Capítulo seis: De Regreso a la Academia II
«Victoria»
¡Mierda!
Mis más sinceras disculpas hacia las queridas personas que me enseñaron modales y a usar un correcto vocabulario, en especial a mi madre, pero no creo que halla una palabra que no sea tan sucia para describir la situación actual.
Las ganas de querer matarlo y las ganas de sonreírle se están enfrentando en una batalla campal en mi cabeza.
Marco acaba de llegar, joder, y yo en vez de evitarlo lo primero que hago es dirigir la mirada hacia él, y jodidamente él tenía que encontrarla, y de paso se está acercando a donde se encuentra mi mesa.
Si se va ha acercar, por lo menos que tenga en cuenta a mi amiga y al chico que está conversando con nosotras, porque yo también lo tendré en cuenta a la hora en que la ira y el odio se hagan totalmente presentes en mí y tenga ganas de acabar con su existencia.
— Hola —y eso es lo primero que dice al llegar ante mi mesa con una dulzura de sonrisa.
¡¿Por qué tiene que ser siempre tan educado?!
— Hola tío —lo saluda el chico pelirrojo con el que hablábamos anteriormente.
— ¿Se conocen? —le doy las gracias a Susan por preguntar, porque no creo tener voz para hacerlo.
— Por supuesto, Marco es mi mejor amigo de toda la vida —responde Ares, y yo creo que me va ha dar un infarto— ¿Hay algún problema con eso? Porque viendo vuestras caras al parecer sí.
— ¡No, no ningún problema! —le aseguro para no tener malentendidos, porque Ares me cae bien y no quiero perder su amistad por su mejor amigo— Solo que no parecías el tipo de chico que el príncipe heredero del reino ángel escogería para ser su mejor amigo.
— Tenéis algún problema con que un plebeyo sea amigo de un prín…
— Victoria no se refería a eso Ares —interviene Marco. Extrañaba esa jodida voz tan melódica— Se refería a que tienes una personalidad muy diferente a la mía.
— Ah, sí… Es verdad, este nene es muy aburrido —se burla. Eso es lo que más me ha llamado la atención de él, es un chico muy divertido y con muy buenas energías— ¿Ya ustedes sí se conocen no? —se refiere a nosotros tres, aunque a mi parecer solo se está refiriendo a Susan y a su amigo, no a mí.
— Sí, los tres empezamos juntos aquí en la academia —nuevamente le doy las gracias a Susan por intervenir.
— Marco, te escogí esta mesa para ti —el chico de ojos dorados le señala la mesa que queda al lado de la mía donde estaba sentado anteriormente.
Sin tiempo para decir nada en ese momento un hombre joven, del cual no puedo definir la edad debido al extremadamente lento proceso de envejecimiento, pero aparenta tener unos treinta máximo, así que debe de tener más de triplo de esa cifra.
Ares se sienta en la mesa que se situa enfrente de Marco y al lado de la de Susan, quien me da una mirada preocupada antes de girarse para sentarse bien en su lugar.
— Te importa si me siento aquí —se me pone la piel de gallina al sentir el cálido aliento que acompaña ese susurro cerca de mi cuello.
— No, no pasa nada —le respondo mostrando serenidad y no lo que verdaderamente estoy sintiendo— No te creas tan importante.
No puedo evitar decirlo, y el solo sonríe negando con la cabeza y acomodándose en su sitio.
* * *
«Ares»
— ¿Se puede saber por qué carajo hiciste eso?
Si se preguntan quién es ese, os lo digo, es Marco, y si también se preguntan por qué la acusación, es por haberle guardado la mesa de al lado de la princesa del Reino Demonio.
— ¿Cuál era la necesidad de ponerme precisamente a su lado?
— Te seleccioné ese sitio para que estuvieras cerca de mí —eso no es del todo incierto.
— ¿Y por qué mejor no escojiste la de enfrente tuyo?
— Porque esa era la única vacía a mi alrededor.
— ¿Y no pudiste situarte en el otro extremo del salón?
— Estoy al creer que te pones para hacer preguntas tontas en los peores momentos —me mira incrédulo— Por supuesto que no podía escojer otro sitio ¿Es que acaso no viste la belleza que tiene como mejor amiga?
— ¿En serio tu vendes a tu mejor amigo por una chica?
— Por una chica no, pero por tal belleza obviamente que sí —no me tomen como una mala persona, es que la chica está buena en todos los sentidos— ¿Es que no has visto esas preciosas curvas, esos ojos y esa jodida boca que hace que cualquiera caiga en tentación?
— Te importan más las curvas que tengan que la cantidad de neuronas que tengan en el cerebro—niega con la cabeza— Me has decepcionado tío.
— Eso no es así. Como te dije, esa chica es una belleza en todos los sentidos, así que también me refería a la belleza intelectual.
— Ares, es una buena chica deja el juego con ella —me advierte y sin dejarme refutar añade— Además, creo que tiene hasta novio.
— Por supuesto que no —me niego a aceptarlo.
— ¿Es que no le has vis…
— ¡Marco Loren! —exclama una chica elfo, rubia, con unos bonitos ojos llamado nuestra atención.
— Lilian, hola —Marco si la conoce, y yo, no tengo ni idea de quién es.
— ¿Cómo has estado chico? Hace mucho que no sé nada de tí, y recuerdo bien que me prometiste vernos algún día, mejor hubieras dicho dentro de unos años.
— He estado bien —una sonrisa un poco melancólica se dibuja en el rostro de mi amigo— Y respondiendo a lo otro, jamás me hubiera imaginado que tres días después se desencadenaría una guerra en el continente —tiene toda la razón. La guerra distanció a muchas personas, ya sea a por poner kilómetros de distancia entre ellos, o la barrera entre la vida y la muerte— Cambiado de tema —me mira a mí— Ares, ella es Lilian, la chica que nos ayudó a mí y a Victoria tras lo ocurrido la noche del eclipse.
— Un gusto en conocerte linda —recuerdo que Marco me contó que una chica lo había ayudado, ¡pero nunca me dijo que Victoria estubiera con él! Aún así, disimulo mi desconcierto.
— Igualmente Ares —responde con cortesía— ¿Están en el mismo salón en que comenzaron aquí hace tres años?
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Editado: 02.05.2025