La luz de su mirada - Libro Ii

Capítulo 1

—Hola, me llamo Iván y hoy puedo decir que he superado mi adicción a las drogas —así fue como me despedí del grupo de rehabilitación del que había formado parte hasta ahora. Un año después, podía recitar las palabras mágicas que me permitirían abrir las puertas del infierno y regresar al mundo exterior.
Pero por supuesto que yo era algo más que una simple definición de los problemas que había superado. Si bien, también era un reincidente y el temor a la recaída siempre estaba presente. La pérdida de Sandra, mi hermana y lo que yo más quería en este mundo, me llevó años atrás a adentrarme en esa espiral de adicciones que solo buscaba evadirme de la realidad. Un poco más tarde, la pérdida de Clara, la chica que yo más amaba y amaré en este mundo, me llevó de regreso a esta vida de mierda que no podría tener otro nombre que el del mismísimo infierno. La oscuridad de mi mirada era la perdición de quienes me rodeaban, y a su vez la mía propia. Aun así, perder a las dos personas que más adoraba nunca fue mi intención, y mucho menos una forma de suplir con la última la ausencia de la primera.
No obstante, para hacerles entender mi presente tendría que desenmarañar mi pasado, y el dolor que me ocasionaba rebuscar entre los recuerdos ni siquiera se acercaría a la sombra de volver a revivirlos de nuevo. Mi corazón estaba roto, y mi alma perdida en el recuerdo de quienes perdí.

Dos años antes...

Siempre me sentí culpable: por abandonar a mi hermana a su suerte con el maltratador de mi padre, por buscar a mi madre que desde niños nos había dejado desasistidos, por no lograr que Sandra superara su depresión y acabara quitándose la vida, por dejarme perder en las drogas como forma de aliviar mi dolor, por ser cobarde y no luchar por el amor de Clara, y, sobre todo, por intentar ponerle fin a la culpabilidad que sentía. Ya no quedaba nada del Iván soñador y optimista, del Iván alegre que se aferraba a la idea de ayudar a todos los que estaban pasando por la misma situación que su hermana para impedir que sus desenlaces fuesen tan fatídicos como el de ella. Ese Iván dejó de existir en el momento que las drogas asomaron como si de la misma salvación universal se tratase.
La evasión del mundo real significaba sumergirse en el más profundo de los infiernos. Cuando la toxicidad de los estupefacientes invadía mi organismo, ya nada quedaba de aquel sentimiento de responsabilidad; las drogas dictaban mi absolución y clamaban mi inocencia como veredicto de mi juicio final. Pero el final de mis días cada vez era más palpable, se convertía en algo casi tangible. En definitiva, era capaz de transportarme a un mundo idealizado, donde la fantasía era la protagonista. Se trataba de sueños lúcidos en los que reinaba la felicidad. La capacidad de mi mente parecía ser indescriptible, puesto que podía componer escenarios tan reales y placenteros que no guardaban ninguna similitud, muy a mi pesar, con la vida misma.
Algunos consistían en historias cotidianas donde mi hermana y yo compartíamos tiempo juntos, o disfrutábamos de encuentros familiares con los que considerábamos los mejores padres del mundo. Otros, simplemente eran escenas fugaces de un hipotético futuro presidido por la paz y la armonía, en el que el sentimiento de culpabilidad no existía y mi única preocupación era seguir consumiendo para no despertar nunca de esa maldita ilusión óptica. Pero mis favoritos eran aquellos en los que veía a Clara. Mi preferencia por dichas ensoñaciones principalmente se basaba en el "factor real" de las mismas. Volver a convivir con mi hermana ya no era posible en este mundo, y retomar la relación con unos padres que no le hacían justicia a ese término, tampoco era algo que yo anhelara. Sin embargo, recuperar a Clara era el único sueño que podía cumplir. Un sueño que por su propio bien, y muy a pesar de mis deseos, nunca se debería cumplir...

Titiritar, titiritar
Titiritar, titiritar
Titiritar, titiritar
Titiritar

Estaba cerca de caer inconsciente, pero necesitaba prolongar algo más la satisfacción que me producía estar junto a Clara. Lo malo de las alucinaciones era que no recordaba con exactitud lo que pasaba durante ese periodo. Una serie de imágenes se fueron proyectando en mi memoria: estábamos en el jardín trasero de la cabaña del bosque, bajo el árbol cuyo tronco había decorado con luces, el mismo en el que sellamos nuestro amor. Reíamos, jugueteábamos rozando nuestros dedos en busca de contener la chispa que desatara el caos. Porque así eran los deseos de mi retorcido cerebro, le gustaba demostrarme que en cuanto bajaban los niveles de toxicidad de mi sangre el más bonito de los sueños podía convertirse en la peor de las pesadillas.

Mirando al cielo siento que voy a caer
No es el vértigo lo que me hace retroceder
Son los nervios y las ganas de volverte a ver
No hay destino al que llegar, tan solo al que volver

Tengo que pensar en otra cosa
Pero vicias como el tusi rosa
No se me van las putas mariposas
Si estás sentada frente al mar y posas

Me haces titiritar
Titiritar, titiritar
De amor
Titiritar, titiritar
De dolor
Titiritar, titiritar
De amor
Titiritar, titiritar
De dolor

Tan maravillosa escena pronto se tornó en aquella tormentosa tarde en la playa. Mis desafortunadas palabras en el cementerio hicieron que Clara creyera que la única intención con la que me acerqué a ella fue para ayudarla a superar sus miedos y que no acabase con su vida, como le había ocurrido años atrás a mi hermana. Desde el primer día que la conocí vi algo en ella, un escalofrío me recorrió el cuerpo, los nervios afloraron en mi interior y el corazón comenzó a latir con presteza. La culpabilidad había pasado a un segundo plano y estaba dejando resurgir otro sentimiento muy distinto que incluso me hacía olvidar dicha sensación. No era otra que el amor. Por aquel entonces aún era demasiado pronto para ponerle nombre a lo que sentía, pero aquella chica me importaba hasta el punto de confesarle mis propios problemas. Le hablé de Sandra, del dolor que sentía y me dejé embriagar por su consuelo. Una oportunidad se cernía sobre mis ojos, la misma que se rompió el día en el que terminó nuestro amor.



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En el texto hay: superacion, romance, drama

Editado: 21.12.2025

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