La Luna Roja: Inicios De Una Nueva Era

CAPÍTULO SEIS

Capítulo cinco: De regreso a la Academia I

«Marco»

Normalmente cuando somos pequeños o estamos en la etapa adolescente nos pasa que cuando al siguiente día va a suceder algo, ya sea ir a la playa (cosa que no hay en mi reino) o al parque, o cualquier actividad que vayamos a realizar en la mañana que convierta el día en algo especial y no siga la monótona rutina de nuestro día a día, algo que suele pasar es que nos dormimos tarde y nos levantamos temprano por la emoción que nos causa o simplemente el hecho de que va a cambiar nuestro día: como pasa cuando volvemos a la escuela después de las vacaciones.

Este último ejemplo que puse se aplica bastante a lo que siento. Normalmente me ocurría esto: acostarme tarde y levantarme temprano sin una gota de sueño. Pero al parecer no solo la situación a cambiado en estos tres años, sino también mis costumbres.

Ahora mi pregunta es la siguiente:

¡¡¿Por qué carajos tenía que después de levantarme temprano siempre, hoy, primer día de escuela después de años, tenía que levantarme tarde?!!

Sí, esto es una mirada, y lo más gracioso del caso es que mi hermano se fue y ni siquiera tuvo la descendencia de levantarme, y de mi querido amigo mejor ni hablar, solo diré que tiene el sueño un poquito pesado y lo he tenido que ir a levantar.

¡No parece siquiera que yo soy el principe!

La buena noticia es que solo vamos una hora y media tarde.

«¡Qué irónico eres!»

Y mi amada conciencia no me ayuda ni un poco.

Si lo habéis podido apreciar estoy algo alterado, y no solo por esta situación de mierda que hará que lleguemos tarde el primer día, sino por Ares.

— ¿Pero acaso no la odiabas?

Y ahí está el jodiendo.

Sino lo entienden os pondré en contexto.

Desde ayer que le dije que estaba nervioso debido a que volvería a ver a Victoria no ha dejado de parlotear e insistir en ello.

— Precisamente por eso lo digo —estoy exasperado— Dije que la odiaba después de dejarla de ver; en realidad no sé cómo vaya a reaccionar al tener que volver a verla.

— Bueno —se rasca la nuca— Tal vez no vaya ha ir.

— Imposible. Durante el corto tiempo de ser compañero, la conocí lo suficientemente como para asegurarte de que no va ha faltar —le afirmo muy convencido de mí mismo— Además, tampoco es que sea la monarca del reino como para no poder ir porque se tiene que ocupar de este.

— Pues mal por tí... creo —me mira el silencio— No te veo muy mal por tener que verla de nuevo aparte del nerviosismo, que lo que parece es que tienes las hormonas revueltas —hace una pausa— ¿Tu no tendrás las hormonas revueltas no?

— Por supuesto que no... creo.

— Yo no sé a tí, pero a mí me emociona el hecho de volver a la escuela —lo miro raro. Es decir, Ares es muy inteligente pero es un poco perezoso algunas veces y no creo que la escuela le emocione mucho después de unas largas 'vacaciones' como él dice— Ya quiero ver todas esas hermosas chicas, ya con sus cuerpos mucho más desarrollados... —lo miró de soslayo logrando que se calle— ¿Qué?

— No, no pasa nada.

Y en realidad si es así, es que a veces se me olvida de que Ares no iba a poder entrar a la escuela hasta el segundo mes porque estaba algo ocupado con las pruebas para alcanzar el cargo que tiene hoy en día en el ejército, así que no sé porque fue tanta la coincidencia que entró precisamente el día del eclipse.

Por lo menos ya se ha callado...

— Tal vez deberías buscar una chica tu también —mejor el que se calla soy yo— Así creo que será más fácil olvidar a la princesa demonio.

— Ares, no tengo ningún problema en que seas así, pero sabes que ese no es mi estilo.

— Se me olvidaba que eras el protagonista masculino perfecto de una novela de romance juvenil.

— ¿Yo? —le pregunto— Ese serás tú: el chico malo, mujeriego, que vuelve locas a todas las chicas del instituto pero se enamora y se convierte en toda una dulzura de chico.

— Es verdad, soy perfecto.

— Yo no he dicho que seas perfecto.

— A ojos de las chicas jóvenes si lo soy.

— No lo dudo en lo más mínimo —respondo con sarcasmo.

Ares se ríe y finalmente se calla, lo cual agradezco profundamente. Aunque sus comentarios a veces son molestos, no puedo negar que me alegran un poco el día.

* * *

«Victoria»

Si anteriormente estaba nerviosa y ansiosa, hoy lo estoy diez veces más.

Lastimosamente por fin ha llegado el reinicio de las clases, y los nervios han empezado ha hacer estragos desde la noche anterior, por lo que no he podido dormir lo suficiente. Lo único que no sé, es como Susan está tan calmada, leyendo las noticias en su tablet sentada a mi lado tomándose un café cuando yo casi no he ni desayunado ¿Por lo menos no podría mostrarse un poco afligida por el hecho de que no podrá ver a su prometido en unos cuantos meses? Tal vez si lo hiciese no me sentiría tan mal, ya que podría decirme a mí misma: «No te preocupes Victoria, no eres la única que está mal por tener que volver a ese sitio». Pero no es así ¡Mi mejor amiga no hace nada por tranquilizarme.

— ¿Podrías tranquilizarte? —y eso es lo único que sabe decirme— Me pones de los nervios con tu bendito tic nervioso.

Eso no es mentira. Cuando estoy nerviosa o estresadas empiezo a repiquetear los dedos en cualquiera que sea la superficie dónde tenga apoyada mi mano, en estos momentos es el reposabrazos del auto ¡Pero eso no es un tic nervioso!¿O sí lo es?

— ¿Cómo que me tranquilice? —pregunto incrédula— ¿Sabes acaso lo difícil que es para mí volver al sitio donde he visto uno de los escenarios más horribles del mundo?




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