La Luz Del Seraphiel

Batalla Interior

En el vasto abismo de oscuridad que era la mente de Asmodeo, la lucha entre el demonio y Azrael continuaba con una ferocidad incesante. Azrael, a pesar de su desesperación, se aferraba a la esperanza que Daniel le había brindado. La chispa de luz que había sentido en la escuela le daba fuerzas, pero sabía que la batalla estaba lejos de terminar.

— ¡Sal de aquí, Asmodeo! — gritó Azrael, su voz resonando con una mezcla de rabia y dolor — No puedes seguir controlándome.

Asmodeo se materializó frente a él, una figura imponente envuelta en sombras.

— Tú no tienes poder aquí, Azrael — respondió con una sonrisa cruel — Ésta es mi prisión, y tú no eres más que un prisionero condenado por los tuyos.

Azrael se lanzó hacia Asmodeo, intentando romper las cadenas que lo mantenían atado. Sus esfuerzos fueron recibidos con un dolor abrumador, mientras el demonio lo aplastaba con una fuerza implacable. Cada intento de resistir se encontraba con una barrera de maldad pura, una oscuridad que parecía interminable.

— Daniel me ayudará — pensó Azrael, intentando aferrarse a esa esperanza — Juntos, podremos vencerte.

Asmodeo rió, una risa que resonó en el vacío oscuro. 
— Ese humano no es más que un insecto. No podrá salvarte ni salvarse a sí mismo.

La batalla interna se intensificó, con Azrael luchando desesperadamente por mantener su conciencia. Sentía el dolor de cada derrota, cada vez que Asmodeo reforzaba las cadenas. Pero también sentía la determinación de Daniel, una conexión que le daba fuerzas.

— Daniel...— susurró Azrael, su voz un eco débil. — No te rindas...

La oscuridad envolvió a Azrael una vez más, y Asmodeo reafirmó su control. El ángel caído sintió una ola de desesperación mientras su conciencia se desvanecía, hundiéndose en la penumbra de su prisión una vez más.

En tanto, en la casa de su tía, Daniel estaba sentado en su habitación, rodeado de libros antiguos y páginas web abiertas en su computadora. Había pasado horas investigando sobre ángeles y demonios, intentando entender lo que había sucedido en la escuela. La conexión que había sentido con Azrael era innegable, pero necesitaba respuestas.

— ¿Qué es éste don? —murmuró para sí mismo, pasando las páginas de un libro antiguo sobre seres celestiales —¿Por qué puedo ver a Azrael? ¿Por qué puedo enfrentarme a Asmodeo cuando ningún otro humano puede hacerlo?

Las palabras de los textos antiguos empezaron a cobrar sentido. Los dones divinos no eran comunes en los humanos, y lo que había experimentado indicaba algo más profundo. Daniel comenzó a notar un patrón, una historia de ángeles caídos y reencarnaciones.

— Seraphiel — susurró al leer el nombre. La información que había encontrado hablaba de un ángel poderoso, caído hace mucho tiempo, cuya esencia había sido esparcida a través del tiempo y el espacio, buscando un nuevo anfitrión.

— ¿Podría ser yo...? — La idea parecía increíble, pero todo encajaba. Su don, su conexión con Azrael, la capacidad de enfrentar a Asmodeo.

Todo indicaba que él era la reencarnación de Seraphiel, un ángel caído que, al igual que Azrael, había sido corrompido por la oscuridad. Sintió una mezcla de miedo y asombro.

— Entonces... si soy Seraphiel, ¿qué debo hacer? ¿Cómo puedo liberar a Azrael de su prisión?

Los textos hablaban de redención, de la posibilidad de que los ángeles caídos encontraran una manera de redimirse a través de actos de valor y sacrificio. Daniel sabía que su misión no era solo enfrentar a Asmodeo, sino también ayudar a Azrael a liberarse.

— Debo encontrar una manera de salvarnos a ambos — pensó con determinación — No solo a Azrael, sino también a mí mismo.

Sintió que la carga de su misión era enorme, pero también entendía que no estaba solo. Tenía el poder de un ángel dentro de él, y aunque la lucha sería difícil, estaba decidido a enfrentar lo que sea necesario para conseguir la libertad y la paz. Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Daniel miró al cielo estrellado desde su ventana.

— Azrael — susurró — Prometo que no te dejaré solo. Juntos, encontraremos una manera de vencer a Asmodeo.

Con esa promesa en su corazón, Daniel se acostó, sabiendo que el camino por delante sería arduo y peligroso. Pero también sabía que tenía la fuerza y la determinación para enfrentarlo, y que la luz de Seraphiel brillaría a través de él, guiándolo en su lucha contra la oscuridad.

Seraphiel, Azrael y yo te necesitamos más que nunca. Si en verdad estás dentro de mí, si es cierto que yo soy tú...por favor ayúdanos.




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