La Luz Del Seraphiel

Hermanos En El Abismo

La ciudad se encontraba en un frágil equilibrio entre la luz y la oscuridad, pero en las profundidades de su ser, Azrael sintió una perturbación. Un dolor intenso y desesperado que lo asaltó sin previo aviso, una conexión que se encendió brevemente antes de desvanecerse.

El ángel sabía que algo estaba ocurriendo con Asmodeo, su hermano mellizo, y el vínculo que compartían desde su creación gemelar se había activado momentáneamente.

Azrael, en el cuerpo de Ian, cayó de rodillas, sus manos aferrándose al suelo mientras el dolor de Asmodeo lo inundaba. Era una mezcla de agonía física y tormento emocional, una lucha interna que resonaba en su propio ser.

—¿Qué está pasando? —susurró Ian, sintiendo la desesperación de Azrael — ¿Qué sientes?

Azrael, jadeando por la intensidad de las sensaciones, cerró los ojos.
—Es Asmodeo. Puedo sentir su dolor. Algo está cambiando en él.

El vínculo entre ellos, nacido del castigo de Gabriel, era una conexión extraña y profunda. En el pasado, Azrael y Asmodeo habían sido uno solo, una entidad de luz y oscuridad perfectamente equilibrada.

Pero cuando Gabriel los castigó, los dividió en dos seres distintos: Azrael, el ángel de la luz, y Asmodeo, el demonio de la belleza y la oscuridad. Esa separación dejó una marca imborrable en ambos, una conexión gemelar que a veces se activaba en momentos de gran dolor o transformación.

—Asmodeo... —murmuró Azrael, sus pensamientos viajando a través del tiempo.

Recordó el momento en que casi perdió a su amado Seraphiel. Asmodeo, impulsado por su maldad, había encerrado a Seraphiel en una cápsula de prisión oscura, un lugar de tortura inimaginable. Azrael revivió esos momentos de desesperación, cuando los gritos silenciosos de Seraphiel resonaban en su alma.

El dolor físico y emocional que Seraphiel había soportado dejó secuelas que aún persistían tanto en él como en Daniel.

Las heridas de Seraphiel eran profundas, no solo en su cuerpo angelical, sino también en su espíritu. Daniel, que compartía el vínculo con Seraphiel, sentía esas secuelas en momentos de vulnerabilidad, un recordatorio constante de la crueldad de Asmodeo.

—No puedo olvidar lo que hizo, —dijo Azrael, sus ojos llenos de tristeza y determinación — Seraphiel casi murió por su culpa. Y esas cicatrices aún están con nosotros.

Ian, sintiendo el peso de esas palabras, apretó los dientes.

—¿Cómo podemos sentir compasión por él después de todo lo que ha hecho? Su dolor es el resultado de sus propias acciones.

Azrael asintió, aunque una parte de él sentía la antigua conexión con Asmodeo.

—Es cierto. Su sufrimiento es una consecuencia de su oscuridad. Pero aún así, no puedo ignorar completamente el vínculo que compartimos.

Mientras tanto, Asmodeo, encadenado y sufriendo bajo el control de Azazel, comenzó a experimentar un despertar interno. La chispa de luz en su interior, alimentada por su dolor y desesperación, lo hacía cuestionarse sus actos pasados. Esa misma luz conectó brevemente con Azrael, una señal de su lucha interna por redención.

La conexión gemelar que Azrael y Asmodeo compartían era un reflejo de la dualidad del universo, la lucha eterna entre la luz y la oscuridad. Aunque ahora eran entidades separadas, el vínculo entre ellos nunca se había roto por completo.

—Azrael, —dijo Ian, con una voz más suave — No importa lo que sientas por él. Nuestra prioridad es proteger a Seraphiel y a todos aquellos que dependen de nuestra luz.

Azrael, sintiendo el amor y la determinación en las palabras de Ian, asintió.

—Lo sé. Pero también debemos estar preparados para cualquier cosa. Asmodeo está cambiando, y debemos estar atentos.

La noche continuaba envolviendo la ciudad en su manto oscuro, pero en medio de esa penumbra, la chispa de esperanza y redención en Asmodeo comenzaba a brillar un poco más intensamente.

Aunque su dolor era inmenso, también era una oportunidad para encontrar una nueva dirección, un camino que lo alejara de la oscuridad que había dominado su existencia.

Luzbel, siempre observando desde las sombras, notó este cambio. Sus ojos fríos y calculadores seguían cada movimiento, cada gesto de Asmodeo y Azrael. Sabía que el equilibrio de poder estaba en constante cambio, y su momento de actuar se acercaba.

—La lucha entre la luz y la oscuridad nunca termina, —pensó Luzbel—. Pero en esa batalla, siempre hay oportunidades para quienes saben verlas.

Azrael e Ian, aunque sintiendo la conexión con Asmodeo, sabían que su misión principal era proteger la luz y aquellos que dependían de ella.

Seraphiel y Daniel, aunque heridos por el pasado, eran pilares de esa misión, y su protección era primordial.

Mientras la ciudad continuaba su lucha entre la luz y la sombra, Azrael e Ian se preparaban para enfrentar los nuevos desafíos que se avecinaban.

Unidos por el amor y la esperanza, sabían que mientras permanecieran juntos, la luz siempre encontraría una forma de brillar, incluso en los momentos más oscuros.

Y así, en el constante equilibrio entre luz y sombra, la batalla por el alma de la ciudad continuaba, un recordatorio eterno de que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una chispa de esperanza.

 




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