La luz que no quisieron ver

Capitulo 1: La luz en la oscuridad

Oscuridad. Frío. Y luego… dolor.

—Ugh…

Una respiración temblorosa rompió el silencio. Un joven de cabellos plateados abrió los ojos bajo un cielo gris. El olor a sangre y carne quemada lo rodeaba. Cadáveres de caballeros, monstruos y soldados estaban regados a su alrededor como muñecos rotos.

Sus dedos temblaban. Estaba cubierto de sangre, pero no parecía herido. Su armadura blanca, aunque desgarrada y quemada en partes, aún brillaba con un tenue resplandor.

—¿Dónde… estoy?

No recordaba nada. Ni su nombre. Ni su vida anterior. Solo una sensación cálida en su pecho, como si un fuego sagrado lo mantuviera en pie. Una voz suave —que no era suya— resonaba en su mente.

"Camina, hijo de la luz. Tu destino aún no ha sido escrito."

El joven se levantó lentamente, tambaleándose. Su espada estaba clavada en el suelo, justo delante de él. Era una espada de cruzado, forjada con símbolos de la Iglesia del Santo Estandarte. La tomó instintivamente.

—¿Soy… un cruzado?

Un crujido llamó su atención. Entre los cuerpos, una criatura demoníaca aún respiraba. Tenía un cuerno roto y un ala desgarrada, pero su ojo rojo brillaba con odio. Gruñó, arrastrándose hacia el paladín con la intención de matarlo… o morir intentándolo.

Caelum —nombre que pronto adoptaría— se acercó sin miedo. No alzó la espada.

—No estás bien —dijo, agachándose frente al demonio—. Ya no puedes luchar.

El demonio lo miró confundido. Su garra tembló, lista para desgarrarlo… pero entonces, una luz cálida envolvió al joven. Era suave, serena… como una oración silenciosa.

El demonio soltó su garra. Sus ojos se abrieron, y por un segundo, una lágrima rodó por su rostro inhumano. Luego, se deshizo en cenizas.

Caelum cerró los ojos y murmuró una plegaria por él.

—Que encuentres paz… seas lo que seas.

En ese momento, el cielo se despejó por un instante. Un rayo de sol cayó sobre el campo de batalla. Un rayo que solo lo iluminaba a él.

Así comenzó la historia del paladín reencarnado. Un alma pura en un mundo que no tolera la bondad. Una llama blanca en una era de oscuridad.




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