Constans.
La clase acaba después de media hora. Me recargo en mi asiento, observando cómo los demás niños comienzan a salir del salón. No he dejado de maldecir en mis adentros, estoy harta de estar aquí. Me tengo que quedar porque ese viejo de Dillinger nos ha pedido a Christopher y a mí que lo esperáramos porque necesitaba hablar con ambos. Sí, con ese chico tenía que ser.
Me siento ridícula al darle importancia, pero aún me siento molesta por el cómo reaccionó ése niño cuando escuchó mi nombre con el suyo. Parece que le importó demasiado. Creí que...
¡A la mierda!
Desde que me vió sentí su miedo. Él también lo tiene. Él también me...
<<Ya basta, Constans. ¿Qué era lo que esperabas? ¿Agradarles? ¡Nunca lo hiciste y nunca lo harás! ¿Qué demonios te importa ahora?>>
Me siento extraña conmigo misma porque de verdad me hizo creerle cuando dijo que se había preocupado por mí.
Soy una estúpida.
Ambos continuamos sentados en nuestros lugares, esperando a ese profesor que sólo se está haciendo el tonto con unos papeles en su escritorio. Espero que sea rápido lo que sea que tenga que decirnos, ya no soporto estar aquí, ya no soporto sentirme así estando con ellos.
De pronto, el maestro ordena que nos pongamos de pie. Me levanto a regañadientes, tomando mi bolso, y avanzo abrazándome a mí misma. Mis entrañas se revuelven al sentir a ese niño acercarse también. Sigue nervioso, se mueve muy a fuerza hasta donde estamos el maestro y yo ahora.
—Chris, realmente me harías un gran favor si aceptaras hacer este proyecto con Connie—señala ese hombre hacia mí con una mirada, y los ojos del chico por fin me enfrentan, sólo por un corto segundo. Soy capaz de notar la cautela con la que me mira y también soy capaz de escuchar cómo traga grueso después—. Eres de mis mejores estudiantes y serías un gran guía para ella en este proyecto. Recuerda que es nueva y aun necesita tutoría.
—No hay problema si Smith prefiere cambiar de compañera, profesor Dillinger. Comprenderé su decisión—digo yo, intentando sonar despreocupada.
—No... Está todo bien, señor—dice Chris después de un momento de silencio. Mis ojos se abren hasta el tope después de escuchar eso—. Me quedo con ella, señor. Encantado estaré de guiarla.
Aprieto mi mandíbula cuando nuestros ojos se encuentran. Luce desafiante con ellos puestos de nuevo en mí. Se ve incluso más seguro que antes.
¿Pero qué demonios...?, creí que él...
—No tengo problema alguno. Estaré encantado de trabajar con la señorita Ziegler—dice con una sonrisa cerrada.
Hago uso de toda mi fuerza de voluntad para no ir a borrarle su estúpida sonrisa con un golpe. ¿Por qué ha cambiado de opinión?, ¡Creí que estaba asustado!
Después de recibir algunas instrucciones por parte de ese maestro para el trabajo que haremos, nos deja salir del salón de clases. Ya no tuve oportunidad para protestar, pero ahora ya no veo el caso de hacerlo, pues aunque esto me dé mala espina... tengo que seguir con el teatro.
Al salir al corredor, observo a varios chicos deambulando de un lado a otro, y no me pasa desapercibido el sin fin de estupideces que dicen en voz baja cuando me miran.
—¿Seguirás ignorándome? Sabes que ya no tienes de otra si no quieres que te reprueben—susurra cuando pasa a un costado de mí.
Me estremezco ridícula y extrañamente por eso. Olvidé por completo que Chris seguía junto a mí. Me obligo a enfrentarlo después.
—Me importa un carajo si eso pasa. Creo que ya dejé más que claro que este lugar no es mi prioridad—digo yo, intentando sonar cruda.
—Oh... ¿Entonces ya me hablarás?
— No me queda de otra, niño —le ruedo los ojos—. Me sorprende que ya hayas dejado de temblar.
—¿De qué hablas?
—No finjas, parecías muy asustado ahí dentro. ¿Te doy miedo, niño?
Ríe, amargo. Su forma de sonreír llama rápidamente mi atención...
<<¿Por qué mierda lo estoy mirando>>
—¿De ti? No creo que haya algo de qué temer, ¿o sí? —Le dedico una sonrisa cerrada cómo respuesta.
<<Oh... Si tan sólo lo supieras, niño.>>
Ahora lo veo a él rodar los ojos y después deja caer sus brazos para meter las manos en los bolsillos de sus pantalones.
—Si no me equivoco... la que ha parecido asustada aquí has sido tú.
Una risa se me escapa antes de responder:—¿Yo?, ¿pero qué te hace pensar eso?
—Pues... respecto a lo que me dijiste la otra vez. Jamás creí que hablabas enserio con eso de que no te gusta la escuela, pero me he dado cuenta más bien... que lo que realmente te incómoda son las personas.
Trago grueso, pero aún así me obligo a mantenerme firme en mi lugar.
—¿Crees que les tengo miedo a ellos? —niego, sonriendo con amargura. Es increíble que haya notado ese detalle. ¿Enserio es tan observador?
Se encoge de hombros.
—Podría comprender muy bien el porqué te pasa.
—A mí no me pasa nada, Christopher.
—¿Entonces tampoco te pasa nada conmigo? Porque también lo noto.—siento cómo todo mi cuerpo se estremece después de escuchar eso.
No tengo cómo contraatacar porque es cierto. Yo tampoco entiendo por qué he querido seguirle el juego ahora.
Suspira, después me mira luciendo un poco más... ¿desanimado?
—¿Me dirás al fin cuál es el verdadero problema que tienes conmigo?
Mis ojos se desvían de él, en un estúpido intento para huir. Por supuesto que no le diré eso... Por supuesto que no lo enteraré de cuánto me afecta en realidad su sola presencia.
De pronto mi atención es atraída por algunos murmullos que escucho cerca. Rápidamente compruebo que provienen del grupo de zorras que se encuentra cerca de la dirección. Dijeron algo cómo, "miren a la pareja de raritos," "los dos encajan tan bien por extraños."
—¿Seguirás haciendo eso? —la voz de Christopher me devuelve bruscamente al aquí.
Después lo encuentro mirándome, luciendo confundido. Ver sus ojos apacigua de alguna manera la oscura ira que había comenzado a crecer dentro de mí.
Editado: 31.05.2025