A pesar de que le había pedido a su hermana ayuda profesional, se arrepintió. De todas manera no había manera lógica de explicarle a alguien lo que estaba sucediendo, a menos que al final de la cita le dijeran que tenía esquizofrenia o alguna enfermedad mental parecida. Lo importante era mantener apariencias y tratar de estar un paso delante de lo que se supone que vendría.
La historia hace mucho que ya no estaba detallada en el guion y ahora solo estaba improvisando y tanteando resultados, probablemente esa fallo y error era su constante bucle de muerte.
Y si, traía ese tema nuevamente a la mesa porque ya no tenía explicación alguna. Además, de que ahora Kahé era real. No era el mismo loco que veía en sus sueños, pero al final lograba el mismo efecto en ella: traer caos.
Ese encuentro solo logró que perdiera el norte en sus planes y solo causó confusión en su mente. A cualquier ser superior, lo odiaba por mandarle pruebas que no quería. Claro, existía la posibilidad de que ella fuera solo algún tipo de experimento como en alguna película que vio hace tanto.
Pero ella se tenía confianza, definitivamente buscaría la forma de llegar hasta la boda con vida, ya luego de eso, no lucharía. Era cansado, física y emocionalmente.
Lo único importante a detallar era que había logrado quitarse el yeso algunos días después de aquel desmayo. Le costaba mantener el equilibrio, su cuerpo seguía balanceándose hacia la derecha como si realmente le faltara la pierna, pero al menos se deshizo de las muletas. Tampoco podía deshacerse de ellas porque ni ellas las pagó, pero con Alessia habían acordado donarlas. De alguna manera alguien que estuviera en su situación podría usarlas sin costo alguno.
Sus pasos eran lentos pero seguros, iba algunos pasos detrás de su hermana. No sabía como abordar la pregunta que ele estaba rondando la cabeza, pero era un hecho que Alessia ya no tenía razón para quedarse con ella en casa, después de aquel espectáculo en el restaurante algo en ellas había creado una distancia, aunque realmente Alessia solo se quedó como observadora de su comportamiento. Tenía el número de un psiquiatra por si acaso. Solo era en caso de emergencia.
El camino a casa fue silencioso, tranquilo.
—Oye…—Sonia decidió tomar la iniciativa—. Compremos pizza…
Pudo escuchar una risa de su parte, se giró a mirar y le dio un golpe en el hombro. Su hermana se quejó por el gesto.
—Cálmate…Es divertido que luego de tus días de silencio lo primero que me pidas sea pizza. Tal vez… Podamos almorzar y cenar pizza, tengo mucha flojera de cocinar.
—Siempre tienes flojera en la cena…Pero ahora ya puedo cocinarte. Por fin podremos comer más carne que vegetales.
—Deberías mantenerte en ese peso…
—Lo consideraré. Además, estoy sana… Algo loca, pero sana.
Alessia guardó silencio, no era un tema en el que quisiera hondar. Aunque tarde o temprano tendría que decirle la verdad a pesar de que nunca hizo algún comentario por la cicatriz en su vientre.
—Volverás a dormir a tu habitación, ¿no? Me iré a dormir a la sa…
—No, me gusta el sofá—le interrumpió—. Realmente me gusta, estoy más cerca del del televisor y me gusta desvelarme.
—Es bue…
—¿¡Te quedarás!? —exclamó de repente, asustando a su acompañante—. Me encanta la idea. Debes quedarte conmigo hasta que te cases…Bueno, al menos hasta esa mañana y ya luego vas donde tu mamá…o al hotel…¿Dónde se van a casar?
Una sonrisa se dibujó en los labios de Alessia.
—En un hotel, cerca del río. Tiene uno de los salones de fiesta más hermoso…
En su voz se escuchaba muy emocionada. Seguramente ese lugar debía ser de ensueño, pero recordaba el lugar y le traía un recuerdo amargo a su memoria. Una de sus muerte fue en ese lugar, solo rogaba por no tener que volver. Se mordió el labio con fuerza y suspiró un poco.
—Debes mandarme fotos… Tengo mucha curiosidad.
—Debo ir a ver que los arreglos estén así que podrías acompañarme…Si gustas.
—…
No había respuesta que pudiera darle, no estaba emocionada por ir. Incluso las ganas de comer pizza se habían esfumado.
Alessia la dejó en casa y se fue. Sabía que tenía que ir a arreglar cosas al trabajo y seguir con lo de su boda, pero para ese punto se había acostumbrado a disfrutar de su compañía. Tras la puerta de su casa era un mundo completamente diferente, aislado y silencioso.
Caminó por su casa, hacerlo con más libertad era relajante y divertido, pero seguía siendo consumida por la flojera. Pero también era cierto que la casa necesitaba una limpieza extrema, obviamente sin desmerecer el trabajo que hacía Alessia, pero ella nunca estuvo acostumbrada a la limpieza, ella siempre fue una niña consentida de casa.
Se cambió de ropa, usó algo más ligero y empezó por el piso de arriba. Aprovechó para revisar y rebuscar en busca de su pasado, pero no era ten diferente. Más bien, el pasado siempre era mismo, sin recuerdos gratos.
Pasaron algunas horas hasta que acabara con la casa, en el camino encontró con una caja de adornos navideños. Hace muchos años no recordaba que los usara. Mas bien, recordaba que cada año compraba adornos porque un día tendría la fuerza emocional necesaria para armar el árbol de navidad y decorar la casa, incluso el baño. Tal vez, esa era la ocasión perfecta. Tenía todo para ser perfecta, estaba con sus hermanos y la familia pronto se haría más grande. Aunque alguien especial estaba por irse. Regresó por otras de las cajas y una funda con las esferas del árbol cayeron, regándose por el suelo.
Tomó una de las esferas que chocó con su zapato y la miró detenidamente, por suerte, no se había dañado.
En ese momento, solo una persona pasó por su mente.
Se olvidó del desastre que se había armado allí y subió a una de las habitaciones donde tenía toda una gama de materiales de semestres anteriores, ciertamente era muy recelosa con tirar lo que sobraba porque creía que luego no tendría para comprar. Era un pensamiento extremista, pero necesario.
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Editado: 30.06.2020