Aurora
Las preguntas son la mejor forma para destruir nuestros cerebros, buscando respuestas que al final puede que tengamos incorrectas, siempre es mejor resolver nuestras dudas con la persona que nos género todas las preguntas que ahora teníamos.
Y en mi caso aquellas respuestas las tenía un pelinegro con ojos verdosos, muy bonitos pro cierto. Pero ahora no estamos hablando de sus ojos, sino de todas las respuestas que me debe.
Y la principal, ¿cómo es que él conoce a los Vicari?
En mi pequeño cerebro de ratón se comenzaron a hacer diferentes ideas sobre como es que Luca podía conocerlos, quizás Sebastián se había disfrazado para hacerse pasar por alguien más, aunque eso puede ser erróneo porque Luca es más alegre y se nota que Sebastián es como una roca. Y aunque coinciden en los ojos, los de Luca brillan como los de un niño pequeño y tienen un tono azulado, mientras que los de Sebastián no les he prestado mucha atención.
Debo de dejar de hacerme escenarios ficticios en mi mente o me volveré una verdadera loca.
–Tu me debes muchas respuestas también– lo señale con mi dedo índice tratando de sonar amenazante.
–Por supuesto que te daré todas esas respuestas, con una condición– su rostro se acercó al mío, pude sentir su respiración bajo la mía, sus ojos estaban sobre los míos y una corriente me recorrió todo el cuerpo.
–¿Qué condición?– parpadé varias veces.
Mi corazón comenzaba a latir de forma desenfrenada, sus labios estaban a centímetros de los míos y solo tenía que acercarme un poco para que por fin colisionaran.
Pero ninguno de los dos dio ese paso.
–Una cita– sonrió de lado como un niño cuando acaba de hacer una travesura– este fin de semana, yo paso por ti,¿va?
–Que chantajista eres– negué varias veces con una sonrisa– bien, este fin de semana tenemos una cita de amigos.
–¿Por qué de amigos?– ladeó la cabeza– ¿No podría ser una cita de casi algo?
No, porque tú merecías algo mejor que yo, alguien a quien no hayan abusado y se sienta insegura con su cuerpo todos los días de su existencia.
–No, Luca– negué– sera una cita de amigos.
–Bien– se dejó caer sobre el respaldo de la silla con los brazos cruzados.
La profesora de química entro en el salón con aquella sonrisa de “amo a todos mis alumnos por muy estúpidos que sean”.
–Paso por ti a las tres de la tarde– murmuró en tono bajo para que solo yo pudiera escucharlo– lleva ropa fresca, ese lugar es muy veraniego.
Te tengo que alejar Luca, no puedo permitir que este sentimiento que está empezando a nacer en mi corazón llegué a más, porque tú no te mereces a alguien como yo, mereces algo mejor.
Alguien que sea segura de si misma y esa persona lamentablemente no soy yo.
___
Como cada tarde cuando el instituto daba su último timbre en el día, las chicas se ponían en aglomeración despidiendo a Luca mientras él se subía en su coche.
Solo que está tarde hubo una variante, mientras yo iba junto a Violeta platicando de cosas absurdas él se acercó a nosotras.
–Te veo el fin de semana– me tomo del menton haciendo que mis ojos chocarán con los suyos.
Juro que sentí como unas filadas dagas se clavaban en mi corazón porque sus ojos demostraban amor, y yo al final de todo terminaría por romperle el corazón porque nunca podría estar junto a él y ningún otro hombre.
–¿Haces esto para que todos nos vean, cierto?– interrogue entrecerrando los ojos.
–Quizás– se encogió de hombros– ya sabes que estoy loco, bonita.
¿Han sentido esa sensación donde una sola palabra bonita te deja sin aliento? Pues eso me sucedió cuando me llamo bonita, porque nadie en toda mi vida me lo había dicho.
–Nos vemos luego– sonrió de lado antes de irse.
En cuanto él subió en su coche los murmullos comenzaron a hacerse presentes, los clásicos “¿Que le ve a ella?"
–Vamonos– tome de la mano a Violeta para que sus pasos fueran más rápidos y así llegáramos al coche frente a nosotras.
Subimos en la parte trasera mientras las miradas de varios curiosos nos veían subir a aquel coche tan lujoso.
En cuanto estuvimos arriba del coche la mirada matadora de Sebastián nos observo desde el espejo, sus verdosos ojos nos recorrieron.
–¿Llevaremos a su amiga a su casa?– enarco una ceja.
–No, ella vendrá conmigo a casa– le informe.
–No puedo llevarla, podría ser un peligro el que ella sepa la ubicación de la mansión...– lo interrumpí.
–No te estoy pidiendo tu permiso, ella vendrá con nosotros porque yo lo digo– la verdad es que no se de dónde saque toda aquella fortaleza para decir eso.
–Y por si no lo sabes yo ya he ido a la mansión de Stefano y Eleanor– voltee a verla con duda y sorpresa en los ojos, ella sonreía con inocencia.
–Bien– Sebastián rodó los ojos.
–¿Cómo es que los conoces?
Mi cerebro iba a mil kilómetros en un solo segundo, mi amiga conocía a Eleanor y Stefano, los llamaba por sus nombres como si fueran grandes amigos y no era la primera vez que iría a la mansión de ellos.
Lo que me generaba aún más preguntas, dudas y ganas de querer gritarle por no decirme que ella los conocía.
–Te responderé todas tus preguntas cuando estemos a solas– asintió tomando mis manos entre las suyas.
–Me tienes que contar como te fue en tu cita con tu vecino, el como conociste a mis padres y porque no me has hecho todo un interrogatorio porque Luca me ha pedido una cita, de amigos– compuse al instante.
–¡Es cierto!– se acomodó en el asiento para quedar frente a mi– ¿Cómo es que te invito a salir? Dame lujo de detalles, quiero que me digas cada palabra que él te dijo, claramente se ve en la manera en que te mira que está enamorado de ti.
Para empezar a decirle la forma en que me había pedido la cita tuve que decirle del día en que nos encontramos por segunda vez en los casilleros, la primera vez que me dijo el apellido de mis padres, cuando nos mojamos bajo los rociadores del instituto y como después salimos corriendo porque el director nos había sorprendido, cuando me dijo que estaba loco pero por mi.