N/A: Lee está capitulo con la canción Cuando el amor se escapa - morat
Aurora
Cinco años después...
Cada paquete con mi mercancía pasaba por enfrente de mis ojos, cada una estaba sellada para no ser encontrada por la policía, estaba siendo bien ocultada en aquel barco que sarparia en dirección a Rusia para Kuznetsov.
–Necesito que manden este empaque al bar Luna Rossa, hace falta mercancía allá– ordene a uno de los hombres que llevaba entre sus manos el paquete de pastillas.
Mis hombres están con las armas en sus manos, viendo a los alrededores por si la policía decide en aparecer.
–Si quieres puedes irte– Steven me toma del hombro llegando a mi lado– yo me quedaré a ver qué todo vaya bien, vete a descansar, nada de beber– sentenció.
–Vale– asentí– tu te haces cargo de ahora en adelante.
Le di unas pequeñas palmadas en el hombro antes de comenzar a caminar al coche donde Sebastián me esperaba recargado en la puerta con una paleta entre sus labios.
No se cómo ese hombre después de cinco años con una paleta en sus labios no se le han picado los dientes, hasta parece que cada día los tiene mejor.
Aunque no puedo negar que siempre me ha pareció tierna la manera en que una de sus mejillas se infla más que la otra pareciendo un niño.
–¿Tan rápido nos vamos?– enarco una ceja.
–Steven se hará cargo– me encogi de hombros– llévame a casa, estoy agotada.
Rodé el coche para subirme en la parte del copiloto mientras que Sebastián conducía, el motor del coche se encendió y comenzamos con nuestro camino hasta la mansión.
–¿Ya tiene noticia de los jefes?– preguntó Sebastián.
–Ya llegaron a Arabia– sonreí a medias.
Habían decidido que de aniversario tendrían un viaje, querían recorrer los lugares donde nunca pudieron ir porque me estuvieron buscando o pasando tiempo conmigo, querían ver cada maravilla que les depararía el mundo asi como podría ser una segunda luna de miel para ellos.
Mi celular comenzó a vibrar, mire la pantalla y era un mensaje de mi madre.
Ve a buscarlo antes de que
sea demasiado tarde, cariño.
No pude entender muy bien su mensaje al principio, pensé que los habían secuestrado o alguna otra cosa, pero al entrar en su chat y ver la foto cada parte en mi se congelo.
Era la invitación para una boda, pero la variante es que Luca era el novio, se casaría en unas semanas con una chica llamada Samantha.
En este tiempo si había encontrado a alguien que le dio todo lo que yo en su momento no pude, estabilidad, amor y seguridad.
Mis ojos se comenzaron a llenar de lágrimas que no pude retener.
«¿Por qué lloras tonta? Si tú misma lo alejaste para que pudiera encontrar a alguien más, ese fue tu propósito desde el principio. Ahora no estés llorando porque lo has pedido si desde el inicio esto es lo que buscabas.»
–¿Pasa algo?– preguntó Sebastián alternando su mirada entre la carretera y yo.
–Se casa– mi voz salió débil y sin ganas, cubrí mis ojos con mi antebrazo para que él no me viera llorando.
Dolió decirlo en voz alta, ver qué había perdido al amor de mi vida y yo no haría nada para evitar aquella boda porque solo sería para joderlo todo.
Luca merecía ser feliz con aquella mujer, porque de seguro ella pudo hacer que él la amara, que estuviera enamorado hasta los huesos.
El coche se detuvo al pie de las escaleras de la mansión, salí disparada del coche, llegue hasta el despacho y me serví un whisky que de un solo trago me tomé.
Necesitaba alcohol en mi cuerpo, solo así podría olvidarme de que Luca se casaba y no sería yo quien caminara hacia él al altar.
No sería yo quien lo viera con aquel traje al pie del altar, no sería yo quien caminara hacia él con un vestido de novia y un ramo entre mis manos, no sería yo quien entrelazara mi mano con la suya y no sería yo quien estuviera en sus buenos y malos momentos en lo que nos quedaba de vida.
Sebastián entro al despacho con pasos lentos, me vio beber más de un solo trago, le serví uno que se lo tendi y acepto pero se lo bebió de manera lenta.
–¿Por qué no vas a buscarlo?– su expresión era neutra, no había ninguna emoción.
–Es inútil de mi parte– negué varias veces, me deje caer sobre uno de los sofas quitándome los tacones– si se va a casar es porque la ama y yo ya no soy nadie para él. Lo nuestro fue un amor adolescente.
–Pues que estúpido es él, espero y conseguir su número para que me pase la receta– alzo su vaso dando un brindis.
–¿Qué receta?– tome la botella y bebi directamente de ella.
–Olvidalo– le resto importancia con su mano libre.
Perdí el tiempo mientras los dos platicábamos de cosas sin sentido, solo quería olvidar y dejar de sentir.
No había pasado un solo segundo de estos cinco años en los que no había pensado en sus ojos, aquel pequeño roce que tuve con sus labios el último día que lo vi, el como su cuerpo apretaba al mío en un fuerte abrazo, la manera en que su cabello caía por su frente, aquel aroma a café que siempre solía tener.
Pero al parecer Luca ya me había olvidado, se casaría...
¡Joder!¡Se casaría!
Y el solo hecho de pensar que otra mujer estaba entre sus brazos, disfrutando de sus besos y caricias me hacía querer arrancarme el corazón para dejar de sentir estos malditos celos.
–¿Por qué siempre comes paletas?¿No se te pican los dientes?– me habían perdido, el alcohol ya me hacía decir puras estupideces.
–Sera mejor que la lleve a su habitación– Sebastián se puso en pie dejando su vaso sobre la mesa de centro del despacho.
–No quiero dormir– negué varias veces.
Pero Sebastián no me hizo caso, me elevó entre sus brazos así como alguna vez Luca lo había hecho conmigo.
Salimos del despacho y una oleada de carcajadas me inundó, las cosas a nuestro alrededor de veian algo derretidas y graciosas.