La lycoris que nació esa tarde de diciembre

"COMO EN CASA"

Pudo notar una sonrisa ladina en el rostro de ese hombre. A pesar de que antes le había tenido miedo por las ideas extrañas y las situaciones tan desagradables que se habían dado en sus otras vidas. Pero no estaba segura si ese hombre estaba intentando coquetearle.

 

«Debe ser producto de los medicamentos…»

—No sé si estás consciente que puedo leer tus pensamientos.

Por un momento, la risa de Kahé hizo que la tensión que había empezado a formarse desapareciera sin más.

—A estas alturas…No me sorprendería. No sé que lugar es este con claridad… No sé si realmente tienes algo que ver o solo estoy muerta. La verdad no me sorprendería saber que no volveré y que el ciclo se acabó.

—No creo que ese tipo de cosas acabara. Pero incluso yo estoy sorprendido de que hayas recordado cosas que se supone no deberías.

—¿Quién eres tú?

Le lanzó esa pregunta sin dudarlo y se cruzó de brazos antes de reírse un poco. Era tan extraño.

—Soy Kahé, puedes considerarme como un amigo.

—¿Desde cuándo conozco tu nombre?

Al verlo fijamente, notó más claramente la diferencia de estatura. Era un poco intimidante.

—No lo responderé, por ahora.

Él se alejó, empezó a caminar por el campo y como un pequeño cordero sin rebaño, ella le siguió.

 

Su mente era un completo caos, nada de lo que estaba pasando tenía sentido alguno y aun así seguía y aceptaba las situaciones con total tranquilidad. Parecía que no era la primera vez que tenía ese tipo de charla en ese lugar.  La primera vez fue la pesadilla, al menos la primera vez que recordaba.

Kahé le había dicho que debía recordar la muerte en la fosa, pero no tenía sentido alguno. Si después de todo le ayudara para detener para regresar las cosas a la normalidad, pero todo parecía empeorar.

 

—¿Por qué no me dices lo que está ocurriendo realmente?

No recibió ninguna señal del contrario, más bien, parecía que la estaba ignorando.

—Por favor…Dime algo. Deseaba que todo volviera a como era mi vida original… Quería evitar que mi hermana muriera y, por ende, poder salvarme. Ahora parece que hay alguna fuerza externa que busca acabar conmigo.

—Yo también pensé en eso.

Él se detuvo, sin volver a verle por lo que se adelantó y quedó frente a este.

Una fuerte brisa le obligó a cubrirse el rostro, bajando la mirada. Cuando volvió a verlo, él parecía imperturbable y triste. Aun cuando Kahé intentaba sonreír parecía que algo le dolía.

Se acercó lentamente a él y tocó su mejilla, sus dedos acariciaron lentamente su piel, estaba fría y áspera. Sus ojos estaban algo hinchados, tal vez por la reciente brisa.

Él frunció el ceño y apartó su mano de inmediato. Su actitud había cambiado tan radicalmente que le asustó.

 

—Los humanos son extraños, en vez de huir de la muerte van tras ella. Que situación tan curiosa. Quiero que te vayas de mi mundo, despierta de una vez.

Sus palabras dolían y no entendía la razón, tal vez solo era ira contenida.

—Haz que me muera de una vez por todas, estoy harta ¡Estoy harta de que duela!

 

Su gritó fue seguido de un fuerte crujido que le obligó a cubrir sus oídos, cayó de rodillas cuando el suelo empezó a temblar e intentó aferrarse al césped. Kahé no hizo nada para ayudarle, simplemente se alejó de ella antes de que en el suelo se formara un socavón.

 

Ni siquiera puso gritar al caer en ese hueco, cerró sus ojos por instinto al chocar con algo suave.

Abrió sus ojos enseguida y miró alrededor. Seguía en la habitación del hospital. Todo estaba como recordaba.

 

Sus manos temblaban un poco, por alguna razón sentía miedo, pero no recordaba la razón. Miró sus manos y las empuñó intentando calmar esa sensación antes de sentarse con cuidado, miró por la ventana y había anochecido. Tal ve el sedante que le habían puesto había provocado ese sueño tan pesado.

«Debo relajarme»

Se repitió mentalmente antes de mirar nuevamente a su hermano que estaba dormido en el sofá. Tenía el control remoto sobre su estómago y lo veía subir y bajar. Él aún tenía el uniforme del trabajo así que no se había movido de su lado.

Una extraña y nostálgica curiosidad empezó a sucumbir en la mente de Sonia, ¿Cómo era su familia en esta vida?

 

Eran dudas innecesarias, tal vez, algo apresuradas ya que el deseo de que todo estuviera bien empezó a hacerle crear ideas raras. El tiempo estaba pasando sin contemplación alguna y con su pierna inmovilizada le quitaba más posibilidades de poder ayudar a Alessia.

Un suspiro pesado escapó de sus labios. Estaba consciente que en su anterior vida había decidido no salvar a su hermana, pero en esta ocasión las podrían ser diferentes. Se aferró a esa idea desde que vio a Vicente y a Alessia conversar y reírse como si fueran viejos amigos.

Sabía que Vicente era reacio y amargado, sobre todo desde la muerte de su madre, pero ahora parecía que él había superado ese dolor. Si él lo había logrado, ella lo haría por igual.

Tal vez, todos sus errores se habían eran porque había subestimado al enemigo o porque se rindió tan pronto como vio una dificultad. No sabía si el crimen sería en las mismas fechas, pero de alguna manera, protegería a su familia.

Empuñó sus manos y sintió un leve dolor. Ya le habían quitado la intravenosa y tenía un pedazo de cinta con algodón en ese lugar, ni siquiera se atrevió a quitarse la cinta, ya sabía que dolía como el demonio por culpa de sus vellos la mano.

 

Se quitó la sábana, hizo un puchero como si fuera una rabieta por algún capricho no cumplido pero el verdadero problema era que el tener la pierna en ese estado la iba a retrasar mucho. Normalmente debía esperar un mes y ya casi tenía un mes en cama así que con dos semanas más podría volver a sus actividades.




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