Sebastián
Algunas personas piensan que por tener más dinero que otros puede hacer lo que se les venga en gana, tener más poder sobre otros y pensar que son los reyes del mundo.
Mientras que las otras personas deben de conformarse con solo servir a los más adinerados para poder tener un pan en la mesa y un techo donde poder dormir.
Es irónico ver cómo mientras unas personas derrochan su dinero en cualquier cosa otros buscan cualquier manera de poder conseguir aunque sea una moneda que los ayude a sobrevivir en un mundo donde la injusticia es la mayor fuente que existe.
La falta de dinero puede hacer que tus sueños se vean aplastados por las personas que te rodean, a veces tus padres tienen que trabajar dobles turnos o incluso todo el día para que tú tengas una buena educación, y algunas veces hasta sus mismos hijos terminan por abandonar la escuela y undir su dolor en las drogas.
O en mi caso tuve que dejar el instituto para ponerme a trabajar y ayudar en los gastos de la casa.
«Pase el trapo por el estante donde los discos de vinilo estaban y quitarles el polvo para después acomodarlos por colores o algunos por orden alfabético.
–¿Quieres ganar cinco veces más de lo que ganas en este lugar?– preguntó Tony.
Él había sido mi mejor amigo desde la infancia, o al menos yo lo veía así porque era el único que había estado a mi lado aún cuando había dejado el instituto.
–¿Y que tengo que hacer o que?– enarque una ceja dejando el trapo sobre la estantería para voltear a verlo.
–Vender droga– susurro cerca de mi oído, una sonrisa se asomo en la comisura de sus labios– y si te ganas la confianza del jefe podrías subir a un nivel más alto y ganar mucho más dinero.»
Pero bien dicen que los negocios ilícitos nunca llevan a nada bueno, pero necesitaba dinero para pagar todas las rentas atrasadas que teníamos.
Así que con todo mi pesar tuve que aceptar aquel trabajo y empezar a vender droga en algunos lugares donde claramente se podría vender sin que la policía estuviera detrás de mi.
No lo podía negar, la mercancía volaba y la paga era lo mejor de todo, aunque nada dura para siempre. Mis padres comenzaron a preguntarme de dónde sacaba tanto dinero. Mi madre descubrió la mochila donde cargaba la mercancía y los dos me hecharon de casa diciendo que los había desilusionado.
Al final nada había valido la pena, ya no me podia salir de eso porque sino solo terminarían matándome, solo era un adolescente tratando de resolver los problemas económicos que teníamos y termine solo en un mundo lleno de mierda.
A los tres años de haber entrado en aquel negocio mataron a Tony por haber robado la mercancía que le tocaba vender.
Y a los cinco años como lo había dicho mi mejor amigo, me acendieron volviéndome uno de los que cuidaban la seguridad del jefe mayor.
«Di unos pequeños golpes en la puerta y a los pocos segundos pude entrar con una respuesta afirmativa.
Ethan estaba sentado detrás del escritorio viendo unos papeles que tenía entre sus manos, se retiró los lentes cuando me senté en la silla frente al escritorio.
–Necesito tu ayuda– dejo los papeles sobre el escritorio.
–¿En qué?
–Desde ahora trabajas con los Vicari– frunci el entrecejo– estarás con ellos como mi infiltrado ya que el otro acaba de morir.
–No estoy comprendiendo– ladé la cabeza.
–Hace aproximadamente seis años mi padre hizo que la hija de Stefano Vicari desapareciera, necesito que te conviertas en uno de sus hombres de confianza para que cada que tengan una pista sobre donde podría estar ella me la digas– me tendió los papeles que antes tenía sobre sus manos– aquí está la información sobre su esposa y él.
–¿Cuando me iré con ellos?– tome los papeles mirando por encima de ellos sus fotos.
–Hoy por la tarde sale tu vuelo a Italia, así que prepárate– me dio un maletín lleno de billetes verdes– por cada año que estés con los Vicari te llegará un maletín así.
Cerré el maletín para tomarlo entre mis manos.
–Ire a por mis maletas– asentí.»
Quizás uno de mis mayores errores fue haber ido con aquella familia, me hubiera negado y así nunca hubiera caído ante aquellos ojos azules y la corta cabellera de una rubia que siempre hacia todo por irritarme con sus preguntas y porque nunca se callaba.
Aunque si digo la verdad, me gustaba escuchar el sonido de su voz mientras venia en la parte trasera platicando con su amiga.
Pero ahora ella me estaba alejando de su lado porque yo había cometido la estupidez de tratar de tocarla sin su consentimiento.
No podía siquiera soportar el simple hecho de que Luca estuviera cerca de ella, que la hiciera reír y sus labios se unieran a los de ella. Simplemente no podía.
Quería que Aurora solo fuera para mí, y si para eso tenía que eliminar a Olivia y Andrew para que volviera conmigo a Italia así lo haría.
Marque el número de Ethan y a los dos timbres me respondió.
–Si me has llamado es para algo importante– murmuró con aquel tono serio.
–Ya se donde tiene Aurora a Olivia y Andrew.
–¡¿Dónde?!
–Esta en la antigua bodega que tenía Stefano cuando estuvo aquí, en el suroeste de Toronto, cerca de una estación de tren.
Perdoname Aurora, pero no voy a dejar que me alejes de ti cuando claramente tu y yo debemos de terminar juntos.
–Mañana por la noche mandaré a mis hombres por ellos– fue lo último que dijo antes de cortar la llamada.
Ahora solo debía deshacerme de Luca y Aurora sería solo para mí.