La luz de Lamia

Capitulo 35

CHRISTOPHER

—¿Seguro que es aquí?

—Sí. Este es.

—Pero... es un callejón.

Koran solo me lanza una mirada cargada de fastidio. Está sentado a mi lado, en los asientos traseros del auto. Sus ojos se ven más intensos de lo habitual, casi extraños. Me cuesta enfrentarlo ahora.

—Solo baja del auto, Smith. Estoy agotado, y lo único que quiero es llegar a casa —responde con tono desenfadado. Y, sinceramente, lo entiendo. Está agotado de verdad. Este día ha sido un infierno para todos.

Asiento, a punto de abrir la puerta, pero Jess me detiene, sujetando la manga de mi chaqueta con firmeza.

—¿Ellos están de acuerdo con que nos traigas aquí? No quiero que se arme un caos —le dice a Koran.

La miro, confundido. ¿Ellos? ¿Con quién se supone que nos vamos a encontrar?

Koran rueda los ojos y se encoge de hombros.

—Ellos sabían que vendría con el chico.

—¿Y nosotros qué? ¡Nos van a hacer papilla a Josh y a mí en cuanto nos vean!

—Eres una paranoica, Jessica —murmura con una risa contenida. Por primera vez en mucho tiempo, esboza una sonrisa genuina—. Eres humana. Nosotros no le tememos a los humanos, y mucho menos les haríamos daño. Ni siquiera a ti. ¿Qué parte de que nuestro deber es protegerlos no has entendido?

Pero Jess enciende, y sus ojos reflejan pura ira.

—¡¿Entonces por qué demonios has desconfiado de mí todo este tiempo?!

—Porque aún formas parte de ese asqueroso clan. Pero si Christopher cree en ti... no me queda otra. Además, él tiene razón. Por ahora, necesitamos una tregua. Recuerda que ahora todos estamos contra Belia.

Con eso, Koran abre la puerta del auto y baja sin más.

Lo seguimos con la mirada mientras se adentra en el callejón, las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta oscura. ¿Qué demonios está haciendo ahora?

Los tres intercambiamos una mirada confusa, hasta que su voz nos arrastra de vuelta.

—¡¿Vienen o qué?! —grita, con los brazos abiertos a los lados.

Sin pensarlo mucho, salimos del auto y tomamos las mochilas del maletero. Koran nos hace una seña y lo seguimos hasta el fondo del callejón, que se abre entre dos enormes edificios industriales. El lugar está sumido en sombras. Apenas puedo distinguir un contenedor de basura cubierto de moscas. No reconozco la zona. Todo luce desolado... y peligroso.

Una ráfaga de aire helado me golpea el rostro y me estremece. Veo que Jess y Josh también lo sienten; cada uno se abraza a sí mismo en busca de calor. Josh no deja de maldecir entre dientes con la voz temblorosa.

Dirijo la mirada a Koran, frunciendo el ceño al verlo de pie frente a una pared de ladrillos, dibujando círculos con el dedo índice sobre su superficie.

<<¿Qué demonios hace ahora?>>

Está concentrado. Ni siquiera parece afectarle el frío.

Entonces se gira hacia nosotros.

—¿Soy yo... o estás más pálido que de costumbre?

—Ja-ja —intento sonar sarcástico, pero el maldito temblor en mi voz lo arruina. Y claro, él sonríe con burla.

—Gran plan el de venir a la peor zona de Manhattan.

—Tranquilo. Esto no tardará —dice mientras se cruza de brazos. Ahora parece impaciente, como si esperara algo. Ni siquiera nos mira; solo observa esa pared con atención, como si ocultara un secreto que él ya conoce.

¿Qué está esperando?

Ya empiezo a creer que su plan es dejarnos morir congelados aquí.

No puedo evitar sonreír al ver a Josh abrazar a Jess de pronto, protegiéndola del frío. Me quedo observándolos más de lo que debería. Lucen tan bien juntos...

Josh ha cambiado desde que la conoció. Es diferente con ella. Y Jess… Jess es adorable, dulce, siempre preocupada por todos. También es muy astuta. Por eso me intriga qué fue lo que la atrajo de un tonto arrogante como Josh. Pero se nota a kilómetros lo fascinada que está por él. Y lo mismo va para mi primo… nunca lo había visto así por alguien, y menos por una chica tan distinta a las que solía frecuentar antes.

Al menos… algo bueno ha salido de todo esto.

La nostalgia y la emoción se agolpan en mi pecho al verlos así. Me entusiasma observarlos, pero al mismo tiempo hay un derrumbe silencioso dentro de mí que me llena de inquietud. Es extraño… tal vez se deba a la situación crítica en la que nos encontramos. Tal vez sea... miedo.

Miedo de que todo siga arruinándose por mi culpa. Miedo porque ellos también están involucrados hasta el cuello en esta mierda.

Ambos giran de pronto hacia mí, devolviéndome bruscamente al presente. Parece que no se habían dado cuenta de que los estaba observando. Sus rostros muestran cierta confusión, aunque imagino que se debe más a la incertidumbre por lo que Koran sigue haciendo frente a esa pared.

El frío parece intensificarse. El vaho blanco que se escapa de mi boca con cada exhalación me recuerda a una escena del Titanic. Mis manos, entumecidas, ya ni siquiera las siento. El rostro me arde como si me estuvieran golpeando con cubos de hielo. Agradezco que no esté nevando, pero admito que el frío en esta parte de la ciudad es peor que en Cold Spring.

—¡¿Me… me pu-puedes decir có-cómo diablos soportas este jodido congelador?! —se queja Josh con voz temblorosa, aunque su tono resulta gracioso.

Koran lo mira, alzando las cejas, sin despegar los brazos de su pecho.

—Privilegios de ser un Anónimo.

—Oh, gracias. Súper específico, hombre.

Koran solo se encoge de hombros y vuelve a concentrarse en la pared.

No tengo idea de qué demonios estamos esperando, pero empiezo a impacientarme, y este frío no ayuda en nada.

—Solo espera un minuto, Smith, y lo verás por ti mismo.

<<¡Maldición! ¡Olvidé que puede leer la mente!>>

—¡¿Quieres dejar de hacer eso?! No tienes derecho a husmear en mi cabeza.

—Tú eres el que piensa demasiado fuerte.

—¿Pensar demasiado fuerte? ¿En serio?

Koran entrecierra los ojos, con fastidio.



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En el texto hay: misterio, demonios, amor

Editado: 31.05.2025

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