La Luz Del Seraphiel

La Caída De Azrael

La noche era pesada y el aire estaba cargado de maldad. Daniel, atrapado en los escombros del antiguo cementerio, luchaba por respirar. Sentía el peso de las piedras sobre él, pero lo que más le dolía era la sensación de fracaso y desesperación. Sabía que Azrael estaba observando, sintiendo cada momento de su sufrimiento.

Asmodeo, de pie sobre los restos del cementerio, observaba con una sonrisa de triunfo.
- ¿Ves, Azrael? - dijo, su voz resonando con crueldad - No hay esperanza para tí ni para tu amigo humano. La oscuridad siempre gana. Además tú fuiste condenado a la oscuridad eterna.

Azrael, atrapado dentro de su prisión mental, observaba impotente mientras Asmodeo destruía todo a su alrededor. Cada golpe, cada derrumbe de los mausoleos era un golpe directo a su ya debilitada voluntad. La culpa y la desesperación lo envolvían, y sentía cómo la oscuridad lo consumía lentamente.

- Daniel...- susurró Azrael, su voz quebrada por el dolor - Lo siento... no puedo protegerte...

En su mente, Azrael se veía a sí mismo caminando por un desierto infinito, un lugar sin fin ni esperanza. La luz que una vez había sido su esencia ahora era solo un recuerdo distante. Se arrodilló, sintiendo cómo la oscuridad se apoderaba de él por completo. En ese instante, su mente se quebró, y supo que no había retorno.

- Seraphiel...- murmuró, despidiéndose de su antiguo amigo y compañero -Perdóname... no puedo seguir luchando...

Lejos del campo de batalla, en los reinos celestiales, Gabriel sintió una punzada aguda en su corazón. La conexión que tenía con Azrael, su amigo más querido, se debilitaba. Una sensación de desolación lo envolvió, y supo de inmediato que algo terrible había sucedido.

- Azrael...- susurró Gabriel, cerrando los ojos y sintiendo el profundo dolor de su amigo. La sensación de pérdida era abrumadora, y por primera vez en mucho tiempo, Gabriel se sintió verdaderamente impotente y culpable.

Las visiones de la caída de Azrael lo invadieron. Vio a su amigo, quebrado y consumido por la oscuridad, despidiéndose de Seraphiel y de la esperanza.

Gabriel cayó de rodillas, sus alas envolviéndolo en un abrazo de consuelo propio. Las lágrimas corrían por su rostro mientras la realidad de la situación lo golpeaba con toda su fuerza.

- Lo siento, Azrael - susurró Gabriel, su voz llena de dolor y remordimiento -Lo siento tanto...

Sabía que había sido duro con Azrael, que su juicio había sido implacable. Pero ahora, viendo la desolación de su amigo, Gabriel comprendió el peso de su decisión. La traición de Azrael había sido un golpe profundo, pero perderlo de esta manera era un sufrimiento aún mayor.

Bajo los escombros, Daniel sentía cómo su cuerpo se debilitaba. La luz de Seraphiel dentro de él se atenuaba, y la oscuridad parecía ganar terreno.

Pero a pesar de todo, una chispa de esperanza permanecía. Recordó las palabras de Azrael, su promesa de no rendirse, y decidió aferrarse a esa esperanza.

- No... no me daré por vencido - murmuró Daniel, su voz apenas un susurro. - Voy a luchar...por Azrael... por todos...

Con cada fibra de su ser, Daniel se aferró a la luz dentro de él, decidido a no dejar que la oscuridad lo consumiera por completo. La batalla estaba lejos de terminar, y aunque el camino por delante sería arduo y lleno de peligros, sabía que no estaba solo.

La conexión con Azrael aún existía, débil pero presente. Y mientras quedara una chispa de esperanza, Daniel lucharía para mantenerla viva, buscando una manera de salvar a su amigo y vencer a Asmodeo.

La luz en su propio interior empezó a brillar con mayor.intensidad, cuando sintió la despedida de Azrael aquello lo desesperó. Fue el detonante que necesitaba para renacer de sus cenizas.

Como Seraphiel, había perdido la batalla contra la oscuridad en el pasado., y como humano lo perdió todo también. Sin amigos ni nadie más que su tía, conoció a Azrael en el peor de sus momentos formándose un vínculo entre ambos. Ahora estaba a punto de perderlo y eso Daniel no iba a permitirlo.

Centró su poder en su cuerpo, regenerandose cada uno de sus huesos rotos, cicatrizando al instante cada herida que estar bajo los escombros le provocó.

La luz siguió brillando con mayor intensidad, filtrándose en cada rendija de las piedras para salir al exterior en forma de rayos de luz. En menos de un minuto una explosión se sucedió. Fue Daniel, quien utilizando su poder divino alejó los escombros de su cuerpo arrojándolo a más de cinco metros de distancia.

Daniel se colocó de pie respirando entrecortado, al tiempo que sus magestuosas alas blancas aparecían en su espalda para desplegarse hacia ambos costados brillando con luz propia.

Su luz interior revivió a Seraphiel al completo. Había vuelto de las cenizas de la muerte.

La oscuridad no pudo despedwzarme después de todo. Azrael, amigo, sigo vivo.

Seraphiel

¡Azrael!

Ya no soy quien tú crees. Azrael ya no existe. Ahora soy solo Asmodeo. Agradecele al cielo y en especial a Gabriel.

Las crueles carcajadas del demonio retumbaron por todo el lugar, llegando a la mente de Seraphiel con gran intensidad. La furia del humano Daniel fue intensa, cerró los puños con fuerza debido al dolor e impotencia que sentía. Un remolino de viento fue envolviendo.

Ahora, su luz iba destruyendo las sombras que intentaban asfixiarlo. Seraphiel tampoco era el mismo del pasado. Miró hacia el cielo con un dolor tan grande que algunas plumas de sus alas se volvieron azules. Aquello era símbolo de que su redención aún no estaba a su alcance. Su dolor por saber que estaba a punto de perder a su amigo Azrael, lo colmaba de furia en especial hacia Gabriel.

Ustedes, los miembros del cielo, le hicieron esto a Azrael. Él y yo somos ángeles caídos, como una vez lo fuiste tú Gabriel. Oh sí, lo sé. Al revivir Seraphiel dentro de mí, pude saber ciertas cosas. Gabriel, espero que estés satisfecho.




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