La luz que no quisieron ver

Capítulo 17: Sombras con Rostro Santo

Capítulo 17: Sombras con Rostro Santo

El cielo del Valle Maldito estaba gris.

No el gris de una tormenta… sino el de un mundo que ha olvidado el color.

Kael caminaba en silencio, rodeado por sus pocos seguidores. Ya eran doce. Demonios deformes, exiliados, mezclas impuras, seres que jamás habían recibido una segunda oportunidad.

Hasta ahora.

Uno de ellos, un demonio con cuerpo serpentino llamado Vel, hablaba con voz baja:

—Dicen que soñaste con una cruz dorada, Kael. ¿Es cierto?

—No era dorada —respondió—. Era de madera. Y sangraba.

Vel asintió. No entendía, pero aceptaba. Como todos los que le seguían.

No seguían su poder.
Seguían su calma.

Pero esa calma estaba a punto de quebrarse.

---

A kilómetros de allí, en una cripta olvidada, cinco figuras encapuchadas se reunían frente a una mesa cubierta de mapas y restos de pergaminos manchados de sangre.

Eran los Cazadores de la Fe Tóxica.

Un escuadrón secreto, creado por Myros para extinguir cualquier brote de herejía dentro del infierno mismo.
Y Kael se había convertido en su objetivo.

—Tiene doce seguidores —informó uno, con voz ronca—. Ha formado un campamento en las ruinas de Virel-Tur. No son fuertes, pero...

—…pero si los dejamos crecer, podrían inspirar a más —terminó otro—. Demonios que piensan… son más peligrosos que demonios que matan.

Su líder, una mujer alta con armadura oscura bajo su túnica blanca, miró fijamente un retrato quemado de Kael.

—¿Un redentor? ¿Entre demonios? —Escupió—. No. No lo permitiremos.

---

Esa misma noche, Kael oraba.

No a un dios.

A la posibilidad de uno.

—Si existe alguien escuchando… no pido fuerza. No pido milagros. Solo pido… que nos dejen creer. Aunque sea solo un día más.

Vel se le acercó.

—Hay algo moviéndose al este. Rápido. En formación.

Kael se levantó. Su rostro no cambió. Pero sus ojos se endurecieron.

—¿Cuántos?

—Cinco. Humanos. Armados como inquisidores. Pero… no marchan. Cazan.

Kael miró a sus seguidores. Algunos eran apenas sombras de lo que alguna vez fueron. Una joven demonio que ya no tenía rostro. Un guerrero sin brazos, cuya alma brillaba más que su cuerpo. Un anciano que hablaba solo con gestos, pero siempre ayudaba a los demás a dormir.

Ellos no eran soldados.

—Entonces no lucharemos —dijo Kael—. Nos moveremos. De nuevo. Como tantas veces.

Pero antes de que pudieran empacar, un silbido cortó el aire.

Una flecha atravesó la oscuridad… y cayó justo frente al fuego.

Con un trozo de papel atado.

Kael lo tomó. Leyó en silencio.

Y luego susurró:

—“No puedes encender una luz… sin atraer a las sombras.”

---

A lo lejos, entre los árboles deformes y ruinas antiguas, los cinco Cazadores observaban.

Uno de ellos sonrió.

—Corre, redentor. Corre todo lo que quieras.

Su líder giró la daga sagrada entre los dedos.

—No escapará. No esta vez. El Cardenal ya ha decidido…

Kael morirá como mártir.

Y así, mientras la fe de uno florecía…
la persecución comenzaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.