero pronto la ciudad despertará y todo será caos como es habitual.
Finalmente, llegamos al edificio de uno de los mejores en temas de sistemas y hackeos, uno de los más buscados del FBI, pero la persona de confianza me ha dado su dirección y ahora Nathalie sabrá su ubicación. Me encargaré de eso después.

— ¿Qué carajos es este lugar?

— No puedes dar ningún tipo de información acerca de este sitio, recuérdalo.

Ella me mira curiosa y sigue mis pasos.

— ¿Podrías devolverme mi arma? Siento que me atacarán en cualquier momento en este lugar.

Lo pienso por un momento, y decido dársela, ella es bastante rápida, pero nos pueden tomar desprevenidos.
Nos detenemos cuando veo el número de la puerta indicado, y doy dos toques como se me instruyó.
Un joven, de hecho es prácticamente un niño, abre la puerta, nos observa e intenta cerrarla inmediatamente, pero mi mano impide que eso pase empujandola completamente junto con el niño que cae al suelo. Nathalie y yo aprovechamos la situación y entramos rápidamente cerrando la puerta detrás de nosotros.

— Necesitamos tus servicios.

— ¿De que servicios hablan? Solo soy un gamer, paso jugando todo el día y subo videos a la web para ganar dinero.

— Si, claro.

Responde Nathalie, yo le extiendo mi mano para levantarlo del suelo.

— Donatello me envió.

La expresión de su cara cambia.

— Eso hubieses dicho desde el inicio hermano, pensé que eran policías.

Nathalie suelta un gemido con gracia, pero no dice nada. Yo le doy mi teléfono con el registro de llamada que Jakob hizo.

— Necesito que me des la ubicación de donde salió esta llamada, pero lo más rápido que puedas, no tengo mucho tiempo.
El chico se sienta en su escritorio en forma de U con tres pantallas y se dispone a hacer el trabajo. Es bastante curioso todo en él, si tuviera el tiempo y estuviera de humor le preguntaría muchas cosas, pero en este momento solo me importa encontrar a Emily. Aunque Nathalie si está bastante interesada.

— ¿Qué edad tienes?

— Catorce.

—¿Dónde están tus padres?

— A mi padre, no lo conocí y mi madre no sé, en algún callejón buscando droga.

— ¿Cómo aprendiste todo esto?

— No sé, solo se me da. Nací como niño prodigio o algo así, se me dan muy bien las matemáticas, los códigos, los sistemas. Nací como programado para esto.

Contesta todas las preguntas de Nathalie sin despegar su mirada de las pantallas y sin dejar de mover sus manos.
En unos instantes tiene la llamada grabada con subtítulos que traducen lo que en ruso se habló y una pequeña ventana donde pronto aparecerá la ubicación.
Nathalie lee la conversación dándome un par de miradas de vez en vez.

Un sonido sale de los parlantes del equipo y el chico aumenta la ventana para poder ver mejor la ubicación.

— La llamada salió de este lugar, a este lugar.

En otra pantalla busca un mapa donde podemos ver que la llamada salió del Centro penitenciario Metropolitano a las afueras de New York, en lo que parece ser una bodega abandonada.
Saco de mi abrigo un fajo de billetes colocándolo en su escritorio y sin despedirme y dar más explicación salgo con destino a mi auto y la dirección que tengo en mi poder.

Cuando salimos a la calle, la luz del día ya está empezando a dar las primeras señales.
Necesito entrar en carretera antes que todo el tráfico de la ciudad se acumule.

— Nathalie, te dejaré en un lugar donde puedas tomar un taxi.

— No, ya me involucraste, continuaré contigo.

— No empieces con tus cosas...

Ella no me deja terminar.

— No diré nada acerca de tu familia ni de ti, solo... además se hace tarde, no deberías parar.

Dejo de discutir, no tengo tiempo para eso y continuo manejando, marco el número de Gian y le doy los detalles de la dirección, dejando un punto para encontrarnos con todos nuestros hombres de camino al lugar.
Gina ha llamado un par de veces y únicamente conseguí enviarle un mensaje diciéndole que estoy cerca de encontrarla.

Manejo sin importar que, al pasar por el punto de encuentro veo por mi espejo retrovisor las cinco camionetas negras que se unen a mí en caravana. Aumento la velocidad aún más y ellos hacen lo mismo.
Después de una hora finalmente visualizo la bodega, en medio de un campo cercado con malla, manejo hasta el portón y hundo mi pie con el acelerador, este se abre de un solo al ser embestido por mi auto. Continuamos unos metros más adelante y nos estacionamos estratégicamente para estar preparados por cualquier cosa que ocurra.
Me bajo cerrando de un portazo, los chicos de los cinco autos están en su posición, Gian y Nathalie caminan conmigo hacia la bodega, es evidente que ya no hay nadie, pero al menos puedo encontrar alguna pista o quizás dejaron a un solo hombre cuidándola.
Adentro de la bodega todo está sucio, húmedo y vacío. Me adentro más buscando pistas y en una esquina cerca de una silla de metal mis ojos logran reconocer el diseño de Samuel, el vestido rojo que Emily usaba esa noche.
Algo en mí se está derrumbando. 
Tomo el vestido, está sucio, roto, completamente destrozado e inmediatamente la llamada que hizo Vlad viene a mi mente.

— Sergio...

Escucho a Gian llamarme y corro rápidamente a la parte trasera de la bodega, el olor a carne quemada inunda mi nariz, es un olor peculiar diferente a cualquier cosa extraña que haya pasado por mi nariz antes, Una pila de cenizas y huesos humanos que recién se ha apagado confirma la otra parte de la orden que Vlad pidió a su hombre.




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