Christopher.
Mis ojos se clavaron en el pupitre solitario que se encontraba a pocos metros de mí, vacío y silencioso como un eco de lo que una vez fue. El pupitre que ella solía ocupar todos los días, sin prestarle atención a nadie más que a las novelas que devoraba durante la hora del almuerzo. Extrañaba escuchar sus críticas mordaces sobre los libros, extrañaba verla aquí, oírla quejarse de todo el mundo con su voz sarcástica y familiar.
Mi mente se resistía a dejarla ir, y yo mismo me reprendí por no poder concentrarme en el examen que descansaba sobre mi escritorio. Pero mi cerebro parecía tener vida propia, y mis pensamientos se negaban a cooperar. La nostalgia y la tristeza me ahogaban, y yo me sentía cada vez más desesperado.
La tranquilidad del salón, el silencio que se creaba gracias a la concentración de mis compañeros, no parecía ser suficiente para ayudarme a enfocarme. En su lugar, el tic-tac del reloj y el sonido de las lapiceras sobre el papel me parecían una tortura. Me permití observar a mis compañeros, con sus cabezas bajas y sus ojos fijos en sus exámenes, pero mi mirada regresó rápidamente al pupitre vacío de ella.
La ausencia de Constans era un dolor que no disminuía con el tiempo. Duele, de verdad duele. Mis ojos se perdieron en la ventana que estaba a mi lado, y aprecié los copos de nieve que caían suavemente sobre ella. El paisaje era gris y nublado, y los días me parecían más sombríos que de costumbre. Eso no ayudaba a mejorar mi ánimo, al contrario.
Mi mano se deslizó hasta el bolsillo de mi chaqueta y saqué el pequeño broche que ella me había dejado a guardar esa noche. La rosa negra de tela parecía una reliquia de un pasado que ya no existía. La miré y la apreté fuertemente con mi mano, recordando la noche de la fiesta, la última noche que estuvo conmigo. Mi corazón se estrujó ante los pensamientos que regresaban a torturarme.
Mis teorías, unas absurdas y otras aterradoras, seguían poniéndome en conflicto respecto a lo ocurrido esa noche...
¿Acaso nada tenía sentido? ¿Acaso todo esto era una broma absurda del destino? ¿Quizá me he vuelto completamente loco? O quizá... apenas he despertado de ese sueño que no me abandonaba cada maldita noche antes...
La imagen de la joven extraña con alas regresó a mi mente, y yo me sentí atrapado en un ciclo de dolor y confusión. Ella desapareció hace dos meses, junto con Dorian, Jess... y junto con mi razón también. No dejó rastro alguno, ninguna pista de dónde podría estar o alguna explicación del porqué decidió desaparecer así de Nueva York. Sospechaba que también se había ido del país.
Pero lo que más me dolía era que su recuerdo estaba comenzando a desvanecerse de la memoria de casi todos los chicos. Era como si solo hubiese estado aquí por un pequeño instante. Comenzaba a ser solo un fantasma, y su rastro se empezaba a borrar como si nunca hubiese estado aquí en realidad. Era extraño que todos la hubiesen empezado a olvidar, después de todo el escándalo que hicieron antes por ella.
Desgraciadamente, yo era el único que aún vivía de su imagen y de todo lo que respecta a ella. Jamás podría olvidar nada de ella. Cada segundo que estuvo aquí lo tenía perfectamente grabado en mi cabeza. Sigue más viva que nunca dentro de mí... en mi memoria, aún sigue siendo la protagonista de cada uno de mis pensamientos.
Todo me pareció un sueño cuando estaba con ella, todo era demasiado bueno para ser verdad. Era una maravilla, de esas que solo pueden presentarse en los sueños más agradables y llenos de magia. Un sueño donde yo podía sentirme al fin seguro y fuerte para enfrentar a este raro mundo. Ella era ese refugio donde mis miles de miedos podían alejarse para dejarme apreciar su hermosa mirada celeste, triste e ingenua. Donde por fin podía sentirme completo de alguna manera... pero he despertado quizá. Me he despertado solo para hundirme más en la confusión y para regresar al mismo infierno de antes.
Ahora me siento más solo, no tengo la fuerza para asimilar aún esto. Vuelvo a ese mundo lleno de interrogantes pintadas con el mismo suspenso que antes me atormentaba. Esto no puede tratarse solo de crueles y absurdas pruebas del destino para hacer entrar en razón a un escéptico como yo. Hay algo más, siempre lo he sentido. Sé que siempre hubo algo detrás de todo esto...
De ella...
Porque... ¡No pudo haber sido coincidencia que la haya encontrado en ese bosque! ¡No pudo haber sido coincidencia que haya ocurrido ese accidente el mismo día en que los chicos y yo estuvimos ahí! ¡No pudo tratarse de una coincidencia que ella y Jess hayan podido resolver este extraño misterio en mí! Tampoco el que tenían información demás... De eso siempre estuve sospechoso e inquieto.
No pudo tratarse de una coincidencia de que ella luciera igual a esa joven que aparecía en mis sueños. La imagen de su rostro, de sus ojos, de su sonrisa, se ha quedado grabada en mi mente y no puedo alejarla. Aún me parece increíble el hecho de que se tratara de ella.
Siempre se trató de ella.
Cada vez que salgo a las calles y me topo con algún ser oscuro o con algún resplandor en cada persona que camina por el rumbo, pienso en ella. Pienso en todo el maravilloso tiempo que estuvimos juntos, investigando. Mi nueva forma de ver al mundo... me recuerda mucho a todos los sermones que ella me daba para ayudarme a no tener más miedo de lo que podía ser capaz de ver.
La persona o el fenómeno en el que me sigo convirtiendo... me mantiene con la idea de que todo esto es posible y que Constans también es tan real cómo todo eso, como todo lo que pasa últimamente conmigo. Toda la locura que pasa a mi alrededor, incluso las miradas de terror y los murmullos de los chicos que aún siguen perturbados por lo que pasó conmigo y con Roy... me la recuerdan mucho y también me recuerdan el fuerte motivo por el que debo seguir soportando estos cambios extraños en mí.
Me recuerdan también al motivo por el que debo seguir respetándolo y por el que debo seguir aceptándolo como parte de mí. Tal y como dijo ella esa noche en la que no dejaba de regañarme por mostrarme tan cobarde.
Editado: 31.05.2025