Capítulo 12: ¿Me Arrepiento De Haberlo Hecho O No? I
«Susan»
Solo puedo ver a Vicky salir de aquí al igual que los demás. Siento una enorme tristeza en lo más profundo de mí ser tanto por ella como por mí misma. Mi tío Dániel era una gran persona y si ya lo extrañábamos estando en coma, ahora que sabemos que no lo veremos nunca más, deja un vacío tanto en nuestros corazones como en este palacio que nunca más va a volver ha ser el mismo. En este momento desearía estar entre los brazos de Joseph mientras él me consuela y dice palabras reconfortantes para poder afrontar tal situación.
Siento que alguien me toca el hombro por detrás así que me volteo y no sé si me sorprende en realidad que sea Ares quien se encuentra allí. Se balancea hacia adelante y atrás sobre sus pies cual niño que le quiere pedir algo a su madre.
—Hola —me saluda apretando los labios, y puedo comprender que está debatiendo internamente si es buena idea hablarme o no.
—Hola Ares —le sonrío con la mayor calidez que me es posible demostrar en estos momentos— ¿Qué necesitas?
—Quería preguntarte si querías dar un paseo y así me puedes mostrar los alrededores del palacio.
En verdad pienso que es como un niño. La mayor parte de su actuar es como el de un niño, por supuesto, teniendo como referencia los días que llevamos conociéndonos, así que por ahora para mí es como un niño ya que la parte de él que me ha mostrado es esta, por lo cual puede que exista otra parte de su personalidad que yo no conozca y no sea igual de juguetona que esta.
Puedo interpretar bien que más que porque le enseñe algunas zonas del palacio es para que no me vaya a llorar a mi habitación y a deprimirme al igual que mi mejor amiga, o por lo menos es lo que mi aún conmocionada mente quiere creer.
—Por supuesto, me encantaría —le sonrío ahora con agradecimiento por no dejarme marchar y por mantenerme ocupada durante un rato— Pero antes mejor vamos a comer algo. Todo esto me ha dado hambre.
Los ánimos me han aumentado un poco aunque solo ha sido una cantidad mínima. Este chico debe de tener algún don para hacer que las personas se sientan bien a su alrededor, y admito que jamás me he sentido molesta por sus constantes intentos de ligar ni por sus insinuaciones, al contrario, le ha parecido muy lindo.
Nos guío por los extensos pasillos del primer piso del palacio hasta llegar a la enorme cocina, la cual es un 'templo sagrado' según nuestro 'querido' cocinero.
—Hola Sam —saludo al anteriormente mencionado y 'alagado'.
Sam es un hombre joven, solo es algunos años mayor que nosotros, así que cuenta con unos veintisiete años. Su cabello es de color castaño claro y su tez es blanca. El color de sus ojos es de color violeta intenso, no como los míos que son de un violeta claro. No hay mucho que lo diferencie de los demás, se puede decir que en cierto punto es algo común. Lo único por lo que se le conoce en la ciudad es por ser el guapo cocinero del palacio que rechaza a todas sus pretendientes por lo que se rumorea que es homosexual. Es obvio que esos son rumores inventados por las personas porque estoy cien por ciento segura de que ni siquiera tienen una fuente confiable, pero no les quito el hecho de que sí lo es, solo que a nadie se le a confirmado esto, de todas formas es un asunto que no les concierne, y a él poco le importa lo que se hable de su persona.
—Hola Susan. ¿Qué necesitas? —tiene unas hierbas sobre la isla de la cocina.
Conozco bien a este chico y sé que por muy antipático que parezca al hablar en el fondo es un gran amigo y nos tiene mucho cariño tanto a Vicky como a mí.
—En primer lugar saber qué es eso.
—Prepararé una infusion para el dolor de cabeza de la señora y también le enviaré a Victoria a su habitación.
—Perfecto. Lo otro que necesito es saber si podrías preparar algo para mí y mi acompañante —doy un paso hacia un lado y señalo al pelirrojo con el dedo pulgar.
—¡No me jodas! —habre la boca y luego sonríe con alegría— ¡Por fin! ¡Pensé que jamás dejarías a Joseph!
—¡Ya quisiera yo hermano! —aclaró Ares por mí, aunque creo que mejor lo hubiera hecho yo misma.
—¡Ves! —señala a Ares extendiendo los brazos hacia adelante y las palmas de las manos hacia arriba— Le gustas, y de paso es más guapo que tu 'prometido'. No puedo comprender por qué no puedes dejar a aquello por esto —ahora lo señala como si fuera una obra maestra.
—Sam, en serio. Ya hablamos de esto. Por favor, déjalo ir —le respondo cansada por dirigirnos nuevamente a este tema.
—Está bien lo dejaré, pero te lo vuelvo a decir por si acaso se te ha olvidado: ¡Lo que sientes hacia él no es amor de pareja! —repite lo que me ha dicho ya cientos de veces— En veinte minutos les llevo algo al comedor.
—Gracias por tomarte el tiempo para prepararnos algo —especifico.
Sin esperar para ver si me dice algo agarro a Ares por la muñeca y lo conduzco directo al comedor.
—¿Puedo preguntar sobre a qué se refería con eso último? —el tono de curiosidad en su voz es imposible de oculta, pero también lo es la inseguridad por no haber hecho la mejor pregunta en este momento.
—Dejemos esto para después, sino no podré comer nada.
—Está bien.
Tal y como Sam lo prometió, veinte minutos después de aquella frustrante conversación teníamos frente a nosotros un cóctel de frutas y algunos aperitivos que nunca había visto pero que estaban buenísimos, como todo lo que Sam prepara.
Luego de comer guié a Ares por los alrededores del palacio para mostrarle el jardín y en diversos momentos le conté ciertas anécdotas de mi infancia al lado da Victoria. Ahora es que llego a comprender cómo es que Marco lo tiene de mejor amigo, y creo que yo jamás habría escogido a otro que no fuera este chico que tengo al lado. Es muy divertido pero a la vez es muy comprensivo y serio para determinados temas, así que es como Victoria para mí: si hay que reírnos nos reímos y si hay que llorara lloramos, pero juntas. Eso es lo que siempre hemos sido: el apoyo de la otra.
#4806 en Fantasía
#2414 en Thriller
#1172 en Misterio
romance adolecente, misterio y traicion, fantasía criaturas miticas
Editado: 10.09.2025