La luz en mi camino está apareciendo

9| Nathaniel

Su respuesta no me dolió, no diría que me dolió, tampoco que me bajó el ego o la autoestima, como lo quiera ver cada uno, diría que fue más un golpe de realidad. Acaba de pasar porque su padre pareciera de repente, se la llevará a vivir con él, que la cambiará de escuela aunque al menos fue un cambio a mejor, sigue siendo un cambio complicado para cualquiera, y yo llego y le preguntó después de haber pasado un par de horas juntos ¿si está detrás de mí? En serio estoy perdiendo la cordura. Pero es que, mierda, es hermosa, de verdad lo es, tiene un belleza aniñada, de esas bellezas tiernas pero que al mismo tiempo no dejan que despegues tus ojos de ella. Es rubia, un rubio muy característico de la familia materna de Sebastián. Tiene los mismos ojos azules que él, pero en cuanto a los rasgos de la cara no tiene parecido a nadie de su familia. No aparta la vista de la pantalla donde se va reproduciendo la película. esta tensa tiene la piernas cruzadas y no para de retorcerse los dedos.

—Iré a ver si Silvia necesita mi ayuda —dice poniéndose de pie.

Estiro el brazo y la tomo de la muñeca haciendo que gire para mirarme.

—Victoria —me mira seria, pero continuo —Fui un imbécil —enarca una ceja ante lo que digo —Estas pasando por muchos cambios, me acabaste de conocer, te acabé de conocer y… vengo y te digo de un momento a otro eso. Fui insensible, y creeme que no soy así, es solo que me acostumbre a que todo fuera así con las chicas de la escuela, del club… y no me detuve a pensar, a ver que no eres una de las chicas a las que conocí en la escuela porque se acercó a coquetearme, eres la hija del mejor amigo de mi tía, y vienes de una vida cien por ciento diferente a la mia, diferente a la que tienes ahora. Eres hermosa Victoria, espero que lo sepas, y que nunca lo dudes, porque creeme, no te podía sacar de mi cabeza mientras terminaba el entrenamiento, ni mientras me cambiaba para encontrarme con ustedes en el estacionamiento. Por favor no me mandes a la mierda por esto. —la miro suplicante.

—Nate, eres un buen chico, lo comprobé hoy, no lo digo solamente por lo que dijo tía de ti, lo digo porque es verdad, pero tu bien lo dijiste, estoy pasando por muchos cambios, cambios muy grandes, hace 48 horas no sabia que tenia papá, no sabía si estaba vivo o muerto, no sabía quién era, y creía que nunca lo iba a saber, pero cuando llegue a casa después del colegio… Ahí estaba él, ahí estaba Sebastian, y la bomba estalló, compre más ropa ayer de la que he usado en dieciséis años de vida. Y ahora tengo una camioneta a mi disposición que puedo asegurarte que vale el doble, no, perdón el triple que la casa en la que vivía, en la que aún vive mi hermana con mi mamá y mi abuela. Vivo con un completo desconocido en pocas palabras porque lo único que sé de él es que tiene un gran empresa de marketing, que sus padres, que son mis abuelos tienen cadenas hoteleras y de restaurantes por todo el mundo, y sé que está soltero, eso sé de mi nueva vida, eso sé del hombre con el que vivo, y sé que empezaré en una nueva escuela junto a mi hermana el lunes. No sé más de esta vida, que se supone es mía. No puedo siquiera pensar en algo más Nate, en algún tipo de relación ni en nada. Tengo que descubrirme a mí misma, encontrarme… Encontrarme a mí misma en medio de todo esto, saber quien soy ahora, porque sé que no soy la misma que ayer. ¿Quieres saber por qué? porque ahora sé que no puedo confiar ni en mi propia madre, porque hasta ella me mintio, me dijo que no sabia quien era mi padre, que no sabía cómo encontrarlo, pero resulta que si lo sabia, que siempre lo supo, pero prefirió no decir nada, sabía muy bien quién era, fue su jefe, y aun sabiendo eso, prefirió quedarse callada, no decirle nada, solo desaparecer de su vida, y lo busco solo para pedirle dinero después de dieciséis años, ni siquiera planeaba presentarse ante él, creía que él simplemente le daría el dinero y seguiría con su vida como si nada hubiese pasado, y hasta eso repercute en la cabeza de mi hermana tanto como para llegar a pensar que su padre no había muerto y que tal vez simplemente la había abandonado, y yo no pude decirle que mamá no sería capaz de hacer eso porque después de todo ya lo había en una ocasión, que le impedía que hubiese sido en dos ocasiones, que nos hubiera mentido a ambas.

—Lo entiendo Victoria, puedo imaginar cómo te sientes, hay muchas dudas e tu cabeza, y no quiero agregar mas, por eso es que solo voy a decirte que si necesitas a alguien con quien hablar, a quien decirle cómo te sientes con todo eso, puedes contar conmigo, me gustaría que pudieras verme como un amigo al menos. —digo sin perder la esperanza.

—Gracias Nate, en serio.

—No hay de que. Solo quiero que lo sepas —me sonríe agradecida, se acerca y se pone de puntitas dándome un beso en la mejilla.

Vuelve a sentarse en el sofá ahora en una postura más relajada. Se está quitando las zapatillas así que me pongo en cuclillas frente a ella alejando las manos de los cordones haciendo que se sonroje, la ayudó a quitarselas y me levanto sentándome a su lado dejando un espacio decente entre los dos. Sigue con las mejillas sonrosadas pero se la ve mucho más relajada que hace un rato, Silvia nos trae unas flautas rellenas de queso y carne con té helado. Comienzo a comer y noto que Victoria no lo hace.

—¿pasa algo? —pregunto y ella gira para verme.

—¿Con que?

—No estás comiendo

—Oh —sonríe —no tengo hambre.

—El plato que pediste no era tan grande ¿segura de que no tienes hambre?

—Para mí sí era grande, ni siquiera terminé, no tengo hambre, pero gracias.

—OK, pero si quieres comer adelante.

—Bien —dice sin quitar la sonrisa del rostro y volviendo a centrarse en la pantalla.

Cuando aparecen los creidos de la primera película ella bosteza.

—¿Te gustó?

—Si, estuvo muy buena, muy entretenida. Lo de los autos, el cómo él lo ayuda a escapar es… es lindo. —me río por su respuesta —Sé que lindo no es la mejor definición para la película pero no sé me ocurre ahora otro objetivo, fue… ¿enganchante? no lo sé —dice riendo también.




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