La luna sobre nosotros

Prólogo

Querido Mitsuki, hijo amado. Te escribo estas palabras no en calidad de madre , porque de lo contrario quisiera que nunca supieras esto para que no resultes involucrado. Por ello lo hago en calidad de antigua miembro del clan Shin, una familia honorable de mis tierras, de la cual no queda nada más que nosotros, dos personas lejos de todo aquí en este frío pueblo el cual se oculta entre neblinas y  la espuma de un helado mar. Comenzaré por aquello que yo, conozco como el principio...

Siglos atrás, cuando predominaba la mitología y el culto a los dioses por sobre las ideas humanistas.  En las tierras niponas, habitaban tres grandes clanes que dominaban todo cuanto pudieran.

Cada clan adoraba y rendía culto a una deidad en especial, aunque también creían en la existencia de muchas otras divinidades. En consecuencia, aquel dios o diosa elegido por alguno de los clanes velaba en pos de la buena existencia de sus adoradores.

Sin embargo, cada una de estos kamis, velaba también por su interés particular. Eran entidades egoístas que en su lucha por sobrevivir desestimarían cualquier vida como importante. Estas deidades recidian en el Takagamahara, y eran conocidas como los "kami del Takagamahara" habían tantas como clanes reinantes sobre la tierra flotante. Empero, al igual que los humanos permanecían en guerra, los kami ...también. 

Vamos a remontarnos a tiempos remotos,  cuando comenzaron a surgir grandes alianzas entre familias que antes se movían por sobre el territorio, pero que ahora estarían dispuestas a vivir en sociedad en pos de un bien mayor. Así es, habría surgido la agricultura, una actividad que si bien demandaba un sacrificio de tiempo y esfuerzo que se prolongaría en el tiempo mucho más que la caza, traería beneficios mayores y sostenibles en el tiempo. ¿Pero, como fue que de un día para el otro descubrieron la posibilidad de trabajar la tierra?

Fueron las identidades de las fuerzas naturales quienes desempeñaron un rol principal en esto que resultó ser un descubrimiento para los humanos de aquel entonces. En otras palabras, algo sucedió en el Takagamahara. Las inscripciones en la roca (las mismas que luego fueron transcritas en los rollos por los monjes del clan Shin) narran como habitaban en presunta armonía todas las deidades, cada una acatando el mandato de su padre: Izanagi. Entre ellos se encontraban: Amaterasu (quien debía reinar el día, kami del sol, su padre le había regalado un collar/sonajero de joyas, el cual portaba con orgullo y utilizaba haciendolo sonar con el fin de hipnotizar a quien oyera el sonido, además portaba una espada de ocho palmas con la cual era letal). Tsukuyomi (aquel a quien Izanagi le había encargado reinar la noche, kami de la luna, solia pasar desapercibido, hasta que cometió un gran crimen). Ohogetsu hime no kami (también llamada Ukemochi, gran princesa de la alimentación). Izanagi, padre de estas deidades no solía visitar el Takagamahara sino que habitaba en un plano desconocido donde mantenía relación con los primeros kami, aquellos que supieron poblar el cielo con las nubes, ademas de las otras cuatro parejas de hermanos grupo que sería denominado por "los primeros" como : "los antiguos".

Según lo escrito en la piedra, Ukemochi no tenía tarea alguna asignada por su padre, Izanagi, más que ser una figura representativa a la cual quien quisiera pudiera rendir culto. Por lo que la princesa y hermana mayor de las demas deidades del Takagamahara  inclinó su mirada a otras tierras más lejanas, más australes, allí escogió a una familia de los pueblos originarios del gran río tomando de entre ellos  a un miembro de los llamados querandíes con quien inclusive mantuvo relación estrecha al punto de intentar llevarlo al takagamahara. Los demás kamis no parecían mostrar desagrado hacía este accionar de Ohogetsu hime, sin embargo, cuando la kami de los alimentos proveyó al extranjero un poco de "la matería primera", Amaterasu realizó la ceremonia de la advidinación para tratar de averiguar si este accionar por parte de su hermana mayor desencadenaría alguna consecuencia en el futuro. Se cree que lo que la diosa del sol vió, la aterró tanto, como si de su propia muerte se tratara. Por lo que se dirigió a Ukemochi y le ordenó que no continue con su accionar, sin embargo, esta hizo caso omiso de lo que Amaterasu le dijo. Entonces, la hija predilecta de Izanagi, buscó a su hermano aquel que reinaba en la noche, Tsukuyomi y le contó lo que habría visto en la ceremonia de adivinación. El kami de la luna dudaba de las palabras de su hermana ya que esta le decia que el caeria a manos de un hijo producto de la relacion entre Ohogetsu Hime y un humano extranjero. Ante la incertidumbre y la desconfianza Tsukuyomi pidió a la kami del sol que le entregara por escrito lo que la ceremonia de adivinación le había revelado en caracter de profecia, pero esta se negó. A pesar de que Tsukuyomi siempre fue astuto y hábil con las cuestiones del control mental, Amaterasu utilizó  su collar reiteradas veces con su hermano y, con el pasar del tiempo y de las constantes insistencias la diosa del sol logró convencer a su hermano de matar a la reina de los alimentos, por lo que tomándo la Amenonuhoko que los antiguos habían dado a Izanagi durante la fundación y haciendose de ella a espaldas de su padre, asesinó con un corte mortal a Ohogetsu Hime solo para darse cuenta que había caido en las mentiras de Amaterasu, quien a sus espaldas no solo había castigado a la familia Shin, quienes eran devotos de Tsukuyomi, sino que también había favorecido su suerte, ya que tras amenazarla con la legendaria lanza, Amaterasu entregó las profecias de la ceremonia al kami de la luna y en ellas, este encontró lo siguiente:




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