La luz de la venganza

4.- Otra vez tu

Aurora

–Esas personas son lo peor– maldijo Violeta ayudándome a secar mi cabello con una toalla que me había dado– tengo ganas de golpearlos por ser tan hijos de puta contigo– su rostro había cambiado a rojo por el enojo y la irá que contenía.

–No merecen tu odio– me adentre en el baño para quitarme la bata y ponerme la pijama que ella me había prestado.

En cuanto había llegado a su casa me había obligado a ducharme, me prestó la bata para cubrir mi cuerpo y una toalla. Ahora también me estaba prestando una de sus pijama que parecían de niña de tres años con la princesa de Rapunzel en medio de la camiseta.

–Oye– me habló del otro lado de la puerta, hice un sonido con mi garganta para que siguiera con lo que decía– este abrigo no es tuyo, ¿de quién es?

Salí del baño todavía secando y después cepillando mi cabello para después no tener un nudo que me sea casi imposible quitar.

Pase la mirada por el abrigo marrón que aquel chico me había dado, que a pesar de la lluvia y el desastre que en esos momentos llevaba conmigo, puso aunque sea un poco de atención en mi.

Si esto fuera una clase de libro está claro que me hubiera enamorado de aquel chico. Pero lo único que siento es agradecimiento.

Porque a pesar del clima, de mi aspecto y de que quizás él llevaba el tiempo contado se detuvo solo para poder darme ese paraguas y su abrigo. Pudo haberme ignorado y seguir con su camino, pero no lo hizo.

–¡Joder!– aventó el abrigo sobre la cama y cubrió su boca con las manos mirando incrédula aquel abrigo– ¿te robaste ese abrigo o asaltaste una tienda?

–¿Porque lo dices?– ladé la cabeza frunciendo un poco el ceño.

–Ese abrigo que está sobre mi cama es nada más y nada menos que de la marca Hermés– dijo casi sin aliento.

–¿Y?

–¡Mujer!¿Vives debajo de las piedras?– me tomo de los hombros hasta llevarme enfrente de aquel abrigo– esa marca es la más cara que existe en el maldito mundo, sus precios son a más de diez mil dólares.

–¡¿En serio?!– abrí los ojos por l información que me había dado, asintió.

Entonces aquel chico que me dio este abrigo debe de estar podrido en dinero, tanto como para darle su abrigo a una desconocida que probablemente nunca vuelva a ver.

–¿Quién te dio o de donde sacaste ese abrigo? Porque en este mismo momento yo también quiero ir con ese ángel para que me dé uno a mi también– sonrió de forma pícara.

–Cuando iba caminando por la calle con la lluvia pegando en mi cuerpo, un chico se detuvo y me lo dio, me dijo que se llamaba Luca– la voltee a ver, sus ojos brillaban con solo ver aquel abrigo, como si fuera lo mas preciado que pudo tocar sus sábanas– ¿sabes que? Hay que olvidarlo, es muy probable de que nunca más lo pueda ver.

–¿Aurora no has visto películas o series?– me tomo de las manos– así empiezan las historias de amor, donde el chico millonario se enamora de la chica que está pasando por un momento difícil– hizo una voz muy dramática al igual que los movimientos de sus manos.

–No compares tus películas con mi vida– solté una risa.

Porque lastimosamente mi vida era mucho peor que la de las protagonistas de esas películas, donde ellas su único problema es que rompieron en una relación tóxica.

Ellas no tuvieron que sufrir por todo lo que yo he pasado. Ellas no fueron abusadas, ellas no están sucias por dentro, sus padres si las ven y si son importantes para ellos. Ellas tienen el apoyo de todas las personas que las rodean y casi de medio mundo que se cruza en el camino de ella.

Mientras que yo... Soy como un color que nunca ha sido elegido por nadie, casi inexistente.

Quite el abrigo de la cama comgandolo en una silla para que pudiera secarse por completo.

–Vamos a dormir– me recosté en la parte izquierda de la cama.

Ya que la parte favorita de Violeta es la derecha y solo duerme en la parte izquierda porque trae suerte, una creencia que tiene toda una historia.

Digamos que mi amiga es muy loca y no me sorprendería que algún día me llamen de la policía porque se metió en problemas con la ley.

–Buenas noches Aurora– apagó la luz de su lámpara– y feliz cumpleaños de nuevo.

–Descansa Violeta. Y gracias por recordar mi cumpleaños.

Lo que más miedo me daba de cuando la luna salía era la hora de dormir, donde aquella escena se repetía una y otra vez en mi cabeza como recordatorio de lo que me habían hecho.

De algo que yo me había buscado.

Mi castigo por haber sido una mala hija con aquellas personas que me habían arrebatado del lado de mis verdaderos padres, Olivia y Andrew.

___

Las mañanas en casa de Violeta siempre eran lo que más me gustaba de quedarme a dormir en su casa, su madre nos despertaba con un buenos días mientras abría las cortinas y nos dejaba un vaso de jugo en la mesa a cada una.

Violeta me había prestado de nuevo algo de su ropa, unos jeans holgados junto a una playera gris corta por arriba de mi ombligo y unos tennis blancos para terminar.

Esa noche no había tenido la pesadilla que durante tanto tiempo me ha estado atormentando.

Su padre nos había llevado hasta el instituto deseando que nos fuera muy bien. Les había pedido que me dejaran dormir unas noches en su casa, por supuesto que les pagaría una renta y con el tiempo buscar un departamento o un pequeño cuarto donde mudarme.

Aunque ellos me dijeron que podría quedarme con ellos toda la vida sin pagar un solo dólar, a veces envidio a Violeta, ella tiene una gran familia, una que la apoya y siempre está a su lado.

De hecho me compraron un pequeño pastel de chocolate y me cantaron las mañanitas en la mañana a pesar de que ya no fuera mi cumpleaños.

–Me voy adelantando– me dejó un beso en la mejilla– me toca de primera clase el profe de química.

–Yo iré a mi casillero por unos libros antes de mi clase de literatura– asintió.

–Me voy– se despidió con un movimiento de mano.



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En el texto hay: mafia, trianglo amoroso, amor

Editado: 23.08.2024

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