CAPITULO 4 : A un paso del reencuentro
«Victoria»
Me levanté con el canto de los pájaros que anuncian la salida del sol por el alba. La calma me invade por completo. Hace tiempo que no sentía tanta paz al despertar, y me alegra volver a mi antigua vida; aunque no se si pueda volver a ser la misma de hace tres años cuando no habia guerra, y no tenía que cargar con la responsabilidad de un reino. La que al despertar salía a correr para que la fresca brisa le diera su primer beso y le sacará una enorme sonrisa de alegría para que enfrentará un nuevo día y que nadie la pudiera perturbar... Simplemente nada volverá a ser como antes.
El peso de la guerra, en parte, a afectado mi estabilidad mental. Siento que cargo con cada una de las muertes de cada ciudadano del reino, y lo de menos son los soldados, porque habiendo sido esta una guerra de tan gran magnitud, la perdida de los soldados no ha sido tan grande. Lo que si me ha torturado grandemente han sido la muerte de los civiles ¡Los niños principalmente! Y lo peor es que a veces me culpo por todo, porque en parte fui quien les declaro la guerra; solo me tranquilizan las palabras q mamá en un momento del primer año me dijo: «No te atormentes más, esto no es tu culpa, es culpa de ellos. Si ellos en algún momento no hubieran querido la guerra no la hubieran aceptado »... Y si en lo que dijo tenía toda la razón. En el mundo de la política los más fuertes manipulan a los más débiles a su favor, para no ser ellos los que se ensucien las manos. Yo fui una ficha que movieron y lograron su cometido de forma indirecta. Fui un peon en el tablero de ajedrez que sus reyes lanzaron al campo de batalla diciendo que cuando volviera, todos los verían como un "héroe de la patria" sabiendo que morira en manos del enemigo.
Pero bueno, con eso aprendí que en la vida real los débiles están destinados al fracaso, y a los que los golpes, el sufrimiento, las perdidas y las piedras en el camino nos hacen fuertes el destino nos prepara un futuro incierto donde podemos morir o salir victoriosos, pero algo tendremos: ¡Nos recordarán, por bien o por mal, nos recordaran siempre! También aprendí que ganaremos si la batalla se presta a nuestro favor, así que si va en nuestra contra debemos darle una vuelta y convertirnos en los líderes, "los reyes de la batalla" ¡Y yo le di vuelta a la partida a mi favor!
Me incorporo lentamente y luego me voy a dar una plácida ducha ya que he borrado la parte de correr de la lista de mi rutina.
Salgo de mi habitación encaminándome por los pasillos hacia las escaleras, mientras pienso en lo otro que eliminé de mi rutina: cada mañana al salir de mi habitación me dirigía directamente a la habitación de mi padre para que me diera el dulce beso al que me acostumbró a recibir cada mañana desde que era pequeña. Simplemente ya me hice la idea de no recibirlos por un tiempo indefinido.
Continuó bajando las escaleras y al llegar abajo me dirijo directo al comedor.
- ¿No piensas saludarme? -una voz interrumpe mi andar, por lo que paro y doy unos pasos atrás para averiguar quién se encuentra sentado en la mesa situada bajo el sauce llorón que se encuentra en el área verde en el interior del palacio.
- ¡Mamá! -exclamo con alegría al verla. La abrazo- No, no es que no pensara saludarte, simplemente venía concentrada pensando en algo tonto -hago un ademán de manos para restarle importancia y que no me pregunte.
- Bueno, está bien -me sonrió de manera dulce como la ha hecho desde que tengo memoria- Charles me comentó que Athenas va ha abrir sus puertas nuevamente -asentí con la cabeza- ¿Ya estás lista para comenzar?¿Preparaste todo?
- No lo sé. Creo que lo mejor que hago es no entrar -le confieso, a lo que ella me mira con desaprobación- No me mires así. Acabamos de salir de una guerra, el reino no se ha restablecido aún, no puedo dejarlo así com...
- ¡Victoria! -me llama levantando un poco la voz- No te tienes que preocupar por ello, para eso he vendido. Yo soy la reina no tú. Me haré cargo del reino mientras tu padre esté en coma y tú en la escuela, y no quiero discrepancia de tu parte -me aclaró con voz firme- Mejor vamos cariño -volvió a su estado habitual.
Las dos juntas continuamos el camino a el comedor en silencio.
- "Rosa de Fuego" - me llamó ella por el apodo que me puso de pequeña - ¿Y Susan dónde est... - en ese momento se abren las puertas dejando ver a la anteriormente mencionada que grita un fuerte "Tía Myra" que resuena en todo el comedor - Ya estaba preguntando por tí "mi niña linda " - le dice cortando el abrazo que se dieron; y sí, a ella le dice lo que nunca me ha dicho a mí, ¡es increíble!
- ¡Qué bueno que viniste! - se sienta frente a mí con una enorme sonrisa - Hablando de eso, ¿a qué has venido? - me da algo de gracia sus últimos diálogos.
- Vine personalmente a traer los informes sobre las regiones que Victoria me pidió, y de paso para ya hacerme cargo del reino para que ustedes dos volváis a Athenas y no tengáis ningún tipo de preocupación - sonrió levemente - Cambiando de tema. ¿Cómo está Joseph?¿Cuándo pensáis casaros?
- Joseph está bien , ahora va a ser más difícil vernos debido a la escuela pero bueno... - se encogió de hombros - es lo que toca. Y tenemos pensado casarnos dentro de unos siete años - mi madre asintió con la cabeza dándole su consentimiento, cosa que para Susy tenía mucha importancia.
* * *
«Marco»
Me despierto rápidamente por una pesadilla que redujo a cenizas mi sueño que parecía casi imposible. La imagen que quedó grabada en mi al finalizar la guerra me está provocando mucho estrés, pero peor que eso me tienen las imágenes de aquella noche en la Academia: cada grito, cada suplica, los enormes charcos de sangre y los cuerpos destrozados por doquier ha creado un profundo pesar en mí y me atormentan cada minuto de mi existencia. Todavía no puedo creer que entramos en guerra con otros países, por cierta chica. Pero esa valentía y seguridad es lo que más me gusta de ella. Dejando eso a un lado se pude decir que tenía pensado entrenar con la espada, pero por este estúpido sueño, ya se me han quitado las ganas.
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Editado: 02.01.2025