La lycoris que nació esa tarde de diciembre

FRAGMENTOS

Alessia no le habló en todo el camino a casa, eso hizo que se convirtieran en los diez minutos más largos de su nueva vida. Estaba de acuerdo en su enojo, incluso ella mismo le estaba apoyando, pero era tan difícil vivir con esa presión, parecía que en cualquier momento le iba a tirar lo primero que encontrara a su alcance, por ahora, lo más peligroso a su alcance era el teléfono.

Cuando llegaron, lo primero que hizo Sonia fue abrir la puerta y dejar que el aire natural entrara. Ella tomó la mano de Alessia y la apretó un poco, no quería que la atacara inmediatamente.

Pero nada de lo que estaba imaginando, sucedió. Fue todo lo contrario, Alessia le miró con cariño y se acercó para abrazarla con algo de fuerza, fue algo fugaz, pero al menos había entendido que ella no estaba molesta.

Ambas se bajaron, Sonia lo hizo con cuidado y caminó hacia la entrada con las muletas, eran demasiado molestas que incluso si se hubiera apuesto a saltar, habría llegado más rápido a la casa. Se dejó caer en el sofá apenas entró y las muletas lo hicieron al suelo, de reojo logró ver a su hermana entrando con el resto de las compras, aunque no le prestó mucha atención, no porque no quisiera o pensara que era una molestia, mas bien aun se sentía triste por su encuentro con Kevin.

 

Estar bajo el sol la había agotado, sentía un peso sobre su cuerpo y solo quería dormir, pero se resistía a ser regañada por sentirse mal por desobedecer. Podría haberse muerto cuatro veces o más pero su orgullo seguía intacto, al menos una parte de este.

En su mente había creado varias estrategias para disculparse por asustarla, tal vez contarle un chiste o hablar sobre la boda ya que ese era un tema que le alegraba bastante, ni siquiera recordaba si ya tenía el vestido listo o las flores, decirle que se veía bonita ese día o que el desayuno estaba muy bueno.

Alcanzó a tomar la almohada que estaba en el otro extremo del sofá y escondió su rostro en esta, sacudió su cabeza un par de veces antes de armar su propia rabieta por conflictos internos de intereses.

 Resignada, levantó la cabeza y respiró profundo, se apoyó sobre sus codos y vio a Alessia aun en la cocina guardando las cosas en el refrigerador, alcanzó a ver un paquete de manzanas y el alma le volvió al cuerpo. Era su fruta favorita.

—Lamento irme de esa manera, fue de emergencia porque él no me quería ver, pero lo conseguí. Estaba muy emocionada por verlo y…olvidé consultarlo—por fin había tomado aire en las últimas palabras y cerró sus ojos fuertemente—. Realmente lamento causarte más problemas.

—Me parece bien que reconozcas tus errores, pero no es el fin del mundo… Además, es normal que quieras salir, aunque sea al patio, has pasado muchos días encerrada y debe ser cansado.

Su voz parecía triste, abrió sus ojos para verla acercarse y se sentó en el borde del sofá.

—Tiene un poco de ello… Me gusta estar en casa, pero extraño mi rutina de madrugar, es difícil acostumbrarse a cambios así.

No entendía porque Alessia seguía viéndola de manera tan intimidante, ya se había disculpado.

—Te llevas muy bien con Kevin, ¿verdad?

Pudo ver una sonrisa muy extraña en ella y se sentó como pudo en el sofá. De alguna manera sentía que algo no estaba bien. Intuía por donde iba esa conversación.

—Algo, ¿por?

—Ahora que fui a recogerte, se veían bien juntos. Incluso me pareció que estaba interrumpiendo algo. Realmente es lindo saber que tienes alguien que te gusta...No tienes que avergonzarte.

«¿Qué mierda es esto?»

La expresión de Sonia cambió por completo, incluso recordaba que rumores así habían empezado a surgir por la universidad. Se acercó y palmeó el hombro de su hermana y negó con la sonrisa más sincera que pudo.

—Te aseguro que todo está bien. Lo veo como un hermano y él como su mascota, más o menos así es la relación. Nos gustan los mismos juegos y vivimos cerca, nos hacíamos compañía mutuamente. Por favor…No insinúes cosas raras.

—¿En serio, solo eso? Bueno, pero es realmente lamentable, ustedes se veían bien allí conversando y eso.

—Conversando como los amigos lo hacen… Además, físicamente no soy aceptada por la sociedad así que viviré soltera con los gatos o los perros que algún día adoptaré. Me dormiré.

 

Se dejó caer nuevamente en el sofá, cubrió su rostro con la almohada. Ciertamente era muy vergonzoso que llegara a esas conclusiones, pero sobre todo agradecía que no dijo ninguna de sus teorías descabelladas en frente de él. Sonia no quería que él se alejara por ese tipo de cosas. Su rostro se sentía caliente, tal vez era por la insolación y el coraje que acababa de pasar.

Escuchó a su hermana alejarse del mueble y su tranquilidad volvería poco a poco. Solo quería que esas ideas raras se fueran de su cabeza, golpeó su cabeza varias veces con la almohada hasta calmarse, pero al final, sus ojos se estaban cerrando poco a poco. Le hubiera gustado dormir, pero la voz de su hermana llamándola le hizo volver a la realidad, se giró apenas para poder ver donde estaba.

 

La vio junto a la mesa de centro, sacando una funda de su cartera. Extendió su mano para que Sonia tomara la bolsa, podía reconocer esa bolsa de inmediato y sabía perfectamente que era ese regalo. Lo tomó y sacó con cuidado el contenido de la bolsa. De allí salió una caja de madera que parecía ser un baúl con aspecto antiguo, su tamaño era como el de un cuaderno de los que usaba para la universidad, del candado colgaba una pequeña llave que abría este.

—Recuerdo que cuando éramos niñas te encantaba leer, siempre leías antes de dormir. Ibas a la biblioteca a prestar libro tras libro. Ese era tu pasatiempo favorito, incluso papá te regaló un par antes de que muriera. Eras muy feliz con ellos.

Su sorpresa no pudo ser mayor. Sonia no se imaginaba que incluso Alessia podría recordar pequeños detalles como ese, aun cuando ellas nunca compartieron habitación o intereses. Siempre habían sido mundos muy distintos. Aun así, Alessia guardaba lindos recuerdos de ella.




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