CHRISTOPHER.
—¡¿En serio se casará?!
—¡Dios! ¡¿Quién fue el valiente?!
Kim le lanza una mirada de advertencia a Josh. Él levanta las manos en gesto de rendición, suspira y vuelve a concentrarse en cortar un tomate con el cuchillo.
—Se llama Dylan. Y ¡sí!, ¡es la quinta vez que les digo que la boda ya está cerca! ¡Déjenme cocinar en paz!
Josh y yo nos miramos, igual de asombrados.
—¿Pero por qué nadie nos avisó antes? —sé que ya la fastidiamos demasiado con el tema, pero de verdad quiero entenderlo.
Ella me devuelve una mirada cansada.
—¡Eso fue porque nunca vinieron!
Lo único que me sale es una risa nerviosa.
Está bien, tiene razón. No la culpo por echárnoslo en cara cada vez que puede, pero tampoco hubiera estado mal una llamadita para contarme del compromiso de mi prima Aida.
Sigo sorprendido. No puedo creer que esa pequeña pesadilla pelirroja vaya a casarse este viernes. Tenía solo diez años cuando me fuí de aquí. Muero por verla de nuevo. Seguro me dará una paliza por no haber venido antes.
Parece que llegué justo a tiempo.
—Le dije que vendrían. Tal vez sea buena idea que vayan a verla ahora. Ryan también los está esperando.
—¡Oh, ese maldito! —Josh niega con la cabeza y apoya las manos en la mesa de madera donde Kim sigue cortando verduras—. Dijo que se alistaría en el ejército y…—
—Conoció a una chica —lo interrumpe Kim. Mi primo y yo bufamos al mismo tiempo.
No recordaba esa promesa de Ryan a Josh. Eran unos idiotas cuando niños, compitiendo siempre por ver quién era más macho. Patéticos.
—Además, Ginger nunca estuvo de acuerdo con eso. De todos modos, no se lo iban a permitir.
—Oh… Esto se pondrá bueno —Josh frota las manos con una sonrisa maquiavélica—. Creo que alguien me debe cien grandes. Vamos por ellos, Chris.
Toma su chaqueta de la silla y me da una palmada en el hombro.
—¿También era una apuesta? —le frunzo el ceño.
Él asiente, con una sonrisa de idiota.
—Qué bueno que vine, ¿eh? —me guiña un ojo. Yo solo ruedo los míos.
—¿Y crees que recuerde eso después de diez años, imbécil?
—Yo haré que lo recuerde. Vamos. —Antes de que pueda responder, me agarra del brazo y me arrastra fuera de la cocina—. ¿Dónde está Jessie?
—Fue a comprar unas cosas con Andrea.
—Bien. Cuando vuelva, dile que no tardamos. —Vuelve a empujarme hacia la salida.
—¡No olviden pasar por sus esmóquines a casa de Ginger!
—¿Uh? —balbuceamos los dos al mismo tiempo. Nos detenemos y giramos a ver a Kim.
Ella niega con la cabeza y rueda los ojos.
—Sus esmóquines para la boda, chicos. Andrea los consiguió ayer. Ya están listos, pero están en casa de su tía Ginger. No lo olviden, por favor.
Josh y yo nos miramos. Su cara refleja el mismo horror que siento yo.
—¡SE VERÁN BIEN! ¡NO PONGAN ESA CARA!
Demonios…
Odio vestir de gala. Siempre me siento ridículo.
—Puedo ir así —Josh se señala a sí mismo y luego posa como un modelo barato—. Yo me veo hermoso con todo. ¡Por Dios! No necesito ningún maldito esmoquin.
Kim entrecierra los ojos.
—¡Auch!
—¡Oye!
Nos quejamos al mismo tiempo por el golpe de la manzana que lanzó en nuestra dirección.
—¡¿Por qué la violencia?! —gruñe Josh, mientras yo sigo sobándome la cabeza con la mano. No entiendo cómo demonios esa jodida manzana logró rebotar en los dos.
—¡DEJEN DE PORTARSE ASÍ! ¡ES LA BODA DE SU PRIMA, DEBEN LUCIR PRESENTABLES! ¡ES LO MENOS QUE PUEDEN HACER POR ELLA Y POR ANDREA, QUE SE HA TOMADO EL TRABAJO DE ALISTARLES TODO!
—¡Con esto me pudiste descalabrar, mujer! —Josh señala dramáticamente la manzana que yace en el suelo.
—¡Te lo merecías, por malagradecido y… ridículo!
—¡¿Pero yo qué culpa tengo?! —me quejo, extendiendo los brazos a los costados.
Ella sonríe, culpable.
—Lo siento, Chris. Eso no era para ti, cielo.
Ruedo los ojos, y Josh me empuja otra vez hacia la salida.
—No olviden los…—
—¡SÍ! —gritamos al mismo tiempo, cortándola.
Kim es una traidora. Estoy seguro de que hace esto solo para fastidiarnos. Y lo peor es que, con su burla, hasta parece disfrutarlo.
~*~
Josh y yo caminamos rumbo a la casa de mi tía Ginger. Es la hermana mayor de mi madre y vive con sus dos hijos: Aida y Ryan, gemelos, ahora universitarios. Sí, ella también tuvo la suerte —o la desgracia— de cargar con dos retoños al mismo tiempo.
Mi tía siempre fue madre soltera, aunque nunca le faltó el apoyo de mi tío Ben ni de Kim.
Empiezo a sentir nervios. No sé cómo reaccionará al verme después de tantos años. Con mi tío Ben corrí con suerte: no estaba molesto. Pero Ginger… ella es más estricta, y seguramente está decepcionada. No la culpo. Fuí un maldito por no llamar en diez años.
Y aun así… quiero verla. Quiero decirle que la extrañé, que fuí un idiota. Sé que no arreglaré nada con eso, pero al menos quiero intentarlo. Ella siempre entendió, en parte, lo que yo pasaba.
—¿Ya no te llamó Marcus?
La voz de Josh me arranca del torbellino de pensamientos. Estaba tan distraído observando el vecindario… luce más vivo que nunca, el sol lo baña todo con un brillo casi exagerado.
Me encojo de hombros.
—No, ya no. Esa vez lo escuché raro. Le dije que estábamos aquí y parecía preocupado.
—Recuerda también lo que pasó en la casa de su abuela. Es comprensible.
—Sí… —lo corto antes de que me ponga más nervioso. Vuelvo la vista al frente—. Prefiero no recordarlo ahora.
El estómago se me revuelve solo de pensarlo. Los Agentes Sombras…
Josh suspira.
—Está bien. Pero no te preocupes de más. Seguro solo está sacado de onda. Con lo de la casa, cualquiera.
Me sacude de los hombros, como para bajarme la tensión. Asiento, aunque la preocupación sigue clavada.
Me importa más su seguridad que cualquier otra cosa. Sé que volvió a Beacon… y en ese lugar también están Constans y Dorian. Eso significa que Marc está más expuesto a la amenaza de los que nos persiguen.
Editado: 31.05.2025