Capítulo 9: Un Nuevo Despertar
«Marco»
La luz del sol y el trino de los pájaros conjunto al perfecfo cuerpo al que abrazo hace mi despertar perfecto. La pego más a mi pecho para poder disfrutar aún más el calor que emana de su cuerpo, inhalo profundamente el dulce aroma que desprende su cabello.
Al abrir los ojos lo primero que veo es el rojo de su cabellera, solo que no sé porqué lo percibo de un tono más oscuro, pero bueno puede ser porque hay una iluminación más tenue que en los otros lugares donde la he visto.
Seguidamente deposito un suave beso en su cabeza quedándome ahí durante un rato.
La siento removerse contra mí y me levanto para verla y detallarla mejor como se levanta esta preciosidad de chica que tengo entre mis brazos.
— ¿Qué mierda? —grito por la sorpresa.
— Ay, deja de gritar —dice la chica pelirroja que no es Victoria que está a mi lado— Hola guapa.
— ¿Quién eres?
— ¿No nos presentamos? Está bien, me llamo Ares.
— ¿Qué? —grito aún más alto.
— Por favor deja de gritar, que ya bastante tengo con la resaca —se queja frotándose las sienes.
— ¿Se puede saber como estás tan tranquilo teniendo pechos en vez de pectorales?
— ¿Qué? —corre hacia el espejo del tocador para verse y yo lo sigo.
En estos momentos me estoy preguntando qué carajos nos ha pasado. Ahora somos prácticamente nuestras versiones femeninas. Lo único que se refleja en el espejo son dos chicas: una pelirroja y una rubia. Parecemos modelos de revista.
— ¿Campeón, qué te ha pasado? —preguntó con voz lastimera.
— En verdad no tengo idea de que me ha pasado Ares —expreso confundido.
— ¡No te estoy hablando a tí, le estoy hablando a mi campeón! —señala sobre la fina tela de las bragas qué trae puestas el lugar donde debería estar su amigo.
En este momento es que me percato de que yo también llevo ropa interior de mujer. Creo que está mañana me va ha causar pesadillas como mínimo por los próximos cinco años.
— Está bien, lo mejor que hacemos ahora es mantener la calma y respirar profun…
— ¿Podrías decirme como puedes respirar con esto apretándote —señala el sujetador— y con este enorme peso? —salta dos veces para que vea como sus pechos se mueven tras la actividad.
— ¿Es en serio? —lo miro mal. Me pregunto cómo es que puede estar jugando en una situación tan seria.
— ¿Sabes acaso lo que pesan y lo mucho que halan de aquí? —señala la parte superior de su pechos, maldita sea, que raro se oye eso— Inténtalo para que veas —me incita a que salte con él.
— No, muchas gracias. No quiero comprobar tu descubrimiento.
— Pesado.
— Idiota —contraataco.
— ¿Dónde estamos? —y sí, aunque no lo crean ahora es que se viene ha hacer esa pregunta. Ustedes ya saben, es más importante ver como tus nuevos pechos rebotan que saber en dónde estás para ver si te hicieron o no una cirugía de cambio de género.
— Estamos en la habitación de Victoria —respondo a la única pregunta que ha hecho para la que tengo respuesta.
— ¿Y cómo llegamos hasta aquí?
— Yo me quedé dormido aquí, ahora cómo llegaste tu, no lo sé.
— ¿Así que dormiste aquí? —su mirada pícara buscó la mía— ¿Así que tu y Victoria…?
— ¿Qué te parece si nos centramos ahora en lo importante que es el tema de nuestros cuerpos?
— ¡Hay que ver que eres aburrido! —refunfuña mientras respira para calmarse— Está bien. Es más que obvio que nos han echado algún conjuro o hechizo que obviamente no podemos romper ya que si lo pudiéramos romper no nos lo habrían echado. Hay dos opciones, la primera es que se rompa tras determinado período de tiempo, y la otra es que solo quien lo hizo puede revertir los efectos.
— Así que para saberlo, sea cual sea de las dos opciones, tenemos que encontrar a las 'señoritas' —deduzco.
— Exactamente —sonríe orgulloso de su aporte— ¿Ahora, cómo ir a clases?
— Eso está más que hecho —me miró extrañado— Eso de ahí —le señalo una puerta— es su vestidor. No creo que halla algún problema en tomar algo de ropa prestada.
— No podría estar más de acuerdo amigo mío —chocamos nuestras palmas.
* * *
Puedo decir que usar ropa de chica no es tan incómodo, no es que no sea incómodo, ya que aún no me acostumbro a la falda y sentir las pierna tan expuestas, y mucho menos a las tantas miradas que van dirigidas a nosotros. Aún así nos encontramos casi llegando al salón ya que no podemos rendirnos ante las adversidades. Ya quiero ver las caras de esas dos cuando nos vean llegar con sus uniformes.
Cuando entramos en el salón todos se nos quedan viendo, aunque espero que sea porque no nos vieron ayer y no porque resaltemos demasiado.
— Hola Mariana y Ariana —nos saluda la pelirroja causante de todo este problemas que nos tiene así.
— Hola Vicky —la saludo y le sonrío con hipocresía— ¿Cómo dormiste?
— Como un angelito —levanta una ceja mientras sonríe levemente.
— ¿Como un angelito o con uno? —puedo ser un arbusto espinoso cuando me lo propongo.
— Digamos que las dos cosas son válidas —sonríe victoriosa. Odio cuando hace eso, siempre tiene que tener la última palabra, y obtener como dice su nombre: Victoria. Odio que siempre salga victoriosa en todo.
— ¿Pueden ya de dejarse de tirar indirectas y pullas? —se dirige a nosotros 'Ariana'.
— Como quieras Ari.
— Gracias amiga.
— Ahora sí, ya dejemos el juego. Victoria —dirijo la mirada hacia ella— ¿Podrías decirnos que nos hicieron y como volver a ser como lo era antes de quedarme dormido?
— Creo que la parte de qué es la saben muy bien, ya que son solo tres palabras: cambio de género.
— Y lo segundo, el hechizo durará solo un día, así que para cuando tengamos que venir al salón ya habrán vuelto a sus formas originales —interviene Susan— ¿Así que, listas para un dia de chicas?
— No podría estar más 'emocionada' por ello —responde Ares sarcástico.
#2592 en Fantasía
#1252 en Thriller
#610 en Misterio
romance adolecente, misterio y traicion, fantasía criaturas miticas
Editado: 12.04.2025