La lycoris que nació esa tarde de diciembre

CHARLA PENDIENTE

No fue difícil conseguir el número de teléfono de Kevin, después de todo tenía algunos contactos sincronizados con su correo electrónico. El único problema era entender cómo funcionaba el teléfono y retomar todas las aplicaciones que tenía en el anterior, además de cambiar las contraseñas de todas sus cuentas. Lo único bueno era que no tenía ninguna aplicación del banco. Agradecía ese pequeño detalle. La ventaja de un teléfono nuevo era que tenía saldo.

A pesar de que eran casi las once de la noche empezó a marcarle a Kevin una y otra vez, aunque era evidente que no le contestaría. Posiblemente estaba jugando o durmiendo, ni siquiera recordaba que horario había elegido él así que solo podría estar interrumpiendo su descanso. No se sentía mal por ello, realmente quería hablarle. Aunque no le fue posible.

 

Al final, se quedó dormida en el sofá. Alessia estaba durmiendo en la habitación que era de ella. Ahora se sentía como una familia, aunque seguía siendo un poco incómodo para Sonia. No era fácil para ella adaptarse a una nueva realidad, a su nueva vida.

Por lo pronto, su vida era buena. Ahora tenía una familia, una hermana y un futuro. A pesar de todas las oportunidades que le estaba dando el destino era inevitable que los recuerdos de ese sujeto, el tal Kahé le ponía ansiosa.

Deseaba verlo otra vez, con él se sentía tranquila y de cierta manera quería conocer más de él. Era como si de alguna manera ellos estuvieran conectados o unidos. Si lo pensaba de esa manera, sus palabras empezaban a tomar sentido poco a poco.

 

Despertó temprano, incluso antes de que su hermana lo hiciera. Se levantó del sofá y como pudo empezó a caminar dentro de la casa. Daba saltos y como podía se apoyaba en los muebles o en la pared hasta llegar al refrigerador. Tomo varios vasos de agua para quitarse ese sinsabor que tenía con todos esos pensamientos. Ahora el asunto complicado era subir para ir por su ropa y cambiarse luego de tomar una ducha, la necesitaba.

Escuchó ruidos desde arriba y de la misma manera fue al sofá, su pierna derecha le dolía un demonio, pero ya que se había metido en tremendo problema, debía arreglársela.

Se quedó sentada, esperando expectante que su hermana bajara, pero aun así tomó un tiempo considerable. Tanto así que terminó viendo algún video random, ya se había olvidado de la última vez que se había sentado a ver videos sin que le importara lo que sucediera afuera.

Cuando Alessia bajó traía con ella su muda de ropa y la dejó en el sofá antes de saludarla. Ciertamente la escena familiar sería más fácil si se pudiera omitir la introducción.

—Parece que tuviste una buena noche. Te veo más animada. Eso es realmente bueno—la voz dulce de Alessia le hizo sentir avergonzada y solo escondió su rostro en la almohada—. Te dejaré el desayuno listo, debo ir a recoger unas cosas en el trabajo así que me demoraré un poco, pero llegaré en la tarde con las compras, ¿deseas que te traiga algo?

Sonia giró apenas su cabeza para poder mirarle y suspiró un poco. Si que quería que le trajera algo, pero de alguna manera quería mantener el peso que había conseguido por su estadía en el hospital.

—¿Podrías traer algún juego de mesa? ¿Tal vez cartas o un rompecabezas? Quisiera jugar algo contigo, eso de ver tele todo el día podría matarme de aburrimiento.

Sonrió al escuchar eso. Ciertamente era algo que también habría sugerido, era increíble que a pesar de cómo se dieron las cosas, ellas lograban tener muchas cosas en común.

—Creo que sé que traerte, pero será una sorpresa. Por lo pronto, trata de sobrevivir un poco más con la tele, debe haber una película o puedes jugar algo en el teléfono.

Alessia sacudió su cabello antes de irse a la cocina a preparar el desayuno, sus tostadas eran muy buenas y su jugo estaba perfectamente equilibrado en azúcar. Lo dejó en la mesa de centro y fue por su cartera y zapatos.

Sonia la detuvo, tomando su mano.

—No quiero molestar…Pero ¿me podrías conseguir ropa de salir?

Alessia levantó sus cejas y se sentó en el borde del sofá.

—¿Y, para qué o qué?

—No me veas así… Solo quiero sentirme menos pesada. Creo que la ropa de salir me hará sentir  con más energía. No quiero sentirme enferma, además, todos dijeron que me estaba recuperando físicamente…Emocionalmente debería ser igual. Vamos, no seas así.

Sonia nunca imaginó recurrir a un puchero, pero era su arma secreta. Si iba a estar en la guerra usaría todas sus armas.

 

Obviamente, Alessia no pudo evitar aceptar ese pedido. Era perfecto como había mordido el cebo, se pudo escuchar la carcajada de Sonia desde la planta alta. Bajó poco después con su cartera y la ropa, la dejó en el sofá, sobre la otra ropa y se despidió. Ciertamente ahora que volvía a estar sola la extrañaba, pero debía ponerse en marcha.

Continuó con su plan de la noche anterior, volvía a llamar a Kevin una y otra vez sin una respuesta aun cuando para la hora que era él debía estar en clases o en su casa, aunque eran apenas las ocho de la mañana.

Eso de que ignoraran sus llamadas llegaba a cansarle, pero en su ultimo intentó volvió a escuchar su voz.

—¿Quién es?

Lo escuchó molesto, pero no pudo evitar reírse, lo cual hizo que su amigo gruñera.

—¿Por qué tan enojado, cariño?

Sonia quiso divertirse un poco.

—¿Quién es…? ¿Sonia…?—el enojo de Kevin cambió por una asustada—. Habla… ¿Eres tú?

—Lo soy… Realmente creí que estarías más feliz de saber que volví.

Hubo un silencio desde el otro lado, acompañado de un suspiro pesado.

—Estoy feliz…Y sorprendido. Dijeron que no despertarías por un largo tiempo.

—Es que hice un pacto con el diablo y volví para joder tu existencia. No hace mucho pasó…Así que, estoy desactualizada de todo lo que ha ocurrido. Mas bien…—divagó un poco—. Solo quería saber como estás…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.