Aurora
La gran multitud de estudiantes te hacía extremadamente difícil el poder caminar, la cafetería parecía un concierto del cantante del año, con las personas pisándose en cada momento, empujándose buscando su espacio personal.
Violeta y yo habíamos logrado salir de aquel lugar con nuestras charolas de comida sobre nuestras manos buscando una mesa libre.
Al llegar ella se sentó enfrente de mi dándole la primera mordida a su hamburguesa.
–¡No sabes Aurora!– volvió a dejar la hamburguesa sobre la charola– un verdadero monumento entro en la clase de química, es como un ángel caído del cielo con ese cuerpo y rostro.
Pique la fruta sobre mi plato, la verdad es que los hot cakes que la madre de Violeta nos había dado antes de venir a la escuela me habían dejado sin apetito.
–Violeta, ¿tu sabes que son los Vicari?– cambie de tema.
Porque esa palabra se había quedado en mi mente desde que aquel chico me la había dicho, esperaba a que ella me diera una definición para hacerme una idea de que era o que significaba aquella palabra. Pero ella simplemente se negó limpiando los rastros de comida de sus labios.
–¿Por qué lo preguntas?– dio un sorbo a su botella de agua.
–Por que presiento que esa palabra yo antes la había escuchado, pero no recuerdo donde– mi vista se perdió en algún punto inespecífico.
Ella siguió hablando sobre aquel chico que había entrado en la clase de ella, podía ver casi como la baba se le caía por la boca cuando hablaba sobre aquel chico.
Pero seguramente nadie le quitaría el lugar a su vecino, del cual lleva más de un año enamorada de él.
Le he dicho que debería de declararse ante él, ya que Violeta es hermosa y con esos ojitos de bebé que te hace cuando quiere algo no se le puede negar nada. Pero ella siempre a dicho que su corazón no puede pertenecer a nadie. Lo que quiere decir que no está pensando en una relación.
–Oye, ¿sigues tomando las vitaminas?– ladee la cabeza tomando un sorbo a mi botella de agua.
Hace algunas semanas había encontrado un bote de pastillas y cuando le pregunté sobre de que eran ella me respondió que eran vitaminas, le pregunté a sus padres y me dijeron lo mismo, según para fortalecer su cuerpo ya que se había sentido un poco débil estos días ya que no había dormido muy bien por los exámenes que estábamos teniendo.
Pero aunque sean vitaminas sigue preocupándome, no se que haría si ella se va de mi vida.
Es lo único que tengo.
–Si– asintió– ¿irás a tu casa por tus cosas?
–Si, no puedo usar tu ropa para siempre, iré después de clases para no encontrarme a nadie en esa casa.
No quería ver el rostro de mis padres y seguir viendo la decepción en ellos, porque nunca alcanzaría los estándares que ellos me ponían.
–¿Quieres que te acompañe?– negué.
–Quiero ir yo sola.
Tengo que hacer esto sola, tener ese momento para despedirme del lugar que nunca considere un hogar.
–Se me había olvidado– negué varias veces olvidando que en unos minutos le diría adiós a mi familia– ¿Recuerdas el abrigo?
–¿Cómo olvidarlo? Es la prenda más cara que he visto en mi vida.
–Pues el dueño de ese abrigo acaba de entrar a estudiar aquí– susurré para que solo ella pudiera escucharme– platique con él en la entrada del instituto, minutos después de que te fueras.
–¡¿En serio?!– asentí– Aurora– dio un pequeño brinco en su lugar– otra señal de que podrían estar hechos el uno para el otro, primero el abrigo y luego este encuentro, es más que claro que ustedes van a terminar siendo marido y mujer.
Pero Violeta se equivocaba, porque nadie querría a una persona que ha sido tocada por otro hombre.
Que está sucia por dentro y por fuera.
Una mujer a la cual le quitaron el brillo de sus ojos cuando solo era una niña y nadie estuvo para evitar que la oscuridad se apoderará de su paraíso.
–No Violeta– cambie mi expresión a una sería– yo nunca me casare con nadie, además él nunca se fijaría en mi, el amor se prohibió para mí.
–No digas eso, yo tengo la seguridad de que algún día entraras al altar vestida de blanco.
–Ni siquiera sé que estudiar y tú ya me estás planeando una boda e hijos– negué con una sonrisa en el rostro– pero como sea, no estoy planeando siquiera entablar una amistad con él. Investigaré cuál es su casillero y se lo dejaré con una nota de agradecimiento.
–Yo esperaba a que me lo dieras en la mano así como yo te lo di– la voz de Luca se escuchó a mi lado.
Volteé a verlo y en efecto era él quien me hablaba y no había sido mi imaginación.
–De hecho me lo pusiste sobre los hombros– asentí
De reojo pude ver cómo mi amiga se cubría el rostro con las manos para evitar soltar un grito de emoción o algo por el estilo. Porque estoy casi segura que él chico del que ella estaba hablando era Luca.
Se acercó hasta llegar a la altura de mi oído para poder susurrar.
–Entonces tendrás que devolvérmelo de la misma manera, o sino de una mejor, Vicari– me dejó un corto beso en la mejilla mientras me giñaba un ojo.
Volvió a caminar hasta salir de la cafetería.
–¿Ya puedo gritar de emoción?– preguntó Violeta a mi lado.
Me levanté de dónde estaba sentada, tenía que pregúntale que es Vicari. No puedo quedarme con esa intriga.
Se que existe el internet y que se me haría mucho más fácil buscarlo que preguntarle a un chico al que solo he visto tres veces, pero quizás él me de una mejor definición.
Cuando salí de la cafetería vi como el chico caminaba sin preocupación con las manos metidas en los bolsillos de sus jeans.
Corrí hasta que le toque el hombro y se detuvo, giro sobre sus zapatos para poder verme y fue cuando cambio su expresión de seriedad a una sonrisa.
–¿Qué es Vicari?– fue lo primero que le pregunté en cuanto recupere el aire.
–Estas preguntando mal– negó pasando una mano por su cabello– la pregunta que deberías hacer es, ¿Quiénes son los Vicari?