Aurora
A veces los sueños pueden tardar un poco en cumplirse, pero tarde o temprano aquello que tanto anhelabamos en el alma si es algo bueno se nos va a cumplir.
Mi mayor sueño y el que nunca pensé que tenía escondido entre todas aquellas inseguridades que tenía se había cumplido de alguna u otra forma.
Tener mi propia familia.
¿Quién diría que ahora tenía a una familia feliz la cual siempre había anhelado desde que era solo una niña de cinco años?
Por varios años pensé que mi destino era solo vivir bajo las comparaciones de Olivia y Andrew, dejar que mi vida fuera miserable y nunca superar aquellos traumas e inseguridades que me impedían seguir avanzando.
Pero ahora todo aquello había quedado en el pasado.
La mano de Luca estaba entrelazada con la mía, nuestros pies pasaban sobre la arena mojada a mientras las olas del mar pegaban contra nuestra piel conforme íbamos caminando.
Los niños iban corriendo jugando a atraparse el uno al otro, los gemelos iban por delante mientras que Violeta intentaba alcanzarlos con aquellas cortas piernas que me había heredado.
Estábamos caminando por la misma playa donde Luca y yo nos habíamos casado, donde le había dicho que estaba embarazada, la playa donde nos habíamos jurado amor eterno y habíamos bailado por primera vez. Fue aquí donde me di cuenta que estaba enamorada de Luca y el lugar donde también lo había alejado.
Las risas de los niños, el chocar del mar contra la orilla de la playa y el canto de los pelícanos conforme pasaban sobre nosotros, todo aquello se combinaba creando una atmósfera perfecta.
Estar en esta playa era como retroceder un poco en el tiempo, era como ver las imágenes de todo lo que habíamos vivido, y ahora tendríamos nuevos recuerdos con nuestros hijos.
Balance nuestras manos en el aire, solté una pequeña risa al ver nuestras sortijas cerca la una de la otra.
–Tengo que decirte algo– Luca detuvo nuestros pasos mirando la arena con una expresión que no supe cómo interpretar.
–¿Qué sucede?– ladé la cabeza acariciando su mejilla.
–Te contare una historia– soltó una pequeña risa y después volteo a verme dejando que viera aquellos ojos verdes– hace más de veinte años por las calles de Toronto en una noche lluviosa me encontré con una chica muy bonita que no llevaba abrigo o algun paraguas para evitar mojarse. Cuando me tope con ella no tenía idea de quién era, hasta que vi aquellos ojos azules que solo podía tener una niña que conocía desde niño y por las circunstancias deje de ver,¿te suena un poco aquella historia?– asentí con una sonrisa.
¿Cómo podía olvidar el día en que decidí abandonar la casa de Andrew y Olivia para dejar de sufrir por sus comparaciones porque ya había llegado a mi límite?
–Al día siguiente volví a ver a aquella chica entre los casilleros del instituto, y estaba más bella que como lo estaba de niña, esa misma tarde también me encontré a otra chica, un poco desatornillada y que me podía ayudar un poco.
–¿Quién es esa chica?– enarque una ceja con curiosidad.
–Era Violeta, le conté sobre la pequeña historia que tú y yo habíamos tenido en la infancia, ese día ella supo la verdad sobre ti y tus verdaderos padres, ¿por qué crees que trataba de emparejarnos?– arqueo una ceja con un sonrisa ladina– fue porque yo sé lo pedí.
Mi mejor amiga, siempre buscando mi felicidad a pesar de todo, aún cuando yo intentaba undirme sola y quedarme en la completa obscuridad. Ella siempre buscó mi felicidad hasta por debajo de las piedras.
Las cosas serían muy diferente si tan solo Ethan nunca se hubiera metido en su trasplante, si tan solo la hubiera dejado vivir.
–¿Recuerdas la lista que una vez me diste en esta playa el día que me pediste seis años lejos de ti?
–No me digas que guardaste todos estos años esa lista, porque te juro que si te voy a creer– negué varias veces con una sonrisa.
–No– negó– me la aprendí de memoria, número uno...
1.- Bailar frente a la playa.
2.- Ver un atardecer.
3.- Hacer alguna locura juntos.
4.- Que nos casemos.
5.- Formar una familia.
6.- Ser felices hasta el último día de nuestras vidas.
Dijo cada uno sin siquiera titubear o tartamudear, como si cada cosa de aquella lista estuviera tatuada en su mente.
–Se que todavía nos hace falta cumplir la número seis, pero créeme que si seremos felices hasta el último de nuestros días, de eso yo me encargaré– sus manos se posaron sobre mi cintura acercándome a su cuerpo.
–Te amo– deje reposar mi cabeza sobre su pecho.
Pase mis brazos alrededor de su torso sintiendo que todo a nuestro alrededor había desaparecido, inclusive nuestros hijos y solo éramos nosotros dos.
¿Quién diría que al final encontré al amor de mi vida? Aquel que me espero más de seis años, un hombre que en ocasiones parece un niño pequeño y cela hasta a su propios hijos.
–Te amare en todas mis vidas– acaricio mi cabello dejando un casto beso sobre el.
–Y yo en cada una siempre te elegiré a ti– me puse de puntillas para poder dejar un corto beso en sus labios.
Ya todo había terminado, las inseguridades, miedos y tristeza, ahora solo tenía que disfrutar de mi familia y todo lo que nos rodeara.
Ya no podía pedir más, tenía una familia feliz, a unos hijos increíbles, unos padres que me adoraban y un esposo que me amaba con toda el alma hasta el último de nuestros días.
Todo está bien.
Al final de todo, si había podido ver...
La luz de la venganza.
Fin