La luz de la venganza

12.- Cita

Aurora

Algunas veces tenemos que apartar a las personas que queremos para no hacerles daño, para que sus corazones no terminen rotos y evitarles lágrimas que nunca deberían de derramar por un corazón que desde siempre estuvo dañado y nunca se pudo curar de tantas grietas que tenía.

–Aqui está la lista– Violeta dejo el papel amarillento sobre la palma de mi mano con una enorme sonrisa en el rostro– espero que tú y Luca la llenen en un solo segundo– me guiño un ojo con una enorme sonrisa en el rostro.

–Violeta...– me interrumpió antes de que pudiera seguir hablando.

–Nada de Violeta, me vas a hacer caso y te tomarás está oportunidad de ser feliz con él, prométemelo.

A ella no le podía negar nada, y menos cuando me ponía esos ojos de perrito abandonado, pero juro que algún día esos ojos no tendrán poder sobre mi.

–Te lo prometo– rodé los ojos– me tengo que ir, Sebastián ya me está mirando con cara de enojo.

–¿Alguna vez lo has visto sonreír?– volteo a verlo con recelo– ese chico me cae pésimo, por favor ten cuidado con él no le tengo confianza y algo me dice que no deberías de tenerlo cerca.

–Si, tendré cuidado con él, ¿Quieres que te llevemos a tu casa?

–No– negó– iré a ver a mi abuela.

–¿Esta enferma o porqué has estado yendo tan seguido?– ladee la cabeza.

–Solo quiero pasar tiempo con ella– palmeó mi hombro– anda, ya vete o sino Sebastián te matara con esa mirada.

–Nos vemos el lunes– le dejé un beso en la mejilla antes de emprender mi camino hasta el coche.

Antes de que pudiera entrar en la parte trasera del coche una mano me lo impidió. Al instante en que su piel rozo la mía un escalofrío me recorrió la espina dorsal, pero fue una sensación verdaderamente buena.

De esas que te hacen sentir viva y con ganas de despertar cada día con una sonrisa.

Eleve la mirada para encontrarme con aquellos ojos verdes llenos de alegría y con un brillo muy bonito en ellos, una sonrisa alargada en sus labios, el cabello le caía por la frente pero de alguna manera se le veía bien.

–¿Lista para nuestra cita?– pregunto ladeando la cabeza como un niño pequeño.

–¿Me dirás a dónde iremos a nuestra cita de amigos?

–No– negó varias veces– pero es un lugar muy bonito, claro, menos bonito que tú.

–Me tengo que ir– dije en un tono bajo.

–Te veo mañana, bonita– dejo un beso en mi mejilla antes de irse.

Mis mejillas comenzaron a tornarse rojas y un hormigueo invadió la mejilla donde me había besado.

Lleve mi mano hasta donde sus labios tocaron mi piel, una leve sonrisa apareció en la comisura de mis labios.

–¿Ya nos vamos o me tengo que esperar otra hora aquí para que termines tu romance adolescente?– preguntó Sebastián apoyándose en la ventanilla del coche.

Sin decir nada mas, me subí en la parte trasera del coche, aún sin poder procesar lo que había sucedido. Porque un simple beso en la mejilla me había causado un remolino de emociones en el corazón.

Era el primer chico que me besaba una mejilla con tanta delicadeza, con él no sentí miedo de su cercanía, fue todo lo contrario, me sentí en paz y que nada malo me podría pasar.

Creo que me gusta Luca.

___

La gran parte de mi ropa estaba sobre la cama, había pantalones, playeras, vestidos y los zapatos estaban regados en todo el suelo, en medio de todo ese desastre me encontraba yo.

Preguntándome que debería de llevar y con que zapatos podría combinar la ropa. Estaba en una completa crisis.

En este momento más que nunca necesitaba a Violeta, pero ella estaba con su abuela y cuando estaba con ella nunca respondía a mis mensajes o llamadas.

Eleanor entro en la habitación viéndome en el suelo a punto de llorar por no saber que ropa debería de ponerme.

–¿Qué sucede, cariño?– paso por en medio de todos los zapatos hasta sentarse enfrente de mi– ¿Por qué tu ropa está en el suelo?

–Tengo una cita– baje la mirada– de amigos– dije al instante– y no se que ponerme.

–Recuerdo que cuando yo tuve mi primera cita con tu padre estaba igual o peor que tú– soltó una pequeña risa– al final decidí por ponerme unos jeans y una camisa blanca. Me puse la ropa que más amaba usar y asi enamoré a tu padre, siendo yo misma.

–¿Un día me cuentas como se enamoraron?

–¡Claro! Pero ahora dime, ¿con quién es tu cita?– enarco una ceja mientras que en sus labios se mostraba una media sonrisa.

–Con Luca– dije por lo bajo a lo que su sonrisa se engrandecio.

–Me lo suponía, desde que eran pequeños se les veía una pequeña chispa de amor.

–¿Conoces a Luca?

–De toda la vida.

Se puso en pie dejando de lado el tema de Luca, empezó a mirar la montaña de ropa sobre la cama, después le hecho un vistazo a los zapatos.

Puso las manos sobre sus caderas tomándose su tiempo para pensar, al final se acercó hasta la cama y tomo dos vestidos entre sus manos, uno con estampados de flores y otro completamente liso.

Al final puso el de flores sobre uno de los sillones y de entre los zapatos tomo unos de piso color blancos.

–Esto se te vería increíble– asintió varias veces– ya resolví tu problema.

–Eres la mejor– me puse en pie para darle un fuerte abrazo y un beso en la mejilla.

Tome del sillón el vestido para entrar hasta el baño y ponermelo, era un vestido que era ajustado en la cintura y la falda era vaporosa, me llegaba un poco más arriba de las rodillas y era de tirantes, el escote era recto y con estampados florales.

Al salir Eleanor me sentó frente a un espejo, tomo algo de maquillaje de la mesa y comenzo a ponerlo en mi rostro.

Solo puso algo de rubor, enchino mis pestañas y algo de labial en mis labios.

–Ya estás– dijo con entusiasmo– ahora ponte los zapatos, yo estaré en la sala.

–Eleanor– la llame antes de que saliera de la habitación– gracias.

–De nada, cariño– sonrió hasta que se le cerraron los ojos.



#1463 en Novela romántica
#142 en Thriller
#68 en Misterio

En el texto hay: mafia, trianglo amoroso, amor

Editado: 23.08.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.