La Luna Roja: Inicios De Una Nueva Era

CAPÍTULO OCHO

Capítulo 8: Salida Nocturna II

«Marco»

La cena en el pequeño restaurante transcurrió tranquilame entre conversaciones, algunas bromas y en ocasiones aparecía alguna indirecta. Pero bueno, no puedo decir que fue algo incómodo, al contrario, ese fue un momento muy relajante.

Cuando en el mediodía durante el almuerzo Ares propuso salir en la noche, me negué a aceptar rotundamente, ya que pensé que sería demasiado incómodo debido a lo que se ha desarrollado durante estos últimos tres largos años. Pero pasó todo lo contrario, fue como si hubiéramos viajado en el tiempo, a cuando solo teníamos quince años, a cuando 'ella' aun sonreía sin necesidad de forzar sus labios. La extrañaba, no puedo negarlo, necesitaba verla, ver que estubiera bien y que no le hubiesen hecho ningún tipo de daño. Lastimosamente si le hicieron un enorme daño mental, ya que a la legua se le ve que ya no es la misma chica que conocí en la academia. Aunque gracias a ello puedo reafirmar que yo no soy el único que cambió durante el trascurso de la guerra. No quiero ni siquiera imaginar el nivel de afectación que ha tenido.

Lo único que no me explico es el porqué me odia. Es verdad que nuestros reinos fueron los que más pelearon entre sí, pero eso no tiene nada que ver, no debemos mezclar lo político con nuestra vida personal. En fin, es algo difícil ya que esta chica tiene una de las mentes más complejas que pueden existir que yo sepa.

— ¿Se puede saber a dónde nos dirigimos? —pregunta Victoria abrazándose por el frío— Este lugar no me da muy buenas vibras.

— ¿Tiene miedo la princesita de que le intenten hacer algo? —sonrío entonado los ojos hacia ella.

— No tengo nada de miedo Loren —afirma desafiante— Para algo traigo a mi guradaespaldas conmigo.

— Pues reza que no se aparte ni un segundo de tu lado en el lugar al que vamos, porque dudo que alguien no te identifique como la princesa del Reino Demonio, y el que no lo haga, te aseguro que no tendrá las mejores intenciones contigo —enarca una ceja mientras me ve con cara de pocos amigos— ¡Por el amor de los Dioses! Victoria, venga ya, sabes bien que quien quiera que te mire lo hará con malas intenciones, ya sea por una o por otra.

— No, no todos lo hacen —niega con la cabeza bajándola un poco cerrando los ojos.

— Pues ilumíname.

— Tu y Ares no lo hacen —al decirme esas palabras volvió a mirarme a los ojos, y joder, creo que se me paró el corazón durante diez segundos, y menos mal porque en estos momentos no querría tener un paro cardíaco, y mejor que no se pare nada, aunque pensándolo mejor prefiero que se me pare el corazón a que lo haga mi amiguito de por allí abajo.

— Sí, puede que Ares no te vea con malas intenciones, pero yo tu no estaría tan segura de que no te veo con malas intenciones —le advertí— Y para que sepas, yo pertenezco al segundo grupo.

La dejé con la boca abierta literalmente. Pero bueno podría apostar cualquier cosa a que no se esperaba para nada mí respuesta. Aunque no la puedo culpar por eso, tengo que aceptar que ya no soy aquel que ella conoció a los quince, hay que aceptar que la mayoría cambiamos, aunque mi mejor amigo es la excepción.

— ¡Podrían dejar de ligar y acordarse qué nosotros tres estamos aquí! —exclamó Ares, vaya milagro.

El comentario de mi amigo logró sacar risas a las chicas, siendo la excepción la que camina a mi lado, a quien no le ha hecho nada de gracia las palabras dichas. Al ver a las otras dos la alegría me invade, y no es por nada, pero como dijo mi tío me interesó demasiado por las personas, y así es, ver a los demás felices me hace feliz a mí. Observo fijamente a Susan, que va entre Lilian y Ares, y veo que tiene una risa preciosa, para mi no tan linda como la de su amiga pero linda, lo que me hace pensar en la conversación que tuve con Ares esta mañana, tras el decirme lo bella que le parecía, y no culparía a alguien por sentirse atraído por ella, porque milagro sería si no lo hicieran. Debo admitir que su prometido es un afortunado, pero ahora pensándolo mejor creo que nunca le llegué a decir a Ares sobre la existencia de este, y es algo que debo hacer lo más pronto posible, conociéndolo como lo conozco ya ha empezado con la etapa de conquista, aunque creo que esta va ha durar más de lo normal, pero volviendo a lo que estaba, tengo que decirle, porque conozco a mi amigo y también cuán fuertes llegan ha ser sus encantos y no quiero que la relación de Susan se acabe por culpa de la calentura de ese pelirrojo.

— Ar…

— Y aquí estamos mis queridos amigos —me interrumpió Lilian y abrió los brazos señalándonos el sitio que teníamos enfrente— Les presento al Rey del Karaoke.

— ¡Vaya, que nombre tan original! —exclamó irónica Susan.

— Concuerdo totalmente —la siguió su amiga con una risita casi imperceptible.

No logro entender como Ares se ha mantenido tan callado. ¿O es que he estado tan ocupado hablando con Victoria que apenas le he prestado atención? Es difícil en estos momentos para mí saber la respuesta. Pero bueno, prestando atención a lo que me rodea defino que no es el peor lugar en el que he estado pero puedo concordar con Victoria, este lugar no transmite las mejores vibras. A nuestro alrededor se alzan las estructuras de diferentes clubes nocturnos, casinos y bueno, este karaoke. A nuestras espaldas pasa la calle inmensamente desolada, por no hacer mención de los oscuros y silenciosos callejones qué se sitúan entre uno que otro negocio con sus edificios consecutivos.

— ¿Y a ustedes qué más les da el nombre que tenga? —preguntó Lilian mostrándose ofendida en un uno por ciento.

— ¿Tal vez pesadillas por tan poca originalidad? —añadió el pelirrojo a la conversación, y ya había tardado demasiado en hablar. No es por nada malo pero es extraño en él que no hable.

— Lo dudo mucho —su voz sonó firme y segura— Les aseguro que tras esta noche mañana se les habran olvidado muchas cosas, entre ellas este 'precioso' nombre. Vamos, entremos. —nos incitó a caminar dentro de edificio— Además, el nombre es muy directo, lo que ayuda a que las personas no piensen que es otra cosa.




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