Capítulo 7: La Espada Contra el Vacío
Los pasos del enemigo resonaban como campanas de condena.
Clang… clang… clang…
Desde el bosque, la figura del Cruzado sin Alma emergió bajo la penumbra del atardecer. Su armadura negra brillaba con un fulgor antinatural, como si devorara la luz misma. En su pecho, la cruz sagrada ardía… pero no con fuego divino, sino con un rojo corrupto y antinatural.
Los aldeanos demoníacos retrocedieron. Algunos se armaron. Otros escondieron a los niños.
Caelum dio un paso al frente, la espada envuelta en su luz tenue. No era una luz grandiosa. No era una explosión celestial. Era suave, humana. La luz de alguien que ha sufrido, pero sigue caminando.
Ilhara murmuró a su lado:
—Ese no es un hombre. Es un cadáver… sostenido por la fe podrida de tu Iglesia.
Caelum asintió.
—Entonces lo liberaré.
El Cruzado Oscuro levantó su gran espada. Medía casi tanto como él. No dijo palabra. Solo cargó.
¡CRASH!
El primer choque fue brutal. Caelum apenas logró bloquear el impacto. Fue arrojado hacia atrás, dejando un surco en la tierra. Se levantó tosiendo, pero firme.
—No piensas, no sientes… solo obedeces. —Caelum levantó su espada otra vez—. Y aún así… no eres tú el verdadero monstruo.
El Cruzado atacó de nuevo, más rápido de lo que parecía posible. Sus golpes eran como martillos, cada uno buscando aplastar, no vencer. Caelum esquivó, bloqueó, giró. Su luz brillaba con cada defensa, creando ondas de energía que protegían a los inocentes detrás de él.
Los aldeanos miraban en silencio. Ilhara sostenía su libro, lista para intervenir.
Caelum buscó una abertura. Clavó su espada en el suelo y alzó las manos.
—¡Oh llama sagrada…! ¡Luz que habita en mí…! ¡Guíame!
Un círculo dorado se formó bajo sus pies. De él surgieron raíces de luz que se enredaron en su brazo derecho, reforzándolo.
¡WHAM!
El siguiente golpe fue suyo. Su puño potenciado chocó contra el casco del Cruzado. Este se tambaleó. Por primera vez… se detuvo.
—… ¿Dolió? —murmuró Caelum—. ¿O solo recordaste por un momento… quién eras?
La máscara del Cruzado cayó. Bajo el casco… un rostro humano. Un hombre joven. Ojos sin vida. Un símbolo grabado con fuego sobre su frente.
—Yo… —susurró, apenas audible— fui… Caelestis…
Caelum abrió los ojos con sorpresa.
—¿Caelestis? ¡Ese es el nombre de uno de los paladines antiguos…!
El Cruzado tembló. Su cuerpo comenzó a emitir humo oscuro.
—¡No! ¡No escuches! ¡Obedece! ¡MATA! —una voz surgió de su pecho. La cruz ardiente palpitaba como un corazón demoníaco.
—¡Eso no eres tú! —gritó Caelum—. ¡Ese símbolo te esclaviza!
Pero ya era tarde.
La cruz en el pecho del enemigo explotó en llamas negras. El Cruzado rugió, ya sin conciencia, y se lanzó con furia bestial.
¡CLAAANG!
Caelum apenas alcanzó a bloquear el golpe. Sus rodillas cedieron.
“No puedo ganar así… no con fuerza…”
Entonces miró hacia atrás.
Los niños demonio, escondidos. Ilhara, firme. El pueblo que nunca lo juzgó.
Caelum sonrió.
—Entonces… que mi luz no sea para matar. Sino… para liberar.
Dejó caer su espada.
Extendió los brazos.
La luz dentro de él estalló en forma de alas doradas.
El Cruzado Oscuro se detuvo… confundido. Sus ojos vibraban. Algo dentro de él temblaba.
—Yo… era un defensor. De los débiles… de la fe…
Caelum dio un paso adelante, rodeado de luz.
—Entonces recuerda. Y despierta.
Y colocó su mano sobre el pecho del Cruzado.
¡BOOOOOM!
Una explosión de luz arrasó el campo. No hirió. No destruyó. Solo purificó.
Cuando el polvo se disipó… el Cruzado estaba de rodillas. Sin armadura. Sin cruz. Solo un hombre, desnudo, llorando.
—Gracias… —susurró.
Y se desvaneció como polvo en el viento.
Caelum cayó de rodillas. Exhausto. Pero en paz.
Ilhara corrió a su lado.
—¿Estás… vivo?
Caelum sonrió.
—Más que nunca.
Pero en lo alto, desde el cielo oscuro… una figura observaba.
El Cardenal Myros. De pie sobre una criatura alada con alas negras.
—Así que usas la luz… para perdonar. Qué trágico.
El final se acercaba.
#707 en Fantasía
#469 en Personajes sobrenaturales
rencarnacion, fantasia angeles y demonios, fantasia epica magia
Editado: 13.04.2025