La lycoris que nació esa tarde de diciembre

EL GUION SE ACABÓ

Cuando desperté, era como si nada hubiese cambiado. Apenas había acabado el invierno y el olor a tierra mojada inundaba la habitación.

Recordaba la habitación como si solo hubiese dormido un par de horas.

Mi manos, tenían las cicatrices de aquella joya que se rompió en mis manos.

Entonces no era un sueño.

 

Mi habitación se llenó de sirvientes como lo hacían cada mañana para preparar el baño y vestirme.

 

Recordé ese día como uno de los más hermosos y tristes recuerdos que guardaba en mi corazón.

Sobre la mesa que estaba junto a la ventana que recién abría uno de los sirvientes, noté el regalo que yo mismo había elegido para Noelle, en su cumpleaños número diecisiete. Un año antes de nuestro matrimonio.

 

Entonces entendí que dios se apiadó de mí, de un pecador que no lograría escapar del infierno al final de sus días.

Con los recuerdos de mis pecados, evitaría lastimarla.

Tenía una oportunidad de hacerla feliz, aunque no la mereciera.

 

No iba a repetir la historia, en esa ocasión ya no iba a llevar el guion de una historia.

 

Le dejaría a Noelle que eligiera su destino.

 

Ella no debía ser la Lycoris que nació esa tarde de diciembre.




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